Ideas para una feria futura
Hay gente empe?ada en que la librer¨ªa ef¨ªmera m¨¢s grande de Espa?a no se celebre en el Retiro
1. Meteoros
Primer fin de semana en la feria. Cuando no llovi¨® se llen¨® de gente con hambre de libro, lo que es un buen s¨ªntoma. Pero seg¨²n los meteor¨®logos y otros brujos, las lluvias torrenciales y los truenos intimidantes podr¨ªan estar m¨¢s presentes de lo habitual. Habr¨¢ que estar preparados para cualquier eventualidad, con las planeadoras y lanchas de salvamento bien dispuestas junto a las casetas. Tanto m¨¢s cuanto que ya es p¨²blico que los meteoros no son el ¨²nico enemigo de la feria. Algunos son fuego ¡°amigo¡±: resulta que, detr¨¢s del fiasco del apresurado cierre del Retiro el d¨ªa anterior a la no-inauguraci¨®n, podr¨ªa estar la pelea entre capillitas del Ayuntamiento, donde los anticapis m¨¢s o menos ecologistas (y la directora del parque en particular) estar¨ªan incordiando a los responsables municipales del evento. Y es que, se?oras y se?ores, hay gente en lo de Carmena empe?ada en que la feria no se celebre en el Retiro. Dejando aparte el hecho de que cuando el evento se ha trasladado ha resultado un desastre, debo decir, en lo que a m¨ª respecta, que he tardado muchos a?os en comprender que el verdadero ¨¦xito de la feria reside en lo que mi adorada Rosa Montero ha llamado su car¨¢cter ¡°pueblerino¡±. S¨ª, lo que yo hab¨ªa odiado en el pasado (autocr¨ªtica) es lo que, a la postre, confiere personalidad a esta feria, lo que a la gente le gusta: s¨ª, el mogoll¨®n polvoriento, las colas ante los firmantes, los encuentros fortuitos, los aperitivos en las terrazas con cerveza fr¨ªa y patatas grasientas, los libros expuestos. Y es con eso con lo que algunos quieren acabar, tanto por la ca¨ªda de ¨¢rboles como por posibles da?os al medio ambiente. Por eso propongo, al modo de Swift, algunas modestas ideas para una feria futura y as¨¦ptica en el Retiro: 1)?poda de todo ¨¢rbol o arbusto que exceda del metro de altura (en el desierto no muere nadie aplastado por ¨¢rboles); 2)?ponerle puertas a la feria con un aforador que cuente y limite la afluencia; 3)?proporcionar a cada visitante una bata como las de hospital, patucos para los pies y una mascarilla como las que usan los japoneses para no contagiar sus cosas; 4)?los libreros y los firmantes deber¨¢n trabajar enfundados en trajes lunares, como los que usaban Heisenberg y Jesse para cocinar metanfetamina en Breaking Bad; 5)?todos los libros estar¨¢n desinfectados y retractilados y no podr¨¢n hojearse; 6) los v¨¢teres, aunque sigan sin funcionar, deber¨¢n ser irrigados cada hora con mangueras de zotal; 7)?desaparecer¨¢n los molestos altavoces: el aforador suministrar¨¢, al mismo tiempo que el tique de entrada (de pago o no: depender¨¢ del populismo del director al mando), auriculares conectados con la organizaci¨®n del certamen; y, 8)?los actos culturales desaparecer¨¢n del todo para no distraer al personal del ¨²nico sentido del evento: ganar pasta. En lo que respecta a los meteoros, recomiendo el cl¨¢sico Sobre el granizo y los truenos (Siruela), del obispo Agobardo de Lyon (siglo IX), una instructiva diatriba contra los ¡°tempestarios¡±, especie de magos a los que se atribu¨ªa la potestad de desencadenar tormentas. Lo que me lleva a una pregunta inquietante: ?no pertenecer¨¢n a dicha secta tambi¨¦n los empe?ados en que la feria se vaya del Retiro?
2. A?os
Siguen de moda los ensayos transversales centrados en un solo a?o considerado troncal, un momento de 12 meses en que, seg¨²n sus autores, ocurrieron acontecimientos o situaciones que habr¨ªan ¡°cambiado el curso de la historia¡±. En muchos casos, se percibe en la elecci¨®n del a?o-acontecimiento cierto tufillo anglosaj¨®n: 1066 (batalla de Hastings), 1215 (Carta Magna), 1776 (Declaraci¨®n de Independencia). En todo caso, la lista de libros cuyo t¨ªtulo es un a?o es enorme: en la p¨¢gina de GoodReads se cuentan m¨¢s de 125, algunos publicados en Espa?a, incluyendo 1913 (Salamandra), de Florian Illies, o el 1492 (DeBolsillo), de Fern¨¢ndez Armesto. Los dos ¨²ltimos ensayos sobre un a?o que han llegado a mis manos son 1968, el a?o en que el mundo pudo cambiar (Cr¨ªtica), de Richard Vinen, y 1947, el a?o en que todo empez¨®, de Elisabeth Asbrink (Turner). El primero se refiere al ¡°largo mayo¡± de Par¨ªs y de otros lugares del mundo. El segundo traza una historia cultural, del mundo de posguerra, todav¨ªa con nazis y N¨²remberg, con la eclosi¨®n del conflicto palestino, con los primeros usos jur¨ªdicos del t¨¦rmino ¡°genocidio¡±, con los poetas de las ruinas (Celan, Sachs), con la producci¨®n en serie del Kal¨¢shnikov o con la historia de amor apasionad¨ªsima de Simone de Beauvoir y Nelson Algren.
3. Me mojo
En este Sill¨®n de Orejas el bosque de la feria no deja ver los libros. Pero tengo algunas recomendaciones para que les echen un vistazo y decidan. La novia gitana (Alfaguara), de Carmen Mola (un seud¨®nimo bajo el que sospecho que se oculta un t¨ªo), es un estupendo y tremendo thriller que comienza con el horrible asesinato de una gitana (criada como paya) a la que le introducen, por agujeros practicados en su cr¨¢neo, gusanos que devoran su cerebro; no par¨¦ hasta que pas¨¦ la ¨²ltima p¨¢gina. La Fundaci¨®n Castro, que celebra sus 25 primeros a?os editando cl¨¢sicos, acaba de publicar en un solo volumen (mi ejemplar ya reposa en la mesa de noche) la Obra esencial (toda la poes¨ªa, y las prosas, incluyendo las composiciones creadas durante la guerra) de don Antonio Machado en estupenda edici¨®n de Pedro Cerezo Gal¨¢n. Por ¨²ltimo,?Qu¨¦ me est¨¢s cantando? (Debate), de Fidel Moreno, es una muy curiosa cr¨®nica social e hist¨®rica de la Espa?a del siglo XX (hasta 1976) a trav¨¦s de las canciones m¨¢s significativas: desde La vaca lechera o la canci¨®n del Cola Cao hasta Libertad sin ira o L¡¯estaca. Se lee mientras se cantan.
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