Espa?a en su coraz¨®n
La escritora y periodista Luisa Carn¨¦s habl¨® en ¡®De Barcelona a la Breta?a francesa¡¯ del pueblo y sus acentos, en un pa¨ªs de anhelos distintos y compatibles
Este giro pol¨ªtico, inesperado por la aceleraci¨®n repentina e inaudita del curso de los acontecimientos en un pa¨ªs en el que llevamos a?os quej¨¢ndonos, y con raz¨®n, de que el castigo a los corruptos llega tarde o nunca, me ha pillado leyendo De Barcelona a la Breta?a francesa, de Luisa Carn¨¦s, escritora/periodista de origen obrero que document¨® desde el frente republicano los anhelos y las amarguras de la contienda espa?ola, y la huida esforzada que emprendieron los perdedores de camino a Francia hasta acabar en los campos de refugiados. La escritora, olvidada y recuperada ahora por la editorial Renacimiento, poseedora de un estilo en el que brilla su condici¨®n de cronista, llena estas p¨¢ginas de personajes que se nos hacen vivos a trav¨¦s del di¨¢logo, de los diferentes acentos de Espa?a que la periodista Carn¨¦s, con el buen o¨ªdo de quien ama el habla del pueblo, sabe reproducir con gracejo y musicalidad.
Est¨¢n impregnadas estas narraciones de su compromiso con la Rep¨²blica e imbuidas de un notable componente pedag¨®gico, ya que se escriben con el prop¨®sito de animar a quienes han de luchar, a quienes pueden morir porque ya est¨¢ casi todo perdido o a los que habr¨¢n de organizar la resistencia una vez que ha ganado Franco.
Hac¨ªa mucho tiempo que no le¨ªa tan insistentemente la palabra Espa?a en un texto literario. Espa?a, que habr¨¢ de llevarse siempre en la memoria y el coraz¨®n y que constituir¨¢ una permanente inspiraci¨®n literaria cuando en M¨¦xico se intente reconstruir lo vivido. Esa Espa?a que para Carn¨¦s no es una sino la suma de muchas, porque esta cronista que publicara en La Vanguardia, en Frente Rojo o en Estampa, pone todo su empe?o en que aparezca en la narraci¨®n la voz de la madrile?a, la catalana, el valenciano, el vasco, la andaluza o el de Murcia. Parte de estas vi?etas de la guerra o el campo franc¨¦s est¨¢n escritas ya desde el exilio y advierto por tanto que esa necesidad que tiene la escritora de nombrar a los distintos pueblos de Espa?a contiene un prop¨®sito ideol¨®gico, el de entender el pa¨ªs del que ha sido expulsada como un lugar que conten¨ªa mil anhelos distintos, compatibles pero diversos, que el dictador tradujo en una sola patria esencial.
Vemos la palabra Espa?a en los ¨²ltimos tiempos tantas veces malbaratada y usada agresivamente contra el adversario, bien cuando la resumen unos como ese terreno en el que habita el enemigo, amenazante y brutal siempre; bien por otros que hablan de los espa?oles como si respondi¨¦ramos todos a un mismo af¨¢n y hubi¨¦ramos de estar dispuestos a hincar el diente a quien no lo comparta. Qu¨¦ tristes fueron las dos Espa?as. En alg¨²n momento, Albert Rivera, en su encendido discurso las nombr¨® y a m¨ª se me hel¨® el coraz¨®n. No se deber¨ªa recurrir a ese concepto en el Congreso de los Diputados, deber¨ªamos recordarlo tal y como est¨¢ definido en los versos de Machado, que corresponden a la ¨¦poca de Luisa Carn¨¦s y definen con exactitud la divisi¨®n que marc¨® la dictadura: la de los buenos espa?oles y la de los enemigos de Espa?a.
Si a alguien pertenece un pa¨ªs es a aquel que ha sido expulsado de su tierra. Nadie m¨¢s adecuado para hablar de la patria, de la chica y la grande, que quien la escribe desde el recuerdo y la incapacidad de regresar. A quien rememora la tierra desde esa lejan¨ªa obligada se le entiende que reivindique un derecho de propiedad que le ha sido arrebatado.
Conecto sin duda con la idea de pa¨ªs que subyace en los cuentos de Luisa Carn¨¦s porque en ella caben no solo los distintos pueblos de Espa?a o las Espa?as, por hacerlo a¨²n m¨¢s plural, sino la defensa de la diversidad pol¨ªtica, que es tal vez la m¨¢s dif¨ªcil de aceptar. A los cambios sustanciales que se han producido esta semana hay quien ha respondido dram¨¢ticamente, aludiendo al Frente Popular, advirtiendo de la ca¨ªda de los dichosos mercados, pronosticando la imposibilidad de la convivencia y dibujando una Espa?a dividida en mil pedazos. Metiendo miedo, sobre todo, a aquellos a los que todav¨ªa les resuenan los ecos de aquel trauma nacional que desemboc¨® en la negaci¨®n o la desaparici¨®n de la mitad de sus hijos. Es una vieja t¨¦cnica: meter miedo para contagiar a los ciudadanos la idea de que todo es un caos y que la ¨²nica soluci¨®n posible es que aparezca un salvador. Pero el libro de memorias de Luisa Carn¨¦s, el mismo hecho de su voz habl¨¢ndonos desde el exilio mexicano, deja muy claro qui¨¦n sali¨® perdiendo, y por supuesto que la situaci¨®n insoportable y angustiosa de entonces es incomparable a la de ahora, y toda utilizaci¨®n de ese episodio de la historia es interesada y tramposa.
Buena lectura para estos d¨ªas de la mano de una mujer que desde M¨¦xico se acord¨® siempre de la patria perdida. Muri¨® en 1964 en un accidente de autom¨®vil. Para ella, la dictadura dur¨® siempre.
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