H¨¦roes de una dur¨ªsima guerra
M¨¢s que toros, los ejemplares de Saltillo parec¨ªan tigres; y m¨¢s que embestir, atacaban con la misma estrategia que los depredadores de los documentales de La 2
SALTILLO / CHAC?N, FERN?NDEZ, RITTER
Toros de Saltillo, bien presentados, muy mansos, dur¨ªsimos, broncos e imposibles para el toreo moderno; al primero se le dio la vuelta al ruedo muy protestada, acudi¨® con alegr¨ªa a caballo, donde hizo una pelea muy desigual y tuvo clase en la muleta.
Octavio Chac¨®n: estocada ¡ªaviso¡ª (vuelta al ruedo); estocada (ovaci¨®n).
Esa¨² Fern¨¢ndez: pinchazo y estocada (silencio); cinco pinchazos, media tendida ¡ªaviso¡ª, cinco pinchazos ¡ª2? aviso¡ª, estocada (algunos pitos).
Sebasti¨¢n Ritter: estocada ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n); pinchazo, estocada, un descabello ¡ªaviso¡ª un descabello y el toro se echa (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. Vig¨¦simo octavo festejo de la Feria de San Isidro. 4 de junio. Media plaza (11.191 espectadores, seg¨²n la empresa).
?Qu¨¦ m¨¦rito el de estos toreros, los de oro y los de plata, h¨¦roes todos ellos sin el reconocimiento que merecen! ?Qu¨¦ miedo desde el tendido! ?Qu¨¦ dur¨ªsima la corrida de Saltillo! Toros de otro tiempo para toreros de hoy; toros de otra ¨¦poca para una tauromaquia basada en imposibles redondos y naturales. ?Qu¨¦ exigencia la de algunos con estos hombres, cuyo gran triunfo fue salir ilesos de una guerra sin cuartel! ?Qu¨¦ tarde de sustos, de quites providenciales, de peligro cantado, de cornadas milagrosamente esquivadas, de miradas aviesas, de carreras,...! Estos toreros, modestos los tres, desconocidos para la mayor¨ªa ¡ªhubo la peor entrada de la feria¡ª, y sus cuadrillas se ganaron el respeto y el homenaje de todos los aficionados de bien. Hay que tener aut¨¦ntica necesidad para anunciarse con este hierro y muchas agallas para no salir huyendo de la plaza con cualquier excusa.
M¨¢s que toros, los ejemplares de Saltillo parec¨ªan tigres; y m¨¢s que embestir, atacaban con la misma estrategia que los depredadores de los documentales de La 2. Estudiaban a su presa con milim¨¦trica precisi¨®n, en el momento justo, en el terreno adecuado; se hac¨ªan los dormidos ante los enga?os y asaltaban con fiereza y sangre fr¨ªa cuando ve¨ªan al hombre a su alcance.
Toda la corrida fue un puro sobresalto, pero la lidia del sexto de la tarde quedar¨¢ para siempre en el recuerdo. Saladora se llamaba el toro, y fue uno de los m¨¢s complicados desde hace muchos a?os en esta plaza. De seria estampa, como toda la corrida, permiti¨® de salida un par de capotazos de un valent¨ªsimo Ritter. Pero pronto se orient¨® el animal y se hizo el amo del ruedo. Acudi¨® tres veces al caballo y su pelea fue de manso consagrado. Tom¨® aire para el tercio de banderillas y apret¨® con aut¨¦ntico encono a Rafael Gonz¨¢lez y Pascual Mellinas, que pasaron un verdadero quinario. Y el matador se libr¨® de la cornada de aut¨¦ntico milagro. Lo fotografiaba el toro de arriba abajo, esper¨® paciente hasta que lo tuvo a tiro y lo persigui¨® por toda la plaza hasta que lo alcanz¨® y lo arroll¨® contra las tablas. Parec¨ªa imposible que no lo hubiera herido.
Fue una tarde de quites providenciales: por ejemplo, el de Pascual Mellinas a Juan Manuel Arjona, pr¨¢cticamente cogido tras clavar un par de banderillas al segundo; o el de Alberto Carrero a Curro de la Rosa, en el tercero, y otros muchos que se han perdido en la muy oscura nebulosa de la corrida.
Pero al primero, lo que son las cosas, se le dio una muy protestada vuelta al ruedo tras una incomprensible decisi¨®n presidencial. Ciertamente, llam¨® la atenci¨®n la alegr¨ªa con la que acudi¨® al caballo en tres ocasiones, pero en ninguna de ellas hizo una pelea de toro bravo. Empuj¨® de costado en la primera y derrib¨®, y cabece¨® en demas¨ªa en las otras dos. Perdi¨® las manos en banderillas y lleg¨® a la muleta con cierta clase y nobleza. Su larga agon¨ªa ¡ªse levant¨® dos veces de la arena con una estocada dentro¡ª hizo que parte del p¨²blico pidiera el premio de la vuelta, que el presidente concedi¨® en una decisi¨®n claramente err¨®nea.
Con ese toro demostr¨® Octavio Chac¨®n que merece m¨¢s y mejores oportunidades. Bien plantado, con las ideas claras, mucho oficio y un buen concepto del toreo aprovech¨® la calidad de Asturdero para apuntar hondura con el capote y dibujar un par de tandas de redondos templados y hondos que supieron a gloria. Alarg¨® la faena y la oreja que quiz¨¢ se hab¨ªa ganado se diluy¨® en el tiempo.
M¨¢s dificultoso fue el cuarto (Vicente Ruiz sinti¨® los pitones en las mejillas en el primer par y clav¨® un segundo extraordinario), y Chac¨®n volvi¨® a estar muy dispuesto y con el desparpajo suficiente para salir airoso de tan dif¨ªcil trance. Muy bien en sus dos toros y como director de lidia.
Mal lo pas¨® Esa¨² Fern¨¢ndez. Torea poco y no es torero para este tipo de corridas. Duro de pelar al segundo y peor el quinto, con el que pudo escuchar los tres avisos.
Y valiente y muy entregado Sebasti¨¢n Ritter. Le rob¨® tres airosas ver¨®nicas a su primero, se dobl¨® despu¨¦s con ¨¦l con suficiencia, sufri¨® un desarme, el toro lo miraba y persegu¨ªa con malas intenciones pero nunca le perdi¨® la cara. Y ante el sexto sufri¨® de lo lindo, como un h¨¦roe siempre, y lleg¨® intacto al hotel, que no es mal premio en tarde tan peligrosa.
Babelia
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