El retorno de Luis Miguel
El guionista de la popular serie de Netflix detalla las claves del ¨¦xito del retrato de la vida del cantante en el M¨¦xico de los a?os 80
Diez a?os antes de participar en la escritura de su serie, propuse a varios editores de revistas un ensayo sobre Luis Miguel: el mundo que lo rodeaba en los ochenta y las tendencias ¨Cde hablar, de vestir, de ser¨C que el famoso cantante impuso. Me parec¨ªa que en M¨¦xico hac¨ªa falta abordar a nuestras figuras pop sin ¨¢nimo de escarnio. Luis Miguel ¨C¨ªcono involuntario de los ¡°Mirreyes¡±, int¨¦rprete que ha atravesado tantas facetas, mezcla irrepetible de estilos, nacionalidades y culturas¨C era el artista natural para ese an¨¢lisis. Ninguna revista se interes¨®. Los tiempos cambiaron. Escribir para la serie fue una forma de reivindicar aquella curiosidad inicial: abordar a Luis Miguel como ser humano, cantante, ¨ªdolo y figura emblem¨¢tica de una ¨¦poca en M¨¦xico y, claro, en mi propia vida.
Los cuartos de escritores deben funcionar como una mezcla de talentos, obsesiones e intereses. El cuarto de Luis Miguel, que dur¨® casi cuatro meses antes de que los guiones quedaran en manos de Susana Casares y yo, fue sin duda as¨ª. En nuestro caso, como en el del propio Luis Miguel, tambi¨¦n se mezclaban nacionalidades, para poder dar voz a los personajes argentinos, mexicanos y espa?oles de la serie.
Conforme pasan los d¨ªas y las semanas, cada guionista se va asentando en su rol, procurando sacar provecho de sus habilidades: hay quienes saben c¨®mo intercalar las escenas y darle forma a un episodio, otros que tienen el don de la continuidad y del hallazgo oportuno de huecos en la trama, algunos que son capaces de solucionar hasta los peores embrollos con una sola idea.
Para muchas de estas tareas yo no era el m¨¢s preparado. Mi ventaja comparativa, supongo, fue haber sido un aut¨¦ntico fan de Luis Miguel. Me toc¨® muy de cerca su auge, a finales de los ochenta y principios de los noventa, dentro de mi c¨ªrculo social. Mi abuelo pon¨ªa discos con sus boleros, mi hermano me llevaba a sus conciertos y yo escuchaba Aries en mi walkman. Mientras mis compa?eros de la primaria se cortaban las venas por Kurt Cobain, yo ¨C?para qu¨¦ negarlo?¨C me sab¨ªa de memoria hasta las menos afortunadas canciones de Busca una mujer (vuelvan a o¨ªr ¡°Pupilas de gato¡± para saber de qu¨¦ hablo).
Nada de esto implicaba que yo supiera m¨¢s que el vecino sobre la vida privada del cantante. Antes de arrancar el proyecto ignoraba los pormenores de la relaci¨®n con su padre, su noviazgo con X o su amor¨ªo con Z. Mi v¨ªnculo con ¨¦l era meramente musical, aunque admirara su barniz cosmopolita: Luis Miguel iba y ven¨ªa de la mano de modelos, actrices y princesas, lo fotografiaban en la alfombra roja de los ?scares y cantaba con Frank Sinatra. Era la ant¨ªtesis de ese M¨¦xico medio premoderno e insular. Luismi hab¨ªa llegado antes que su pa¨ªs al primer mundo.
Sabemos lo que pas¨® despu¨¦s: M¨¦xico nunca dio el brinco hacia el primer mundo y Luis Miguel se dedic¨® a cantar m¨¢s o menos lo mismo. Le perd¨ª la pista al cantante que sacaba su cuarto disco de boleros, pero no olvid¨¦ al que, en ese M¨¦xico previo a 1994 ¨Ca la devaluaci¨®n, el asesinato de Colosio y el derrumbe de Salinas¨C, parec¨ªa encarnar el inminente arribo de un pa¨ªs de exportaci¨®n. Escribiendo la serie pensaba mucho en eso, en el mundo de aquel int¨¦rprete como una suerte de Arcadia. Arcadia que, en mi caso, no es otra cosa que mi ni?ez. Ese fue mi v¨ªnculo afectivo con el material y uno de los motivos por los que me entusiasm¨® cada uno de los nueve cap¨ªtulos que escrib¨ª, solo o en conjunto con mis compa?eros.
Ayud¨®, claro, que r¨¢pidamente notara la seriedad con la que el resto del equipo se involucr¨® en la serie: los actores, los productores, los directores y absolutamente todos los encargados de llevar el proyecto a cabo. Nunca olvidar¨¦ nuestra primera visita a los sets, donde Nicolas Scabini hab¨ªa colocado decenas y decenas de revistas de la ¨¦poca como inspiraci¨®n para darle verosimilitud a aquella d¨¦cada. Para los escritores esa b¨²squeda de autenticidad implic¨® volvernos expertos en el personaje: aprendernos de memoria su biograf¨ªa, la historia de sus compositores, m¨¢nagers y productores, as¨ª como la fecha de lanzamiento de todos sus discos, por no hablar de sus conciertos, giras, entrevistas, premios y festivales. La idea era montar una ficci¨®n sobre los andamios de lo real. Antes que nuestra imaginaci¨®n, la respuesta a cualquier pregunta estaba en la vida de El Sol.
Quisimos crear una suerte de ¨¢lbum de los ochenta, con todo lo que ese vistazo al pasado implica: el PRI y sus usos y costumbres, el papel de Televisa, los programas de chismes y la cultura pop de aquel entonces. Ayud¨® que en el camino de Luis Miguel se cruzaran pol¨ªticos, m¨²sicos, actrices de telenovela, faranduleros, empresarios y socialit¨¦s. El prop¨®sito fue crear un remanso ¨Cdram¨¢tico, pero tambi¨¦n nost¨¢lgico y, ante todo, musical¨C en un panorama televisivo infestado de violencia, pero sobre todo en un pa¨ªs convulso que quiz¨¢s necesita ese solaz¡ aunque incluya al villano mayor, Luisito Rey.
Daniel Krauze es escritor y guionista de Luis Miguel: La serie. Twitter: @dkrauze
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.