Espa?oles, la merienda os hace superiores
El m¨²sico y escritor reflexiona sobre los horarios y lo feliz que se encuentra en Espa?a gracias, entre otras cosas, a ideas como la merienda cena
Llevo ya nueve meses en Espa?a y no es la primera vez que me siento como un ni?o de cuatro a?os un poco tont¨ªn. Porque est¨¢ claro que todav¨ªa me queda much¨ªsimo que aprender. Por ejemplo, hablemos de la comida. No; de algo todav¨ªa m¨¢s simple: del acto b¨¢sico de comer y de sus horarios. Durante casi toda mi vida, estos apenas han variado: desayunar por la ma?ana, comer sobre las doce y media o la una y cenar a eso de las siete y media. Chupado.
Siempre ha sido as¨ª.
Hasta que llegu¨¦ a Espa?a y una y otra vez me preguntaba por qu¨¦ co?o todos los restaurantes a los que iba a cenar estaban cerrados, llenos de americanos o totalmente vac¨ªos. Y la semana pasada por fin supe la raz¨®n.
Una vez m¨¢s, hab¨¦is demostrado ser mucho m¨¢s inteligentes que nosotros, los brit¨¢nicos. Por fin he descubierto el concepto de merienda. S¨ª, vale, en el Reino Unido a veces tomamos el t¨¦ de las cinco pero, por lo general, eso solo lo haces si est¨¢s forrado o no trabajas (y hasta yo soy capaz de darme cuenta de que pegarle cuatro sorbos a un t¨¦ y tomarte una galleta Mar¨ªa en la sala de descanso del curro no cuenta como merienda).
Descubriendo el mundo por Twitter
Lo que me molest¨® un poco bastante es que nadie me hubiera dicho nada hasta hace un par de semanas, cuando lo descubr¨ª por Twitter. Estaba solo en casa, eran las siete de la tarde y ¡ªqu¨¦ verg¨¹enza¡ª ya hab¨ªa empezado a cenar. Pues s¨ª. Porque ten¨ªa hambre. Un hambre que te cagas. No hab¨ªa comido nada desde las doce y media de la ma?ana, llevaba toda la tarde tocando el piano y mi nivel de glucosa era tan bajo que habr¨ªa sido capaz de partirle la cara a alguien. As¨ª que pregunt¨¦ en Twitter, t¨ªmidamente, c¨®mo cojones sois capaces de aguantar hasta las nueve y media para cenar y ¡ª?tach¨¢n!¡ª me lleg¨® un maravilloso aluvi¨®n de respuestas bonitas, animadas, iluminadoras y espectaculares sobre la merienda, la merienda-cena (?en serio?), las tapas, los tentempi¨¦s¡ Un nuevo mundo de consejos que salvan vidas, relaciones y te hacen conservar la cordura. Tan cabreado estaba por haber tardado nueve meses en descubrir todo esto que por lo visto invent¨¦ un nuevo insulto: doble co?o. Porque, de verdad os lo digo, haberme pasado nueve meses aqu¨ª muerto de hambre bien se merece una nueva expresi¨®n de indignaci¨®n (estoy esperando a que la RAE le d¨¦ el visto bueno). Pero es que, adem¨¢s, no se trata de comida basura. No la patrocina Nestl¨¦ ni est¨¢ pensada para que desarrolles diabetes. Hablamos de fruta fresca, hidratos de carbono sanos, bonito, olivas, energ¨ªa natural¡
En el Reino Unido a veces tomamos el t¨¦ de las cinco pero, por lo general, eso solo lo haces si est¨¢s forrado o no trabajas
De repente, empec¨¦ a entenderlo todo. Me despertaba y desayunaba como siempre. Pero, antes, me habr¨ªa pasado tres o cuatro horas al piano hasta que, casi desmayado por el hambre, habr¨ªa atacado la nevera sobre las doce y media para zamparme lo que pillara. Pero ya no.
Porque ahora s¨¦ que existe (atenci¨®n, primera genialidad) la merienda de la ma?ana. A eso de las once u once y media, llega la hora de tomar un tentempi¨¦: un pinchotortilla de patata (sin cebolla, por supuesto) y un zumo de naranja. Gracias a ¨¦l no enloquezco y tengo la energ¨ªa que necesito hasta las dos, cuando llega la hora de la comida. La de verdad, con su primer plato, su segundo plato y su postre.
M¨¢s de una merienda
Me pongo a trabajar otra vez y (segunda genialidad) luego llega la merienda de la tarde (como si de una fuente inagotable de alegr¨ªas se tratara, resulta que hay m¨¢s de una). Esto pasa sobre las cinco y media o seis (pero cuidado, antes no puede ser: al d¨ªa siguiente de mi descubrimiento pregunt¨¦, emocionado, si se pod¨ªa merendar ya a las cuatro y media de la tarde y se me hizo saber que comer antes de las cinco y media de la tarde era propio de glotones). As¨ª pues, ahora ya puedo ir sobre las seis de la tarde al estupendo caf¨¦ de la esquina a tomarme un bocadillo y un caf¨¦ con leche (y no hay que subestimar los beneficios de la cafe¨ªna a esa hora).?
Lo que resulta todav¨ªa m¨¢s incre¨ªble es que sobre las siete y media puedo picar algunas tapas a modo de precena que me dan la felicidad
Lo que resulta todav¨ªa m¨¢s incre¨ªble es que sobre las siete y media puedo picar algunas tapas a modo de precena que me dan la felicidad y la concentraci¨®n que necesito hasta que llega la cena, lo que significa que puedo ir al teatro o a un concierto a las ocho y no pasarme los noventa minutos que dura sinti¨¦ndome infeliz y desdichado porque quiero comerme un bistec. Puedo disfrutar del espect¨¢culo, emocionarme un poco pensando que podr¨¦ volver a comer pronto y relajarme sabiendo que, cuando salga, ser¨¢ la hora de la cena (ya s¨¦ que en Espa?a cenar a las nueve y media sigue siendo pronto; paciencia, todav¨ªa voy pasito a pasito¡).
El alimento de la cultura
Pero es que la cosa todav¨ªa se pone mejor. Ahora llega (redoble de tambor y tercera genialidad)¡ La RECENA. Otra puta comida m¨¢s. Porque sobre la medianoche o la una de la madrugada, despu¨¦s de ver una peli, salir con amigos, charlar y pasear por Madrid, vuelvo a tener hambre, y al parecer est¨¢ permitido ¡ªhay quien dir¨ªa que incluso se fomenta¡ª tomar un ¨²ltimo y delicioso bocado antes de meterse en la cama.
Todo esto me hace tan feliz¡ Saber que, a pesar de ser adultos, no pasa nada por ser un poco como los ni?os que hacen cola en el colegio para que les den su vasito de leche a la hora del desayuno (quiz¨¢ esto solo es t¨ªpico en el Reino Unido), y comer seis veces al d¨ªa en vez de tres solo puede ser beneficioso para todo el mundo. Otra cosa que me encanta es que me he puesto por norma no mirar el tel¨¦fono durante las comidas. As¨ª que, cuanto m¨¢s como, m¨¢s corto con este mundo permanentemente ultraconectado en el que vivimos. Y eso tiene que ser bueno seguro.
Me he puesto por norma no mirar el tel¨¦fono durante las comidas. As¨ª que, cuanto m¨¢s como, m¨¢s corto con este mundo permanentemente ultraconectado en el que vivimos
La cultura se suele entender como una contribuci¨®n a la literatura o a la m¨²sica o al arte, como algo creativo que mejora el tejido de una sociedad durante generaciones. Pero igual de importante es lo que alimenta a esa cultura. Porque y una mierda Falla habr¨ªa compuesto Noches en los jardines de Espa?a sin merendar algo a media tarde. Y ni de broma Las Meninas se habr¨ªan pintado sin tomar un tentempi¨¦ por la ma?ana. ?Y qu¨¦ me dec¨ªs de escribir el Quijote con el est¨®mago vac¨ªo? Seguro que habr¨ªa sido la mitad de largo (aunque quiz¨¢ as¨ª lo habr¨ªa le¨ªdo m¨¢s gente).
La respuesta y los comentarios que he recibido despu¨¦s de la publicaci¨®n de mi carta de amor a Espa?a han sido absolutamente maravillosos. Pero hay quien se ha molestado. Alguien (curiosamente, un periodista del mismo diario) ha llegado a decir que tendr¨ªan que deportarme por haberla escrito. Pero no al Reino Unido, sino a Gibraltar (como si fuera algo muy malo, me gustar¨ªa que me explicara el porqu¨¦). Lo siento mucho si alguien se ha sentido ofendido por mi declaraci¨®n de amor a Espa?a. De verdad. No es mi intenci¨®n molestar a nadie: no soy as¨ª. Pero dejadme que os pregunte algo: imaginad que acab¨¢is viviendo en un lugar donde sois m¨¢s felices que nunca. Un lugar donde hace un tiempo maravilloso (casi siempre), la gente es hospitalaria; el arte y el teatro, deslumbrantes, y la arquitectura, fant¨¢stica. Donde la palabra wifi tiene una pronunciaci¨®n tan mona como ?g¨¹i-fi?. Y donde adem¨¢s descubres que puedes comer el doble de veces que antes, lo que te hace ser m¨¢s productivo (y encima sin engordar). ?De verdad que no os entrar¨ªan ganas de dar brincos de la alegr¨ªa y de decir ?y una mierda me voy a ir de aqu¨ª?? Porque eso es exactamente lo que estoy haciendo yo ahora. He venido para quedarme (por lo menos hasta que me exilie a Gibraltar).?
Traducci¨®n de Laura Ib¨¢?ez
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