Rosal¨ªa echa a volar en el S¨®nar
La cantante deslumbra con su nuevo espect¨¢culo en una jornada en la que Gorillaz, banda de Damon Albarn, son¨® a desbarajuste
En esa hora de luminosidad difusa entre el S¨®nar de d¨ªa y el de noche, Gorillaz ofreci¨® m¨¢s ruido que m¨²sica en un concierto que al menos en su inicio son¨® r¨²stico, atropellado y sin coherencia. Tras ¡°M1A1¡±, sonaron dos piezas de su nuevo disco, ¡°Tranz¡± y ¡°Humility¡±. Apareci¨® el conjunto de rap cl¨¢sico De La Soul en ¡°Superfast Jellyfish¡± y apelaron a viejos ¨¦xitos del proyecto encabezado por un Damon Albarn tan feliz como en las buenas ¨¦pocas de Blur. Los primeros 45 minutos, con 13 miembros sobre el escenario, fueron un desprop¨®sito de sonido y una mirada al siglo pasado en lo musical, una suerte de rock asilvestrado de taberna y de rap cuadriculado.
Por la tarde de la segunda jornada del festival de m¨²sica avanzada, que este a?o cumple su XXV edici¨®n, estren¨® su nuevo espect¨¢culo en colaboraci¨®n con el productor canario El Guincho en un concierto que no hizo justicia al enorme potencial de la cantaora. Que es, a sus 25 a?os, una estrella refulgente lo dict¨® el silencio que se impuso en su escenario, tan abarrotado que mucho p¨²blico se qued¨® fuera.
Por decirlo claro: el recital no fue tan electr¨®nico (que tambi¨¦n) como flamenco (que todo). Comenz¨® con la pieza quiz¨¢s m¨¢s mestiza del disco que en breve publicar¨¢ Rosal¨ªa. El v¨ªdeo de
¡°Malamente¡±, que se convirti¨® en viral instant¨¢neamente y ayer se acercaba a las seis millones de visualizaciones en YouTube, da una buena clave de las intenciones art¨ªsticas de la cantaora: un nazareno con capirote y en monopat¨ªn sirve la mezcla de lo racial y lo ¨²ltimo. Y as¨ª cant¨® por buler¨ªas, por tangos y se marc¨® unos fandangos espectaculares cuando su voz ya sonaba m¨¢s alta.
Rosal¨ªa parec¨ªa m¨¢s protagonista con Refree y su guitarra a palo seco (el proyecto que la dio a conocer), pero probablemente en esa falta de protagonismo algo tuvo que ver la sonorizaci¨®n.
Con todo, result¨® impactante esa voz antigua, como la defini¨® el tocaor Pepe Habichuela, as¨ª
como su peso en escena, la forma de pisar con tron¨ªo, de mover esas manos estilizadas con
largas u?as postizas, de bailar con sus ocho bailarinas, de mirar desafiante a la masa y de mover los flecos de su primer vestido de la tarde, blanco, para su gran espect¨¢culo. Una fiesta exportable
por definici¨®n, elegante y sutil. ¡°Tiene t¨® lo de las grandes¡±, se le oy¨® decir a un espectador. Y es verdad.
En parecidos t¨¦rminos se puede contar otra de las grandes actuaciones de la jornada de ayer: la de Liberato, un ?artista/colectivo? que en el S¨®nar se presentaba por segunda vez. Sobre la identidad de este proyecto se ignora todo. Sus tres integrantes, ataviados como si fuesen a atracar un banco, capuchas, pa?uelos en la cara, figuras en contraluz, no mostraron su identidad. El escenario, que se fue llenando poco a poco, estaba poblado de italianos, habida cuenta del fervor con el que coreaban los ¨¦xitos de este proyecto con ra¨ªces en la canci¨®n mel¨®dica y un pie en la electr¨®nica.
Y la mezcla result¨® explosiva, ya que no se trata tanto de melod¨ªas azucaradas que puedan recordar a Eros Ramazzotti, sino m¨¢s bien a Pino Daniele o Gino Paoli; es decir, con el punto justo de romanticismo.
El ¨¦xito de la actuaci¨®n fue otra prueba m¨¢s de la capacidad camale¨®nica de la electr¨®nica para filtrarse en cualquier estilo. Liberato canta en napolitano, acentuando as¨ª el car¨¢cter local de una propuesta tan comercial como interesante por callejera y bien perfilada. Canciones como Je te voglio bene assaje
podr¨ªan funcionar tan bien en cualquier chiringuito veraniego que ante un p¨²blico tan perspicaz como el del propio S¨®nar.
Mientras, de manera transversal al resto de actuaciones, Despacio, la discoteca montada por 2Manydjs y James Murphy, alma de LCD Soundsystem, banda que defini¨® desde Nueva York el cambio de siglo, obsequiaba al p¨²blico con una sesi¨®n de siete horas durante las que las aplicaciones de predicci¨®n de canciones que ahora se encuentran en cualquier m¨®vil no descubr¨ªan t¨ªtulo alguno. Funk, l¨ªneas marcadas de bajo y ritmos repetidos pautaron una buena parte de esta sesi¨®n que reclama el protagonismo para las viejas discotecas anal¨®gicas.
Las ra¨ªces, siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.