El comod¨ªn del VAR
Ser¨ªa casi un t¨®pico decir que los narradores aman los t¨®picos
En el hipot¨¦tico caso de que exista un ser racional sobre la tierra que no haya visto jam¨¢s un partido de futbol, en el m¨¢s hipot¨¦tico caso de que estuviera en Espa?a y hablara nuestro idioma, dada la remota circunstancia de obligarlo a ver el Mundial, ver¨ªamos el terror nublar sus ojos. Al escuchar a los comentaristas, pensar¨ªa que celebramos unas justas medievales. ¡°Ha intentado el pase de la muerte¡±, repiten los narradores hasta una docena de veces en cada tiempo. Insisten tanto que el mort¨ªfero jaque a la porter¨ªa contraria resulta m¨¢s omnipresente que el fuera de juego.
Nuestro biso?o espectador sospechar¨ªa que el c¨¦sped iba a acabar m¨¢s ba?ado en sangre que la Escocia de lady Macbeth. Solo se calmar¨ªa al comprender que los narradores ¡ªque aprendieron su oficio de generaci¨®n en generaci¨®n heredando los trucos de la radio¡ª exageran. ¡°Saltan al campo¡±, exclaman con una energ¨ªa que a los jugadores les falta. Y los futbolistas entran en plano con el ritmo mec¨¢nico de los obreros de Metr¨®polis. Ni atisbo de saltar.
Ser¨ªa casi un t¨®pico decir que los narradores aman los t¨®picos. Como ese ¡°todo est¨¢ preparado¡± a unos minutos del pitido inicial. Pues solo faltaba. Pero hay que reconocerles su af¨¢n por popularizar la anatom¨ªa recitando nombres de m¨²sculos como si pasaran revista al hombre de Vitruvio. Y su compromiso con la f¨ªsica elemental: ¡°No se pueden atravesar cuerpos humanos¡±.
Maestros de la geograf¨ªa y del gentilicio, expertos en predicciones retroactivas ¡ª¡°si hubiera visto a su compa?ero, eso hab¨ªa acabado en gol¡±¡ª tienen ahora un comod¨ªn infalible para partidos narc¨®ticos. El VAR, deidad tecnol¨®gica que vela con m¨¢s ojos que Argos. Si los narradores de ahora hubieran vivido en 1787, cuando un ¨¢rbitro utiliz¨® por primera vez un artilugio con el que reafirmar su autoridad, no habr¨ªan hablado de otra cosa. ¡°Es una novedad a la que nos acostumbraremos¡±. El artilugio era un silbato. Y nos acostumbramos, s¨ª.
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