Mujer dif¨ªcil
La nicarag¨¹ense Ana Ilce G¨®mez nunca quiso recoger en libro sus versos de ra¨ªz ind¨ªgena. Sin embargo, todo lo que escribi¨® desemboca en ellos. Ahora se publica su 'Poes¨ªa reunida'
Desde que Augusto Monterroso y B¨¢rbara Jacobs prepararon una Antolog¨ªa del cuento triste es fuerte la tentaci¨®n de agrupar los textos literarios en funci¨®n de uno de sus detalles. El viaje hacia el pasado, por ejemplo. No como un yanqui a la corte del rey Arturo sino hacia el origen del mundo o, por qu¨¦ no, hacia el ¨²tero materno. Ese viaje es el que hicieron Alejo Carpentier en?Viaje a la semilla y Francis Scott Fitzgerald en?El curioso caso de Benjamin Button. Por supuesto, su mayor virtud no est¨¢ en la ocurrencia de contar una historia avanzando hacia atr¨¢s sino en hacerla veros¨ªmil.
A esa hipot¨¦tica antolog¨ªa contra el tiempo habr¨ªa que sumarle?Canto y llanto de los abuelos, el largo poema que cierra ahora la Poes¨ªa reunida de Ana Ilce G¨®mez, reci¨¦n publicada por Pre-Textos. La escritora nicarag¨¹ense, que muri¨® en noviembre pasado a los 72 a?os, nunca quiso recoger esos versos en un libro y, sin embargo, todo lo que escribi¨® parece destinado a desembocar en ellos. Todo lo que escribi¨® no es mucho: 150 p¨¢ginas, dos poemarios. Entre el primero ¨CLas ceremonias del silencio (1989)- y el segundo ¨CPoemas de lo humano cotidiano (2004)- cuaj¨® la voz de una autora que nunca busc¨® el ¨¦xito f¨¢cil (¡°el dif¨ªcil mucho menos¡±). ¡°Nada ni nadie / asombrar¨¢ o derribar¨¢ / a esta mujer / que sabe que proviene del vientre / suave y palpable de otra mujer / y no de una ins¨®lita / costilla¡±. As¨ª de claro lo ten¨ªa alguien que se asustaba, dicen, cuando alguien pronunciaba su nombre en p¨²blico.
Seg¨²n Sergio Ram¨ªrez, que prologa su?Poes¨ªa reunida, era ¡°hura?a y discreta¡± aunque de risa f¨¢cil. Naci¨® en el barrio ind¨ªgena de Monimb¨®, en Masaya -la ciudad que estos d¨ªas se ha convertido en el s¨ªmbolo de la resistencia contra Daniel Ortega-, pero es complicado rastrear ese origen en sus poemas. Cuando le preguntaron por qu¨¦ nunca escrib¨ªa sobre ¡°su gente¡±, respondi¨®: ¡°Porque no se me viene¡±. Hasta que un d¨ªa se le vino Canto y llanto de los abuelos, un centenar de versos en los que vemos c¨®mo la obra de los conquistadores se deshace ante nuestros ojos, el agua retorna al p¨¢ramo, los ni?os vuelven a llamarse como en los c¨®dices precolombinos ¨CTonatzin, Tzotzocolli, Nancim¨ª- y ¡°nos preparamos para saludar / el m¨¢s deslumbrante de los d¨ªas¡±.
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