Masaya, la ciudad heroica de Nicaragua
Sus vecinos, levantados en barricadas, son el s¨ªmbolo de la resistencia contra el asedio de las fuerzas de Daniel Ortega
Las barricadas fueron moment¨¢neamente removidas en Masaya para abrir paso a los obispos de Nicaragua, que el jueves se trasladaron hasta esta ciudad levantada contra el Gobierno del presidente Daniel Ortega. El cardenal Leopoldo Brenes, el obispo auxiliar de Managua, Silvio B¨¢ez, y el representante del Vaticano, Stanislaw Waldemar Sommertag, levantaban sus sotanas para poder andar libremente entre los huecos abiertos en estas trincheras, seguidos por una multitud bajo un sol que cegaba y abrasaba la piel, en una improvisada procesi¨®n cuya finalidad era evitar una matanza.
Horas antes se hab¨ªa alertado de que camionetas cargadas con decenas de hombres armados leales al presidente se dirig¨ªan a Masaya para tomar la ciudad, cuyos habitantes, en una muestra de rebeld¨ªa inaceptable para Ortega, se hab¨ªan declarado ¡°libres¡± del r¨¦gimen y anunciaban que proclamar¨ªan una junta de gobierno propia.
Las llamadas camionetas de la muerte avanzaban por la carretera a Masaya y en Ticuantepe, a 16 kil¨®metros de la entrada de la ciudad rebelde, comenzaron a a disparar contra los pobladores que las proteg¨ªan. Las mujeres de la comunidad salieron con cacerolas y cucharones a enfrentarse con estos hombres armados por el r¨¦gimen, grupos irregulares que siembran el terror en las calles de Nicaragua, pero a pesar de su valent¨ªa no pudieron evitar la destrucci¨®n de las trincheras y el avance de las huestes.En Managua, mientras tanto, Brenes, B¨¢ez y Sommertag se reun¨ªan en la catedral para una jornada de oraci¨®n. Sommertag, sacerdote de origen polaco reci¨¦n llegado a Nicaragua, no se imaginar¨ªa que en unas horas tendr¨ªa su bautizo de fuego tropical.
Los curas fueron alertados del ataque a Masaya, de la pretensi¨®n de Ortega de tomar a balazos la ciudad, y decidieron organizar una caravana para evitar el ataque. Fueron despedidos de Managua como salvadores. Centenares de personas sal¨ªan de sus casas y oficinas, con las banderas de Nicaragua ondeando, para saludar el autob¨²s en el que viajaban los religiosos. Dentro, ellos cantaban en lat¨ªn.
El jueves los vecinos de la ciudad se encerraron en sus viviendas, resguardando a ni?os y ancianos, mientras centenares de j¨®venes proteg¨ªan las barricadas. Cuatro d¨ªas antes el Gobierno hab¨ªa enviado a sus huestes a atacar la ciudad, en una jornada de horror que dej¨® ¡ªseg¨²n organizaciones de derechos humanos¡ª al menos seis muertos y 35 heridos.
Cuando la noticia de la caravana corri¨® por las redes sociales y fue retransmitida en directo por la televisi¨®n, los vecinos de la ciudad abrieron puertas y ventanas y salieron al paso de los obispos con banderas blancas. ¡°?Paz! ?Paz! ?Queremos paz!¡±, gritaban. Las mujeres se hincaban sobre las ardientes aceras y con las manos alzadas, atacadas por el llanto, imploraban una intervenci¨®n divina. Los obispos y el representante del Vaticano se apearon del autob¨²s y comenzaron una procesi¨®n que es una de las im¨¢genes m¨¢s surrealistas que ha dejado la crisis nicarag¨¹ense, que en m¨¢s de dos meses lleva un saldo de 212 muertos.
?Ni un muerto m¨¢s!
Las campanas de las iglesias doblaron. La muchedumbre ¡ªharta del asedio, la violencia, la muerte y el terror¡ª segu¨ªa a los sacerdotes tomada de la mano, con los rostros humedecidos por las l¨¢grimas. Y las huestes de Ortega, al paso de la procesi¨®n, se retiraban de la ciudad ind¨ªgena. Los obispos avanzaron hasta el valiente barrio de Monimb¨® y, exaltado, B¨¢ez decret¨®: ¡°?Ni un muerto m¨¢s en Masaya!¡±, seguido por el retumbar de los vecinos de la ciudad cuyas voces se convirtieron en un ¨²nico grito hondo, desgarrador, de libertad.
Silvio B¨¢ez y Edwin Rom¨¢n, p¨¢rroco de San Miguel, se estrecharon en un abrazo lleno de simbolismo. Rom¨¢n abri¨® su parroquia desde el inicio de las manifestaciones, en abril, para atender heridos y proteger a los j¨®venes alzados contra Ortega. El p¨¢rroco se ha convertido en una suerte de h¨¦roe civil: se enfrenta a las huestes, exige la liberaci¨®n de los presos y ha tenido que dar la unci¨®n a los que han ca¨ªdo en las trincheras. La imagen de B¨¢ez y Rom¨¢n abrazados y llorando conmovi¨® a todo el pa¨ªs.
Los sacerdotes avanzaron hasta el cuartel de la Polic¨ªa y tras una hora de negociaciones con las autoridades, les arrancaron la promesa de que no atacar¨ªan la ciudad y liberar¨ªan a los presos. Cuando los curas regresaron a la capital, las barricadas fueron reforzadas. La heroica Masaya, tras dos meses de asedio, respiraba moment¨¢neamente con tranquilidad.
Un enclave con larga trayectoria rebelde
Masaya ¡ªlocalizada a 35 kil¨®metros al sureste de Managua¡ª ha soportado casi dos meses de asedio del r¨¦gimen del presidente Daniel Ortega. Esta ciudad, que forma parte de un extenso y hermoso valle irrigado por lagunas y en el que se han asentado pl¨¢cidos pueblecitos, tiene una historia de rebeld¨ªa y heroicidad desde tiempos de la colonia, cuando sus habitantes ind¨ªgenas rechazaron el yugo del conquistador.La sangre ind¨ªgena corre por las venas de los vecinos de Masaya, especialmente en el valiente barrio de Monimb¨®, donde la resistencia contra Ortega ha sido m¨¢s fuerte. Y esa rebeld¨ªa parece mantenerse en el ADN de esta gente de piel morena, rostros redondos, ojos rasgados y espesas cabelleras negras.
Fue Masaya una de las primeras ciudades en rebelarse contra el general Anastasio Somoza ¡ªque durante la insurrecci¨®n guerrillera de finales de los a?os setenta contra su dictadura lanz¨® una ofensiva destructiva contra la poblaci¨®n masayense¡ª y es la primera ciudad en enfrentarse ahora al r¨¦gimen de Ortega, cuya autoridad sus vecinos ya no reconocen. Para Ortega, tener un autogobierno a apenas 35 kil¨®metros de su residencia, es una amenaza imperdonable. Por eso ha enviado camionetas de antidisturbios con pasamonta?as y con fusiles Kal¨¢shnikov de asalto.Gracias a las gestiones de los obispos y entre llantos y abrazos de sus familiares, 15 j¨®venes fueron llevados el viernes por la polic¨ªa a la catedral de Managua y otros 11 quedaron libres en Masaya. Dos de ellos son menores de edad. Todos denunciaron golpes y abusos de fuerzas policiales y paramilitares.
Managua vive una jornada de terror, con al menos tres muertos
Teyler Leonardo Lor¨ªo Navarrete se convirti¨® el s¨¢bado en una de las v¨ªctimas de menor edad de la crisis que afecta Nicaragua. El beb¨¦ muri¨® de un disparo en la cabeza en el barrio Am¨¦ricas Uno, de Managua, cuando grupos irregulares fuertemente armados atacaron ese vecindario, seg¨²n el relato de Karina Navarrete, madre del ni?o.
Managua vivi¨® el s¨¢bado una jornada de terror, con grupos parapoliciales patrullando la ciudad desde horas de la madrugada. El primer ataque se registr¨® en la Universidad Nacional Aut¨®noma de Nicaragua (UNAN), donde decenas de j¨®venes se mantienen atrincherados en protesta contra el Gobierno de Daniel Ortega. Las balas comenzaron a sonar desde la una de la madrugada y el asedio a la universidad se extendi¨® hasta las cuatro de la ma?ana del s¨¢bado. Estudiantes relataron que encapuchados asaltaron la universidad dejando dos muertos y al menos 15 heridos. La Iglesia env¨ªo a un grupo de sacerdotes hasta el campus. Lograron la liberaci¨®n de tres j¨®venes detenidos: Alberto Mart¨ªnez, Dustin Mart¨ªnez y Alberto Jim¨¦nez.
Estos actos violentos se registraron un d¨ªa antes de que una delegaci¨®n de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visite el pa¨ªs para instalar el denominado Mecanismo Especial de Seguimiento para Nicaragua, que intenta esclarecer los hechos de violencia que desangran este pa¨ªs y que han dejado al menos 212 muertos, seg¨²n el m¨¢s reciente informe de la CIDH, que culpa al Estado de estos asesinatos.
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