No queda nadie bueno
El argumento, las situaciones y los personajes rezuman tensi¨®n, violencia evidente y subterr¨¢nea, profesionalidad
SICARIO: EL D?A DEL SOLDADO
Direcci¨®n: Stefano Sollima.
Int¨¦rpretes: Benicio del Toro, Josh Brolin, Isabela Moner.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 122 minutos.
Maldigo normalmente ese abusivo negocio consistente en que los ordenadores impongan precuelas, secuelas, remakes y reboots de todo lo que haya logrado ¨¦xito comercial, independientemente de eso tan aleatorio y prescindible llamado calidad. Tambi¨¦n confieso que, en alg¨²n caso ins¨®lito, no me importar¨ªa pasarme la vida devorando con ¨¦xtasis y hasta el infinito aquella trilog¨ªa genial llamada El Padrino. Admito que la tercera parte desfallec¨ªa un poco, pero el estado de gracia de las dos anteriores es absoluto. Bueno, mejor que acabara con el grito espeluznante de Michael Corleone (seguro que Coppola se inspir¨® en el cuadro de Munch) y en aquella certeza de Philip Marlowe despidiendo El largo adi¨®s de que ya todo es triste, solitario y final. Mejor que esa obra de arte no admitiera sucesiones.
Sicario: el d¨ªa del soldado es la continuaci¨®n de Sicario, una atractiva, dura y espectacular pel¨ªcula que dirigi¨® ese se?or tan ecl¨¦ctico llamado Denis Villeneuve. Aqu¨ª le releva el italiano Stefano Sollima, autor de series m¨¢s que visibles sobre diversas mafias como Gomorra y Roma criminal. Lo que no ha cambiado es el muy solvente guionista Taylor Sheridan. El argumento, las situaciones y los personajes rezuman tensi¨®n, violencia evidente y subterr¨¢nea, profesionalidad. Y el metraje transcurre deprisa, la trama interesa, posee ritmo, las secuencias de acci¨®n (que son muchas) est¨¢n muy bien rodadas, es un entretenimiento digno y s¨®lido, algo bastante agradecible en la ¨¦poca veraniega, ancestralmente plagada de saldos.
El narcotr¨¢fico mexicano sigue dando juego en el cine, las series y la literatura. Normal. Es la apoteosis del horror, el desprecio absoluto por la vida ajena, las venganzas rituales. Una guerra imposible de ganar para las presuntas fuerzas del orden. Lo ¨²ltimo se afirmaba desoladamente en Traffic, la magistral pel¨ªcula de Steven Soderbergh, constatando que siempre habr¨¢ oferta mientras que exista demanda y la primera dispone de tanto poder que corrompe todo y a todos. Y nadie que haya conocido al atildado, suave, cerebral e implacable due?o de Pollos hermanos en la serie Breaking Bad podr¨¢ olvidar a ese genio del narcotr¨¢fico. El gran Cormac McCarthy escribi¨® sobre ese negocio tan voraz como s¨®rdido en el guion de El consejero y en su novela No es pa¨ªs para viejos. Y recomiendo a todos los que quieran informarse sobre el tema que lean la impresionante novela de Don Winslow El poder del perro. Su continuaci¨®n El cartel no era desde?able, pero no alcanzaba el nivel de la anterior.
En Sicario: el d¨ªa del soldado, la guerra sucia (?Ha existido alguna limpia? Ir¨ªa contra su naturaleza) de la DEA contra el narco se complica a¨²n m¨¢s porque hay noticias de que los yihadistas tambi¨¦n se est¨¢n colando por la frontera de M¨¦xico. Y las sofisticadas y pragm¨¢ticas fuerzas de seguridad estadounidenses prescinden de in¨²tiles barreras morales y secuestran a la hija de uno de los jefes del tr¨¢fico. Volvemos a encontrarnos con tipos tan inquietantes como siniestros, gente que practica con admirable eficiencia y sin el menor escr¨²pulo su tenebroso oficio. Son el retorcido agente federal Matt Graver y el sicario con insaciable sed de venganza Alejandro Gillick. Los encarnan dos actores excelentes, aut¨¦nticamente duros, fulanos que imprimen veracidad, peligro, magnetismo y complejidad a su extensa galer¨ªa de villanos. Se llaman Josh Brolin y Benicio del Toro, respectivamente, siempre cre¨ªbles, asumiendo el protagonismo o como secundarios de lujo.
Babelia
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