El ¨²ltimo Philip Kerr es para el verano
Reservarse hasta vacaciones la novela p¨®stuma de las aventuras del detective Bernie Gunther posterga la inevitable despedida
Es dif¨ªcil decidir cu¨¢ndo dar¨¢s el adi¨®s definitivo a un viejo amigo. De hecho a dos. Si la muerte de Philip Kerr el pasado 23 de marzo fue un mazazo, la idea de que con ¨¦l se marchaba su principal criatura, el detective Bernie Gunther, redondeaba la tristeza de la p¨¦rdida. La noticia de que el novelista dejaba por publicar una aventura del c¨ªnico pero honrado polic¨ªa berlin¨¦s contempor¨¢neo de los nazis mitigaba la pena, pero ahora, con el libro en la mano, Greeks bearing gifts, que ans¨ªo devorar, me encuentro ante la tremenda disyuntiva de cu¨¢ndo leerlo, sabiendo que el d¨ªa que d¨¦ la vuelta a la p¨¢gina 511, la ¨²ltima, se habr¨¢n acabado para siempre Gunther y la parte que quedaba de Philip. Es un dilema que no tienes, no s¨¦, con Proust, a pesar de que sabes que tampoco habr¨¢ m¨¢s En busca del tiempo perdido (afortunadamente, porque ya es muy larga).
Me compr¨¦ la novela p¨®stuma de Kerr, calentita, en la edici¨®n estadounidense, el 8 de abril en el aeropuerto de Atenas, con la gracia de pensar que era una buena despedida le¨¦rmela mientras viajaba por Grecia. La historia, con el trasfondo del exterminio de la comunidad jud¨ªa de Tesal¨®nica y asuntos de navieras, transcurre en buena parte en localizaciones helenas, adem¨¢s de en M¨²nich (y, temporalmente, en 1957, un a?o que aprecio mucho porque nac¨ª yo). Pero aunque me asom¨¦ disimuladamente a algunas p¨¢ginas ¨Cqui¨¦n habr¨ªa podido resistirse a ello: ?he visto que sale el esquivo SS Alois Brunner!- , decid¨ª guardarme el melanc¨®lico placer de la lectura completa para el verano (tambi¨¦n he le¨ªdo la siguiente frase de Bernie, de aperitivo: ¡°A no ser que hables con Bertolt Brecht o Albert Einstein, nunca preguntes a un alem¨¢n que hizo durante la guerra¡±: ?qu¨¦ grande!).
Me ha costado mantenerme firme en el prop¨®sito (me encanta hacer espoilers), pero es que las pasadas vacaciones estivales fui el m¨¢s dichoso de los mortales en la playa leyendo ¨Catrac¨®n Kerr/Gunther- las dos anteriores novelas, The other side of silence y Prusian Blue, y me llena de ilusi¨®n repetir la feliz experiencia, aunque sea por ¨²ltima vez. En el fondo es como reservarte una buena botella de vino para abrirla en una ocasi¨®n especial.
Unas palabras sobre Prusian Blue, que acaba de publicarse ahora en castellano (Azul de Prusia, RBA). Adelantarse con las ediciones en ingl¨¦s, que por un lado farda, tiene su castigo: de no ser por mis ansias compulsivas de leer las novelas de Gunther ahora me quedar¨ªan no una sino dos. Y esa pen¨²ltima es de las muy buenas. La aventura transcurre en paralelo en 1956, con Gunther huyendo de la Stasi y el MI5, y en abril de 1939 ?en el Berghof!, el refugio de Hitler en los Alpes b¨¢varos. En Instagram ¨Cla cuenta de Kerr la visitas hoy con suma nostalgia- pueden verse algunas fotos del autor en esos parajes del Obersaltzberg, como tambi¨¦n una de espaldas en el zoo de Berl¨ªn, un lugar que le gustaba mucho, varias desde el Hotel Adlon, su favorito, del que hab¨ªa sido detective privado Bernie y que una vez compartimos (en habitaciones separadas), y otra en la que luce la camiseta del Atl¨¦tico de Bilbao. En otra m¨¢s, de Edimburgo, su ciudad, anot¨® que le gustar¨ªa morir all¨ª (muri¨® en Londres).
En Azul de Prusia, Gunther tiene que lidiar con Rudof Hess y sobre todo con Martin Bormann, y suelta una de sus frases antol¨®gicas: ¡°Bueno, ?por qu¨¦ no ser nihilista?, uno ha de creer en algo¡±... Qu¨¦ gran tipo. Desde la trilog¨ªa original que compone Berlin Noir hemos pasado tantas cosas juntos... Lo que me ocurre ahora con Kerr es parecido a lo que me sucedi¨® en su d¨ªa con Patrick O¡¯Brian (al que tambi¨¦n conoc¨ª: qu¨¦ buen whisky y qu¨¦ mala leche ten¨ªa el tipo), si bien cuando falleci¨® este me quedaban por leer a¨²n siete de sus novelas marinas de la serie del capit¨¢n Jack Aubrey y el naturalista y cirujano Stephen Maturin (las le¨ª en vacaciones, algunas incluso navegando, aunque sin ca?ones). En realidad estaban ya publicadas todas en ingl¨¦s, pero a ver qui¨¦n se le¨ªa a O¡¯Brian en su idioma original con el avispero de terminolog¨ªa n¨¢utica, en el que ca?a a barlovento es weather helm, imbornal, scupper y ballestrinque se dice cloue hitch. Todo lo cual ignoro en ambos idiomas. Cuando muri¨® O¡¯Brian dej¨® ¨²nicamente tres cap¨ªtulos mecanografiados de su siguiente novela, la 21, sin t¨ªtulo siquiera. Ese material lo public¨® aqu¨ª, como todo lo del autor, Edhasa. Pero con eso, snif, ya no navegabas a ninguna parte.
Dec¨ªa que la novela p¨®stuma de Kerr la voy a leer en vacaciones. Se me ocurre que la empezar¨¦ en una fecha tan se?era como el 20 de julio. Es el d¨ªa que comienzo mi merecida holganza pero tambi¨¦n el del atentado contra Hitler que protagoniz¨® el conde Stauffenberg (una de cuyas nietas, por cierto, iba al colegio con la hija de Kerr). Lo que me hace pensar que hubiera sido bonito ver al detective enredado, a su peculiar manera, en la conspiraci¨®n para matar al tirano. Aunque su creador aseguraba que jam¨¢s lo pondr¨ªa cara a cara con el mism¨ªsimo Hitler ("nunca hay que ense?ar al monstruo principal"), quedaba, ay, tanto III Reich para contar desde la apasionante perspectiva de Philip Kerr y de Bernie Gunther...
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