De paseo por el Berl¨ªn nazi
Philip Kerr recorre los escenarios de su nueva novela en la Alemania de Hitler
Compartir el postre favorito de Hitler, Kaiserschmarrn -una especie de cr¨ºpes troceados y dulc¨ªsimos-, crea v¨ªnculos. Que se estrechan a¨²n m¨¢s si bebes juntos schnapps en un bar de la Kurf¨¹rstendamm de Berl¨ªn o paseas codo con codo, estremecido, sobre las ruinas del F¨¹hrer Bunker y los restos del viejo cuartel de la Gestapo en la Prinz Albrecht Strasse. "Aqu¨ª fusilaban con tanta puntualidad que la gente al o¨ªr las descargas pon¨ªa en hora los relojes", explica con su habitual iron¨ªa en el viejo paisaje del horror (y r¨ªete t¨² del pasaje del terror), el escritor Philip Kerr.
El autor de Berlin Noire, una de las grandes series del policiaco, protagonizada por el c¨ªnico, mujeriego y definitivamente inolvidable detective Bernie Gunther, que trabaja en un ambiente tan negro como el de la Alemania nazi, ha viajado a la capital alemana para presentar su nueva novela del ciclo, la sexta, Si los muertos no resucitan, ganadora del Premio Internacional de Novela Negra RBA. Recorrer con ¨¦l los escenarios de su narrativa es una experiencia sensacional que adem¨¢s permite conocer a fondo al autor y su m¨¦todo de creaci¨®n (?hay que ver c¨®mo se documenta!). Uno se entera tambi¨¦n de cosas m¨¢s ¨ªntimas, como de que detesta los Juegos Ol¨ªmpicos -los nazis del 36, tel¨®n de fondo de su nueva novela, pero tambi¨¦n los de Londres del 2012-, que sali¨® por piernas de una visita al castillo de las SS en Wewelsburg o que su hija peque?a va al colegio con una nieta de Von Stauffenberg.
En 'Si los muertos no resucitan', la mafia interviene en los JJ OO nazis
El por qu¨¦ del universal e inagotable inter¨¦s por los nazis, Kerr lo tiene claro: "A todos nos fascina la extrema maldad; los nazis son como Dr¨¢cula, pero reales. Aluden adem¨¢s a nuestra propia oscuridad: ninguno estamos libres de hacer lo que hicieron".
El paseo por Berl¨ªn con Kerr no es tan duro como los que acostumbra su detective (vamos, que no hay que pegarse con los matones de las SA ni te obligan a subir a un coche oscuro los villanos con cara de cuero de la Gestapo), pero hace un fr¨ªo que congela la Historia y que s¨®lo se hace soportable por el inter¨¦s de lo que el novelista explica y por los guantes y el gorro ruso adquiridos a precio de estraperlo en un puesto callejero cerca del Checkpoint Charlie. Luego hay que quit¨¢rselo todo para entrar al hotel con la prestancia que ¨¦ste exige. Y es que Kerr (?y nosotros!) se aloja en el Adlon (Unter der Linden, 1), el gran hotel hist¨®rico-literario de Berl¨ªn, el hotel escenario de, precisamente, Gran Hotel (la novela y la pel¨ªcula) de Vicky Baum, que aparece en Adi¨®s a Berl¨ªn de Isherwood y en el que a veces quedaba la querida Sally de Cabaret para un revolc¨®n, el marco de tantas historias rom¨¢nticas, de esp¨ªas y de guerra. Un lugar en el que la cama de tu habitaci¨®n permite dar cuatro vueltas completas (comprobado), hay mujeres misteriosas clavadas, ?oh!, a Greta Garbo y m¨¢s m¨¢rmol que en una cantera, como dice en Si los muertos no resucitan Gunther, a la saz¨®n detective del Adlon, escenario fundamental de la trama.
La primera parte de la novela transcurre en 1934, con los nazis consolid¨¢ndose en el poder y los jud¨ªos (y los buenos alemanes, como nuestro Gunther, que adem¨¢s se descubre una abuela hebrea) aprendiendo lo que eso significa. El ex polic¨ªa se ve involucrado en una intriga que mezcla la Berl¨ªn preol¨ªmpica de Hitler con la mafia estadounidense (un tema a explorar) e incluye figuras nazis, boxeadores, una bella y desenvuelta ("espero que hayas tra¨ªdo la lanza de Parsifal, Gunther") periodista jud¨ªa americana, un g¨¢nster con metralleta Thompson y picahielo y varios asesinatos. La segunda parte de la novela transcurre en La Habana en 1954 y en ella aparece como secundario de lujo Guillermo Cabrera Infante.
Hablando cerca de la azotea del Adlon, adonde los clientes se encaramaron en 1933 para ver las llamas del Reichstag, Kerr defiende el sentido de humor de los alemanes. "Lo tienen, lo que pasa es que es muy negro, amargo, grotesco a veces. El de Gunther tiene mucho de rebeld¨ªa. Si no fuera por eso, la historia ser¨ªa demasiado depresiva". Del sentido moral del detective dice: "Yo fui criado as¨ª. Los escoceses somos una raza con grandes conflictos morales. La lucha de Gunther contra los nazis puede parecer perdida en t¨¦rminos hist¨®ricos, pero obtiene algunos peque?os triunfos, y mostrar eso es importante".
Gunther va a seguir (?viva!). Su pr¨®xima aventura transcurrir¨¢ en la c¨¢rcel de Landsberg, encerrado con los peores nazis -los mandos de los Einsatzgruppen de las SS- , y tambi¨¦n como prisionero de guerra de los rusos. Con esos escenarios, sin duda a?oraremos el Adlon.
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