Shakira, un cicl¨®n que viaja en bicicleta
Se la intu¨ªa empeque?ecida a la cantante colombiana en Madrid en una cita que le deb¨ªa servir de revulsivo y para la que contaba con un p¨²blico predispuesto
?Shakira en horas bajas? Una hip¨®tesis tentadora, si reparamos en que las dos anteriores visitas madrile?as de la barranquillera tuvieron lugar en el festival Rock in R¨ªo (2010) y el Vicente Calder¨®n (2011) ante 50.000 espectadores y anoche, pese al tiempo transcurrido, sufri¨® para agotar las 14.000 entradas del WiZink Center. Suponemos que la (relativa) desafecci¨®n no proviene de circunstancias futbol¨ªsticas, sino de que la competencia se ha multiplicado en los territorios de la m¨²sica latina de baile. Pero se la intu¨ªa empeque?ecida a Shakira Isabel Mebarak en una cita que le deb¨ªa servir de revulsivo y para la que contaba con un p¨²blico predispuesto, veinte a?os largos de repertorio exitoso y docenas de banderas colombianas diseminadas por pista y grader¨ªos.
Inaugurar el repertorio con Estoy aqu¨ª pareci¨® ayer m¨¢s autoafirmativo que nunca, despu¨¦s de esa hemorragia en las cuerdas vocales que en oto?o oblig¨® a nuestra rub¨ªsima diva a cancelar sine die esta gira mundial. ¡°Muchas veces pens¨¦ que no volver¨ªa a cantar nunca m¨¢s, pero los milagros existen¡±, se sincer¨® al cuarto de hora, quiz¨¢ con ¨¢nimo confesional y tranquilizador para con ¡°los amigos en las buenas y en las malas¡± que la aclamaban. Pero es dif¨ªcil sustraerse a la sensaci¨®n de que Shaki se siente a¨²n achantada, insegura, temerosa ante la cercan¨ªa de una experiencia que debi¨® de ser pesadillesca. Dispone de un sexteto solvente para arroparla, no abusa de los sonidos pregrabados ni de la pirotecnia verbenera, ofrece un espect¨¢culo org¨¢nico, cercano, ameno y dign¨ªsimo. Pero la fiereza vocal de siempre se ha lastrado y retra¨ªdo. Ni se la escucha poderosa ni confiada. La loba devenida, vaya por Dios, en lindo gatito.
A ello hay que sumarle el peaje que la creadora de?Hips don¡¯t lie, mujer temperamental y corajuda, ha terminado pagando con la eclosi¨®n del reguet¨®n y dem¨¢s baratijas r¨ªtmicas ahora mismo en vigor. Contar desde las pantallas gigantes con las voces enlatadas de Nicky Jam (Perro fiel) o Maluma Puro chantaje) contribuye a generar irrealidad, nos transporta desde un concierto en vivo a una vulgar sala de fiestas. Y solo podemos corroborar que?Me enamor¨¦ es una cancioncita tan infantil y desdichada como ese v¨ªdeo con letras de colorines que la acompa?a. El amigo Gerard, tan buen mozo ¨¦l, seguramente merecer¨ªa algo un poco mejor.
Queda la baza de la sensualidad, a la que Shakira no renuncia pero de la que tampoco abusa. Se trata de una l¨ªnea delgada en la que ella se maneja con elegancia estupenda, aun a sabiendas de que sus caderas siguen dibujando curvas inimaginables durante la introducci¨®n de?Suerte, un momento para el que recupera su condici¨®n de deidad con los pies descalzos. Sirve como hito euf¨®rico de la velada, pero va seguido por el contrapunto melodram¨¢tico -viol¨ªn incluido- de?Underwater y la soleada candidez de?Amarillo, en la que nuestra protagonista, ya de negro discreto, empu?a una guitarra ac¨²stica con la caja estampada en tonos rojos y anaranjados. Bueno, y con una foto de su novio en la tapa, ya que quieren saberlo todo.
Lo mejor que podemos decir ahora mismo de Shakira es que hace prevalecer su condici¨®n de m¨²sico sobre cualquier otro criterio. Ejerce (t¨ªmidamente) de rockera afilada en?Inevitable, guitarra el¨¦ctrica en ristre; conduce a su banda hasta el centro del pabell¨®n para una dulce lectura ac¨²stica de?Antolog¨ªa y hasta empu?a las baquetas de la bater¨ªa al final de?Can¡¯t Remember to Forget You, con su tenue aroma de ¡®dub¡¯ jamaicano. Fueron los mejores momentos de una noche en la que los himnos balomp¨¦dicos, La la la y?Waka waka, evocaban aquello de la cuerda y la casa del ahorcado, y donde el final (La bicicleta) sugiri¨® que el cicl¨®n de Barranquilla, efectivamente, ha aminorado su velocidad de crucero.
Babelia
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