Tres core¨®grafas elevan el list¨®n de la creaci¨®n moderna
Anna Teresa de Keesmaeker, Crystal Pite y Maud Le Pladec demuestran la pujanza de la mujer en el terreno de la invenci¨®n cor¨¦utica
El festival de Montpellier cierra hoy domingo su 38? festa de la danza y se acerca su edici¨®n redonda (40? aniversario en 2020) con un programa en cierto sentido ¡°preparatorio¡±, de altura en personalidades y en oferta espectacular. Muy en serio, ya sin dudas como el segundo evento de Francia en la especialidad tras la Bienal de Lyon, el evento mediterr¨¢neo agrupa una selecci¨®n aguda y latente de la actualidad coreogr¨¢fica, no desprecia estilos, maneras locales o tendencias, sino muy al contrario, las re¨²ne en un di¨¢logo vivo y conclusivo de que el arte cor¨¦utico va a la vez hacia adelante y hacia los lados, que no reniega de sus tradiciones y que busca en la nueva generaci¨®n las voces emergentes que tendr¨¢n el muy dif¨ªcil papel de sustituir y continuar el legado de las grandes promociones fundacionales bajo cuyo paraguas est¨¦tico seguimos viviendo hoy. Este ejemplo tan franc¨¦s resulta europeo, y si se apura, mundial. Naturalmente, los vecinos galos van con una ventaja mayor de los deberes hechos, desde la red de centros nacionales coreogr¨¢ficos a los eventos muy estabilizados como faros de din¨¢micos de exposici¨®n. Con esa base, el di¨¢logo creativo, los futuribles, la did¨¢ctica profesional y hasta la duraci¨®n de las nuevas obras constituyen un debate que no cesa y se retroalimenta, al que hay que estar muy atentos, una vez concienciados de que estamos en el c¨¦nit del cambio.
Jean-Paul Montanari (Argelia, 1947), director art¨ªstico desde 1983 del festival, lo hab¨ªa fundado dos a?os antes con Dominique Bagouet. Por fin en 2010 Montanari pone en marcha el Agora, Ciudad Internacional de la Danza, tras una larga, costosa y ejemplar restauraci¨®n del Convento de las Ursulinas, un imponente monumento nacional que fue de todo antes: monasterio, c¨¢rcel, polvor¨ªn, cuartel, centro de interrogatorios de la Gestapo, hasta llegar hoy a centro coreogr¨¢fico nacional, con sus teatros, salas de exposici¨®n, n¨²cleo de documentaci¨®n, sede principal del festival¡ el mejor de los usos y que ha creado una referencia obligada sobre la ciudad y la regi¨®n. All¨ª la core¨®grafa Maud Le Pladec, que lidera el Centro Coreogr¨¢fico Nacional de Orleans estren¨® la semana pasada en el Anfiteatro del gran patio circular del ?gora ¡°Twenty-seven perspectives¡±, sobre la Sinfon¨ªa inconclusa de Franz Schubert manipulada y reordenada a placer por el compositor e instrumentista Pete Harden (Reino Unido, 1979). La primera gran sorpresa es el trabajo casi quir¨²rgico de Harden, al servicio de la coreograf¨ªa, de los est¨ªmulos y acentos de una danza que parece relajada en un principio, pero que es todo concentraci¨®n y control din¨¢mico. Harden da la vuelva a los ataques de la sinfon¨ªa, los graba con fuego en la oreja del espectador y los brinda en un arm¨®nico extendido. Maud Le Pladec siempre ha concedido a la m¨²sica un papel preponderante en su trabajo, no la concibe de manera fr¨ªa o solo acompa?ante, y esta vez va m¨¢s lejos, entra en la idea de lo inconcluso, usa su lirismo para alimentar las figuras y el trasvase en¨¦rgico entre los 10 bailarines, una belleza de trabajo refinado y po¨¦tico.
Anne Teresa de Keesmaeker no pudo venir a Montpellier por una lesi¨®n para estrenar ¡°Mitten wir im Leben sind ¨C Bach6Cello suiten¡±, y fue sustituida en escena por Femke Gyselinck, una int¨¦rprete eficaz, muy distante y fr¨ªa, nada simp¨¢tica, pero que cumpli¨® con el deber ingrato de sustituir una personalidad como la de Anne Teresa, que tambi¨¦n es fr¨ªa, pero es otra cosa. Esta creaci¨®n, coproducida por el festival, cuenta con la m¨²sica en directo de Jean-Ghihen Queyras (Montreal, 1967), a quien se le considera a todos los efectos franc¨¦s: a los 5 a?os e mud¨® con su familia a Argelia y tres a?os m¨¢s tarde a Francia, y su justificad¨ªsimo prestigio dej¨® en la ?pera-Comedie de Montpellier una estela de gran m¨²sica y de ejemplar actitud ante la danza. Queyras cede a Keesmaeker y con su violonchelo de Gioffredo Cappa de 1696 deambula la escena, toca de espaldas al p¨²blico, hace complicidad en ciertos intencionados silencios. Dos horas de gran arte coreogr¨¢fico y gran m¨²sica, una uni¨®n perfecta; pi¨¦nsese que estos artistas no tienen fechas disponibles hasta m¨¢s all¨¢ del fin de 2020, y es l¨®gico. Los cinco bailarines aportan sus caracteres y peculiaridades f¨ªsicas y emocionales. Bach les ayuda a exprimirse en un a veces fraseo arcaizante, un an¨¢lisis dinamizado de las proporciones del hombre y el escenario como combate de ocupaci¨®n. Y c¨®mo no recordar al empezar la tercera suite a Rudolf Nureyev en junio de 1987 con la coreograf¨ªa de Francine Lancelot y de ¨¦l mismo, ¨²ltima vez que el divo ruso hizo este baile y que se conserva gracias a la grabaci¨®n que hizo Douce Fran?ois.
Y el Nederlands Danse Theater [NDT] trajo hasta la nueva ?pera Berlioz un programa triple donde brill¨® con luz propia la canadiense Crystal Pite (Terrace, 1970) y su nueva obra ¡°Partita for 8 Dancers¡±, sobre la electrizante y subyugadora m¨²sica de la compositora estadounidense Caroline Shaw (Greenville, 1982) ¡°Partita for 8 Voices¡±. La pieza fue estrenada ya en mayo de este a?o en La Haya con una gran acogida de cr¨ªtica y p¨²blico. Algo merecid¨ªsimo de esta inspirada mujer, la estrella canadiense del momento, con obras ya en el repertorio de la ?pera de Par¨ªs, Royal Ballet de Londres y el NDT, donde hoy es core¨®grafa asociada. Crystal fue bailarina preferida de Forsythe, y su primer paso con el neoyorkino fue ¡°In the middle¡¡±, un se?ero comienzo desde donde despeg¨® a lo que es hoy una realidad: la core¨®grafa actual m¨¢s firme. ¡°Partita¡¡± tiene algo de canto llano, de ritual primario, de transitada lecci¨®n de tinieblas. Bajo un tel¨®n inspirado en Mark Rothko, ocho bailarines reordenan el mundo oscuro, se buscan y persiguen una salida. Se comprueba que lo mejor que le ha pasado al NDT en mucho tiempo es la llegada de Pite; ella posee un c¨®digo expl¨ªcito que no se frena sino que se libera cada vez de forma novedosa, explosiva, y se conf¨ªa en las figuras monumentales, escult¨®ricas del grupo para dejar una visual poderosa. Estas mujeres core¨®grafas vienen a demostrar que ellas no se miran el ombligo (propio y ajeno) como los hombres a la hora de reglar la danza de creaci¨®n, una lecci¨®n que debe hacer razonar a todos.
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