Diez a?os sin Sergio Algora
En el aniversario de su muerte se publica la obra po¨¦tica completa del m¨²sico de La costa brava y El ni?o gusano
La vida de Sergio Algora fue breve: se interrumpi¨® de manera abrupta e inesperada el 9 de julio de 2008, sin que le diera tiempo a cumplir los 40 a?os ni a desarrollar completamente todo su arrollador talento e imaginaci¨®n. Algora, que naci¨® en Zaragoza en 1969, hab¨ªa padecido una endocarditis que se hab¨ªa resuelto con una operaci¨®n a coraz¨®n abierto y una v¨¢lvula mec¨¢nica. Era un enfermo cr¨®nico y muri¨® mientras dorm¨ªa, hace hoy 10 a?os. Gracias a su precocidad, le dio tiempo de hacer muchas cosas: escribir poes¨ªa y narrativa, tener un bar y una tienda de discos, y fundar uno de los grupos m¨¢s originales de la m¨²sica espa?ola: El ni?o gusano, al que le siguieron Muy poca gente y La costa brava, donde estaban Fran Nixon y Richi Vicente, entre otros. Le dio tiempo a cultivar extra?as habilidades, como comer fuego o hacer equilibrios malabar¨ªsticos con vasos. Tambi¨¦n fue lanzador de platos de tiro al plato.
A principios de a?o apareci¨® un volumen con su poes¨ªa completa, Celebrad los d¨ªas (Cham¨¢n ediciones), que reun¨ªa los poemarios de Sergio Algora publicados en vida (Envolver en humo, 1994; Paulus e Irene, 1998; Otro rey, la misma reina, 2003; Cielo ha muerto, 2005; Los versos dictados, 2005) y un poemario que qued¨® in¨¦dito a su muerte, Invierno. Este libro p¨®stumo hab¨ªa quedado en el ordenador de Algora. La que era su pareja, Maribel Ruiz, hizo llegar ese material al poeta y amigo de Algora Jes¨²s Jim¨¦nez Dom¨ªnguez, quien orden¨® el manuscrito ¡°guiado a partes iguales por el azar y mi intuici¨®n¡±, conservando las dos partes, Tinieblas, Y el coraz¨®n, en un gui?o a Joseph Conrad. En cuanto al t¨ªtulo, en cambio, Jim¨¦nez Dom¨ªnguez explica que la elecci¨®n no fue casual: ¡°El primer poema del primer libro de Sergio, Envolver en humo, comienza as¨ª: ¡®El invierno¡¡¯. Y el ¨²ltimo poema del ¨²ltimo libro, el in¨¦dito Invierno, termina as¨ª: ¡®¡ del invierno¡¯. Pens¨¦ que esta era una buena manera de armar una poes¨ªa reunida, de cerrar un ciclo vital¡±. Leer ahora este poemario es abrir por fin un mensaje enviado hace 10 a?os: es como viajar en el tiempo. La voz po¨¦tica conserva su potencia y su personalidad, no han caducado su fuerza ni las im¨¢genes que usa.
El material literario que nace de las situaciones cotidianas
Sergio Algora no era un escritor realista, admiraba a Philip K. Dick, Herman Hesse o Chuck Palahniuk. Pero eso no quiere decir que no se inspirara en la vida y en las cosas que le pasaban a ¨¦l o a su entorno: hab¨ªa convertido a su padre, que hab¨ªa sido revisor de trenes, en personaje de muchas de las an¨¦cdotas que contaba a sus amigos. Su mirada singular convert¨ªa situaciones cotidianas en material literario: una conversaci¨®n con un amigo le daba pie a inventarse un detective privado que resolv¨ªa casos absurdos; una fiesta de cumplea?os se convert¨ªa en un relato felliniano; su operaci¨®n de coraz¨®n y su convalecencia en el hospital en un cuento sobre un misterioso hombre que est¨¢ en la maternidad del hospital; a partir de los controles m¨¦dicos de su coagulaci¨®n elabor¨® una serie, entre el misterio y el humor, titulada "?Qu¨¦ hacen con nuestra sangre?".
Usaba su blog y las diferentes colaboraciones en prensa como banco de pruebas para sus relatos, que reuni¨® en dos vol¨²menes: A los hombres de buena voluntad (2006) y el p¨®stumo No tengo el placer (2008), ambos publicados en Xordica. Dej¨® una novela inacabada que suced¨ªa durante el segundo sitio a la ciudad de Zaragoza, en 1808, y estaba protagonizada por el ¨²ltimo superviviente de la guerra dos siglos despu¨¦s.
Quienes se acerquen a la poes¨ªa de Sergio Algora esperando encontrar poemas ligeros y accesibles pueden llevarse una decepci¨®n: es una poes¨ªa que bebe sobre todo del simbolismo franc¨¦s, de Rimbaud, de Baudelaire, de Verlaine, pero tambi¨¦n de Leopoldo Mar¨ªa Panero, Carlos Edmundo de Ory o John Ashbery, entre otros. Hay un malentendido con sus letras, sobre todo con las de El ni?o gusano: suele decirse que son surrealistas, algo que Algora rechazaba. Es cierto que hay im¨¢genes originales y juguetonas (¡°La mujer portuguesa y su bigote de gato / hacen cosquillas a un mono que viste trajes muy caros¡±; ¡°Me gusta m¨¢s que desayunar olerte sin nariz¡±); en Pon tu mente al sol canta: ¡°Yo no s¨¦ contar / lo que pasa en la realidad¡±.
Las letras de Algora, despojadas de las melod¨ªas alegres y juguetonas que las acompa?an, se acercan a sus poemas: presentan la b¨²squeda de un lenguaje nuevo que sea capaz de expresar su particular¨ªsima manera de ver el mundo. Jes¨²s Jim¨¦nez Dom¨ªnguez explica que en las letras, Algora ¡°se mostraba l¨²dico y hedonista, en su poes¨ªa encontramos una voz muy distinta: urgente y explosiva al principio, m¨¢s introspectiva y resignada al final. En ella hallamos los temas que m¨¢s le obsesionaron: el amor f¨ªsico y pasional, los fantasmas de la identidad y la consideraci¨®n, siempre tan presente, de la muerte¡±. En cualquier caso, el ¨²ltimo poemario, Invierno, es mucho m¨¢s accesible que los anteriores, pero comparte obsesiones con ellos: la presencia de la muerte, la enfermedad, la metaliteratura y siempre la b¨²squeda de un lenguaje nuevo que sirva para codificar su universo.Y de entre todas, la constante que aparece en sus letras en sus poemas y en sus narraciones es una total libertad creadora en la que se mov¨ªa con envidiable soltura.
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