Leopoldo Mar¨ªa Panero, maldito sea
El autor de ¡®Poemas del manicomio de Mondrag¨®n¡¯ y ¡®As¨ª se fund¨® Carnaby Street¡¯ muere a los 65 a?os tras una vida destilada en la escritura y la desmesura
¡°No ten¨ªa a nadie¡±. As¨ª resum¨ªa hace unas horas el editor Antonio Huerga la soledad en la que ha muerto Leopoldo Mar¨ªa Panero a los 65 a?os. Lo dec¨ªa para explicar la incertidumbre sobre los restos del poeta: ¡°?Incinerarlo? ?Enterrarlo? ?Qui¨¦n decide? No ten¨ªa a nadie¡±. Tras la desaparici¨®n de su hermano Juan Luis en septiembre pasado, la muerte de Leopoldo es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una convulsa historia familiar llevada al cine por Jaime Ch¨¢varri y Ricardo Franco. ?l dec¨ªa que prefer¨ªa la pel¨ªcula del segundo ¡°por los colores¡±. Lo dec¨ªa como lo dec¨ªa todo, con una salvaje ingenuidad llena de citas de poemas ajenos y propios, teor¨ªas conspirativas, cr¨ªticas a Espa?a, a la OTAN, a sus editores o a sus compa?eros en el psiqui¨¢trico de Las Palmas, donde se hab¨ªa recluido voluntariamente hace m¨¢s de una d¨¦cada. Los elogios quedaban reservados para sus colegas de generaci¨®n: Gimferrer, Colinas o Ana Mar¨ªa Moix, fallecida la semana pasada.
¡°Vivo dentro de la fantas¨ªa paranoica del fin del mundo y no solo no quiero salir de ella sino que pretendo que los dem¨¢s entren en ella. Todas mis palabras son la misma que se inclina hacia muchos lados, la palabra FIN, la palabra que es el silencio, dicha de muchos modos¡±. As¨ª abr¨ªa Panero su po¨¦tica para Nueve nov¨ªsimos, la antolog¨ªa de Josep Maria Castellet que le se?al¨® en 1970 como una de las grandes promesas de la literatura por venir. Era el m¨¢s joven de la selecci¨®n y dos a?os antes se hab¨ªa estrenado con Por el camino de Swan, publicado en M¨¢laga en 1968.
Poema in¨¦dito
En cuanto a la tristeza como modo de venerar la libertad no libre del delirio
Dir¨¦ lo mismo de otra forma porque la repetici¨®n es un se?uelo casi inteligente
Ciertamente la mano polvorienta de un enano
Ense?a a los hombres un pez
Significando la poes¨ªa
Que se opone bastardamente a la verdad
Que rumia aforismos en pie sobre las tumbas
Sobre las que llora el ruise?or
Como una bruja significando el silencio
Con un vaso de placenta enemiga de la verdad
La poes¨ªa como un hombre enemigo del hombre
Azuzando a sus perros
Para que persigan la eternidad que venden los relojeros.
Del poemario Rosa enferma, que publicar¨¢ en oto?o Huerga y Fierro.
Repasar su vida durante ese a?o inaugural permitir¨ªa hacerse una idea de qui¨¦n era Leopoldo Mar¨ªa Panero, un poeta crucificado entre su propia desmesura y los t¨®picos de loco oficial de la poes¨ªa espa?ola. 1968 fue el a?o de su primer libro, de su primer intento de suicidio, de su ingreso en el Instituto Frenop¨¢tico de Barcelona y de su paso por la c¨¢rcel de Carabanchel despu¨¦s de que lo detuvieran en Madrid junto a Eduardo Haro Ibars por consumo de marihuana y le aplicaran la Ley de Vagos y Maleantes. Tambi¨¦n fue el a?o en que escribi¨® As¨ª se fund¨® Carnaby Street. Publicado en 1970, ese libro contiene ya hecha (y deshecha) la voz de un autor que escrib¨ªa todo lo que se le ocurr¨ªa y publicaba todo lo que escrib¨ªa. Cuando en 2001 Visor reuni¨® su poes¨ªa completa hasta ese momento -588 p¨¢ginas, una veintena de t¨ªtulos- Panero ten¨ªa ya tres libros m¨¢s en marcha en tres editoriales distintas. Uno de ellos Prueba de vida, una ¡°autobiograf¨ªa de la muerte¡± cuyo maltrecho mecanoscrito original paseaba por Las Palmas dentro de una bolsa de tela entre cintas de Los Chichos y antolog¨ªas de Emily Dickinson.
A su muerte, Leopoldo Mar¨ªa Panero ha dejado, al menos, un poemario in¨¦dito titulado Rosa enferma. Huerga y Fierro, su editorial de los ¨²ltimos a?os, lo publicar¨¢ el pr¨®ximo oto?o. Entre tanto, el sello madrile?o ha emprendido la publicaci¨®n de su obra t¨ªtulo a t¨ªtulo. De esa serie forman parte poemarios como Teor¨ªa, Narciso en el acorde ¨²ltimo de las flautas, Last River Together, El ¨²ltimo hombre, Poemas del manicomio de Mondrag¨®n, Contra Espa?a y otros poemas no de amor o Locos. Irracionalismo, expresionismo, culturalismo y hermetismo atraviesan una obra irreductible a una f¨®rmula salida del cerebro de un hombre irreductible, m¨¢s f¨¢cil de tratar para los rockeros que para los catedr¨¢ticos.
El desencanto, sus intervenciones en p¨²blico y sus apariciones en la radio (La ventana) o la televisi¨®n (Cr¨®nicas marcianas) quedar¨¢n para la leyenda del pen¨²ltimo poeta oficialmente maldito. En la memoria de sus lectores -y son muchos- quedar¨¢n los versos de ¡°Deseo de ser piel roja¡±, ¡°El loco mirando desde la puerta del jard¨ªn¡± o ¡°Ma m¨¨re¡±, dedicado ¡°A mi desoladora madre, con esa extra?a mezcla de compasi¨®n y n¨¢usea que puede solo experimentar quien conoce la causa, banal y s¨®rdida, quiz¨¢, de tanto, tanto desastre¡±. Era en 1979. Ocho a?os m¨¢s tarde subtitul¨® como ¡°reivindicaci¨®n de una hermosura¡± otro poema, ¡°A mi madre¡±, que termina: ¡°y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra / y ahora que el poema expira / te digo como un ni?o, ven / he construido una diadema / (sal al jard¨ªn y ver¨¢s c¨®mo la noche nos envuelve)¡±.
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