Resucita la obra religiosa del pintor rom¨¢ntico Esquivel
El Prado exhibe, a partir de hoy martes y hasta el pr¨®ximo 20 de enero, tres obras maestras desconocidas del artista tras un laborioso y largo proceso de restauraci¨®n
La ca¨ªda de Luzbel (1840), que retrata a San Miguel apartando a Luzbel (Lucifer) de la gloria celeste, es algo m¨¢s que un cuadro religioso realizado por uno de los artistas m¨¢s destacados del romanticismo espa?ol. La obra fue creada por el pintor sevillano Antonio Mar¨ªa Esquivel (1806-1857) para el Liceo de Madrid en agradecimiento por la ayuda que sus miembros le proporcionaron para curar una ceguera que padeci¨® durante dos a?os y que lo llev¨® a intentar quitarse la vida en dos ocasiones. ¡°Simboliza el triunfo de la luz sobre las tinieblas, la recuperaci¨®n de su raz¨®n de vivir¡±, explica Javier Bar¨®n, jefe de Conservaci¨®n de Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado. El cuadro, que no se expon¨ªa desde 1996, ha sido restaurado junto a otras dos destacadas pinturas del maestro ¡ªEl Salvador (1842) y La Virgen Mar¨ªa, el ni?o Jes¨²s y el Esp¨ªritu Santo con ¨¢ngeles en el fondo (1856)¡ª a las que el museo dedica a partir de este martes y hasta el pr¨®ximo 20 de enero la exposici¨®n Pinturas Religiosas.
Seg¨²n Bar¨®n, la muestra permite comprender los principios del estilo de Esquivel en el que trasciende la influencia de la pintura barroca andaluza y en particular la que ejerci¨® Bartolom¨¦ Esteban Murillo sobre el artista. Si bien durante el periodo rom¨¢ntico, la pintura religiosa volvi¨® a ser un g¨¦nero relevante, los cuadros religiosos del pintor no alcanzaron la notoriedad que se merec¨ªan, asegura Bar¨®n, que con esta muestra desea ¡°contribuir a paliar esta laguna¡±. La obra de Esquivel, conocido sobre todo por sus retratos, ¡°era distinta a la de los ambientes oficiales de Madrid¡±, estima el conservador, ya que sus contempor¨¢neos sol¨ªan privilegiar la est¨¦tica purista en la que prevalec¨ªa el dibujo sobre el color.
En El Salvador, que representa al Cristo, el color rojizo del pa?o permite resaltar la figura sobre los tonos dorados del fondo, en un giro hacia una mayor importancia de los vol¨²menes, adem¨¢s de demostrar el detalle con el que el artista lleg¨® a representar la anatom¨ªa de Jes¨²s. Una faceta que se puede apreciar en la muestra con una litograf¨ªa sacada del Tratado de Anatom¨ªa Pictural que Esquivel escribi¨® en 1848, un manual de apoyo ¨Cque a partir de entonces se convirti¨® en una referencia para los artistas- al trabajo de profesor que realiz¨® en la Academia de San Fernando, donde ocup¨® la C¨¢tedra de Anatom¨ªa Art¨ªstica.
Las tres obras han sido restauradas por Luc¨ªa Mart¨ªnez Valverde y Eva Perales Ojeda, ambas especialistas en la pintura del siglo XIX. En el taller del museo, donde otros profesionales se dedican a la limpieza y restauraci¨®n de obras tan destacadas como La Nevada de Goya o La Anunciaci¨®n de Fra Ang¨¦lico, pintor toscano del Renacimiento, Mart¨ªnez Valverde explica que en el caso del cuadro La Virgen ¡ªpresentado por primera vez en El Prado¡ª,??su misi¨®n consisti¨® esencialmente en reparar el desgaste provocado por el paso del tiempo. La restauradora quiso restituir el perfecto equilibrio en la composici¨®n, el tono del color y la luz que caracteriza la obra de Esquivel. ¡°Era fundamental que se respetara ese equilibrio. La restauraci¨®n debe preservar este aspecto de las carnaciones como si estuvieran esmaltadas, como si la iluminaci¨®n se produjera gracias a la luz envolvente de unas velas¡±, cuenta Mart¨ªnez Valverde, encargada tambi¨¦n de restaurar el retrato que hizo Esquivel del poeta Jos¨¦ Esponcedra y que se puede ver en la exposici¨®n junto a un autorretrato del pintor.
La restauraci¨®n de El Salvador fue m¨¢s compleja, asegura Eva Perales Ojeda qui¨¦n tuvo que enfrentarse tanto al da?o producido por "una mala conservaci¨®n de la obra en sus anteriores dep¨®sitos" como al que el propio artista infligi¨® sin querer a su pintura. ¡°Lleg¨® al Prado en un estado lamentable, con la capa pict¨®rica completamente quebrantada y los bordes rajados¡±, recuerda la experta que dedic¨® seis meses seguidos a la restauraci¨®n del cuadro. ¡°La obra sufre un exceso de secante, sobre todo en algunas zonas como el manto de Cristo, produciendo una contracci¨®n del color que altera la visi¨®n de la obra. Su superficie no es homog¨¦nea como habr¨ªa querido el autor¡±, lamenta Perales Ojeda, aunque est¨¢ convencida de que pese a ese ¡°problema t¨¦cnico¡±, la obra conserva toda su fuerza y belleza.
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