Arde el mar
Paul Thorel crea un mural 'site specific' en el Museo Madre de N¨¢poles con casi dos millones de azulejos tratados digitalmente
Ahora que la fotograf¨ªa se ha convertido en un lenguaje art¨ªstico estandarizado, le pasa como a la pintura, que tuvo que venir un destripador y decapitarla por segunda vez (Mir¨®, Pollock), sin cabeza estaba la gallina, ?pero c¨®mo corr¨ªa! Tiempo atr¨¢s, ya hab¨ªa habido alg¨²n intento de llevar la acci¨®n a la tela a partir de las cronofotograf¨ªas de Marey y Muybridge, que permit¨ªan al artista capturar y plasmar dimensiones espacio-temporales nunca antes percibidas. Divisionistas (Paul Signac) y futuristas (Giacomo Balla) aplicaron estrategias cinest¨¦sicas sobre el abismo ¨®ptico, mec¨¢nico, del caballete. Desde entonces, fotograf¨ªa y pintura no han dejado de vampirizarse; y cada avance, cada ¡°anormalidad¡±, era un reflejo a?adido de algo hecho antes, a contracorriente del puritanismo est¨¦tico.
En el Museo Madre, sede de las colecciones de arte moderno y contempor¨¢neo de la regi¨®n de la Campania, el artista francoitaliano Paul Thorel (1956) ha creado un espacio ¡°fenomenol¨®gico¡±, un mosaico de casi dos millones de azulejos que cubre el pasillo de acceso al Palazzo Donnaregina, uno de los v¨¦rtices del tri¨¢ngulo de oro del arte en N¨¢poles. El edificio es un magn¨ªfico ejemplo de estratificaci¨®n hist¨®rica, desde su uso inicial como monasterio del siglo XIII, templo g¨®tico, iglesia barroca y entidad bancaria, hasta su ¨²ltima rehabilitaci¨®n y ampliaci¨®n, en 2007, como repositorio a partir del dise?o del portugu¨¦s ?lvaro Siza.
La pieza, titulada Passaggio della Vittoria, es un ornamento cultural audaz, impresionante por su complicada composici¨®n y complaciente con la historia de la ciudad. Lo forman miles de cuadr¨ªculas que contienen peque?as teselas (de 1¡Á1 cent¨ªmetros cada una) de cer¨¢mica esmaltada, decoradas en fr¨ªo con t¨¦cnicas digitales a partir de la descomposici¨®n de decenas de fotograf¨ªas de vedute marinas, que Thorel recompone en el ordenador hasta llegar a la astringente pintura final, una simulaci¨®n de la plenitud horizontal del mar Tirreno. Segmentos, par¨¢bolas, l¨ªneas y colores iridiscentes cambian con la luz natural y el movimiento del espectador, seg¨²n se acerque o se aleje del muro. De no ser por el blanco incorrupto del fondo, se podr¨ªa creer que arde el mar.
Paul Thorel fue pionero en el tratamiento digital de la fotograf¨ªa, un medio que le ha servido para plantear cuestiones acerca del ilusionismo, de los l¨ªmites entre realidad e imagen como parte fundamental de nuestro sentido de la cultura. Ahora, el mosaico (del lat¨ªn mosaicum, relativo a las musas) vuelve al museo, multiplicado, disperso, pixelado, como un implacable espect¨¢culo t¨¦cnico.
Passaggio della Vittoria. Paul Thorel. Museo Madre. N¨¢poles. Producci¨®n: Mutina for Art.
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