Angustiosa reaparici¨®n
Pep¨ªn Liria cort¨® una oreja y se salv¨® de milagro tras una fea voltereta
DEL R?O / LIRIA, EL JULI, MAR?N
Toros de Victoriano del R¨ªo, -el sexto, devuelto- bien presentados, mansurrones, sosos, nobles y exigentes; sobrero de Toros de Cort¨¦s, deslucido.
Pep¨ªn Liria: estocada que hace guardia -aviso- y un descabello (silencio); estocada (oreja y fuerte petici¨®n de la segunda).
El Juli: pinchazo, media estocada trasera y tendida y dos descabellos (silencio); casi entera ca¨ªda -aviso- y un descabello (ovaci¨®n).
Gin¨¦s Mar¨ªn: dos pinchazos y estocada baja -aviso- (silencio); estocada (silencio).
Plaza de Pamplona. Sexta corrida de la feria de San Ferm¨ªn. 12 de julio. Casi lleno.
La fugaz reaparici¨®n de Pep¨ªn Liria en Pamplona pudo acabar mal, muy mal. Primero, porque el tiempo no pasa en balde (10 a?os fuera de los ruedos son muchos); segundo, porque el murciano es torero encastado e inconformista, y, por ¨²ltimo, porque demostr¨® ser un imprudente en grado sumo. La reaparici¨®n pudo acabar en drama, y solo un milagro permiti¨® que hoy pueda sonre¨ªr felizmente. Pero la angustia ah¨ª queda.
Todo sucedi¨® al final de la faena de muleta al cuarto de la tarde. En vista de que su labor -con m¨¢s entrega que hondura, decidida, atolondrada y bullanguera-, no calaba en los tendidos, Liria decidi¨® hacer un desplante de rodillas de espaldas a escasa distancia del toro. El animal hizo por ¨¦l, lo levant¨® por los aires y el torero cay¨® a la arena de cabeza en una fe¨ªsima voltereta; segundos despu¨¦s, tras cobrar una estocada, el toro le dio un arre¨®n, lo persigui¨® por media plaza y a¨²n no se sabe c¨®mo no lo enganch¨® de nuevo. En fin, que el bravo Pep¨ªn solo sali¨® dolorido del envite mientras los tendidos rug¨ªan de emoci¨®n por la congoja vivida y pidieron con vivo entusiasmo las dos orejas para el torero. Con buen criterio, el presidente no hizo caso y solo concedi¨® una.
La verdad es que, por un lado, honra a Liria su decisi¨®n de comparecer en Pamplona -tambi¨¦n es cierto que le quita un puesto a otro compa?ero con deseos de abrirse camino-, y, por otro, qued¨® claro que fue un heroico y muy respetable torero que guarda oficio y verg¨¹enza, pero que poco puede aportar a estas alturas a la fiesta de los toros.
Recibi¨® a su primero con entrega juvenil: dos largas cambiadas de rodillas en el tercio, dos ver¨®nicas, tres chicuelinas, una media tambi¨¦n de hinojos y una larga. Fue una en¨¦rgica carta de presentaci¨®n que despu¨¦s se reducir¨ªa a varias tandas de muletazos despegados y precavidos ante un primer toro con poca clase que exig¨ªa un mayor compromiso.
Muy bien comenz¨® la faena al cuarto, con un pase cambiado por la espalda en el centro del anillo. La noble y templada embestida del toro le permiti¨® torear con m¨¢s serenidad, pero su tauromaquia no consigui¨® enganchar al festivo p¨²blico pamplon¨¦s. Como no quer¨ªa irse de vac¨ªo decidi¨® cometer una seria imprudencia que pudo costarle muy caro.
M¨¢s recatados se mostraron El Juli y Gin¨¦s Mar¨ªn ante toros supuestamente dificultosos que exig¨ªan oficio, mando y compromiso. Ni uno ni otro se comprometieron en demas¨ªa; el primero, sobrio y solvente ante su primero, y conformista con el quinto, ante el que dibuj¨® algunos naturales estimables. Mar¨ªn lo intent¨® ante el noble tercero en una labor sin enjundia, y nada pudo hacer ante el deslucido sobrero.
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