?Qu¨¦ hacer con el Valle de los Ca¨ªdos?
Es una m¨¢quina de exaltaci¨®n. ?Lo era menos antes de morir Franco? ?Basta con desenterrarlo para desconectarla?
Recientemente ha sido anunciada la exhumaci¨®n de los restos humanos del general Franco. Esta eventualidad pone en el foco una vez m¨¢s la colosal construcci¨®n que les ha servido de sepultura, el as¨ª llamado Valle de los Ca¨ªdos. Se trata, con mucha diferencia, del sitio monumental con mayor carga simb¨®lica de cuantos se construyeron durante la dictadura. El 1 de abril de 1940, esto es en el primer aniversario del fin de la Guerra Civil, se public¨® el decreto que ordenaba construir en el valle de Cuelgamuros, a unos 60 kil¨®metros de Madrid, la bas¨ªlica, el monasterio y el Cuartel de Juventudes que se previeron para ¡°perpetuar la memoria de los ca¨ªdos¡± en la ¡°gloriosa cruzada¡±. El primero de abril de 1959, 20 a?os despu¨¦s del armisticio civil, fue solemnemente inaugurado ese conjunto en cuya bas¨ªlica se hab¨ªan inhumado un d¨ªa antes los restos de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera. Desde entonces, y reforzada con el enterramiento de Franco en 1975, el Valle de los Ca¨ªdos ha mantenido intacta su autoridad simb¨®lica, en convivencia en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas con una realidad pol¨ªtica distinta a la que celebra. Al desenterrar, ya en nuestros d¨ªas, los restos de Franco, se desactiva un poderoso componente de la m¨¢quina de representaci¨®n que concibi¨®. Pero la propia m¨¢quina no queda desactivada, ni mucho menos se transforman con esa operaci¨®n los enunciados pol¨ªticos a los que eficientemente sirve.
El conjunto se sit¨²a en una finca de 1.340 hect¨¢reas. Est¨¢ dominado por una cruz cicl¨®pea, construida en piedra, visible a distancia muy considerable en la cara sur de la sierra del Guadarrama. La bas¨ªlica, su elemento cardinal, excavada en la roca, se mantiene hasta hoy en uso, abierta al culto. Tambi¨¦n el monasterio custodio contin¨²a habitado por monjes, y dispone de una escolan¨ªa destacable. Todo ello, incluyendo la hospeder¨ªa y otros espacios, pertenece a Patrimonio Nacional, la entidad a la que se adscriben bienes p¨²blicos susceptibles hoy de servir a la representaci¨®n de la jefatura del Estado. De modo que dif¨ªcilmente puede afirmarse que se trata de un bien patrimonial discreto.
Ser¨ªa necesario dar voz a la memoria oculta en el sitio, esclarecer, saber, pero tambi¨¦n dar la debida representaci¨®n a esa memoria
Todos nos formulamos de alg¨²n modo la pregunta de qu¨¦ corresponde hacer con esa m¨¢quina pol¨ªtica que pugna a¨²n por su vigencia, m¨¢s all¨¢ de que sirva o no de tumba a Francisco Franco. Reducir su significado al de mausoleo del dictador es una simplificaci¨®n terrible. Con la sacralizaci¨®n del paraje serrano de Cuelgamuros se dispuso una especie de nuevo Montserrat, con su abad¨ªa benedictina, su escolan¨ªa y sus singularidades geol¨®gicas, reclamo para peregrinos, concebido como memorial eterno del primero de abril de 1939.
El Valle de los Ca¨ªdos completa adem¨¢s su nada sencilla condici¨®n de ingenio simb¨®lico por ser un monumento funerario de primer orden. No solo porque su bas¨ªlica excavada acoja, a modo de hipogeo, la tumba del fundador de la Falange, sino porque all¨ª reposan los restos de un importante pero impreciso n¨²mero de muertos en fosas comunes. Sabemos que los cad¨¢veres se cuentan por decenas de miles, pero no cu¨¢ntos son. Se conoce la identidad de algunos, pero no la de la inmensa mayor¨ªa. Fusilados y combatientes ca¨ªdos durante la Guerra Civil, procedentes de los cuatro puntos cardinales, pero con toda probabilidad tambi¨¦n muchos de los tantos sentenciados a muerte durante la posguerra, incluso presos condenados all¨ª mismo a trabajos forzados que no sobrevivieron, encontraron eterno descanso en las cavidades an¨®nimas que sus huesos rellenan.
El hecho de ser una construcci¨®n en la que conocieron un largo cautiverio presos pol¨ªticos forzados al trabajo condiciona tambi¨¦n, qu¨¦ duda cabe, el designio simb¨®lico de la m¨¢quina de exaltaci¨®n en la que Franco fue enterrado. Pero ¡ªinsistamos¡ª ?basta con desenterrar los restos mortales de un jefe de Estado para desconectarla? ?Era menor la capacidad del monumento para significarse antes de la muerte de Franco? Para modificar ese poderoso ingenio se requiere algo m¨¢s que una exhumaci¨®n. M¨¢s importante que la realizaci¨®n de esta es el abandono de las funciones culturales que el sitio a¨²n tiene encomendadas. Y, siendo improbable que esto se produzca, ?por qu¨¦ no complementar, en lugar de suprimir, esas funciones? ?Por qu¨¦ no cursar la pertinente invitaci¨®n a la cultura art¨ªstica del presente? Ser¨ªa necesario dar voz a la memoria oculta en el sitio, esclarecer, saber, pero tambi¨¦n dar la debida representaci¨®n a esa memoria. Imagino a los artistas actuales como int¨¦rpretes del lugar, proyectando sobre la enorme cruz nombres, rostros o marcas de identidad de los ¡°ca¨ªdos¡± en el Valle, honrando por vez primera su recuerdo. Imagino puertas abiertas, esfuerzos por la representaci¨®n de lo oculto, correctoras arquitecturas ef¨ªmeras, un manifiesto reparador, colaboraciones de F¨¢tima Miranda con la escolan¨ªa y de Pedro G. Romero y Francesc Torres con el instituto de investigaci¨®n que ha de fundarse, un paisaje reinterpretado y redescubierto con talento art¨ªstico e ingenio denotativo. ?O por qu¨¦, si no, es ese lugar un bien de inter¨¦s p¨²blico?
Javier Arnaldo es catedr¨¢tico de Historia del Arte en la Universidad Complutense.
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