?ngel Jim¨¦nez destaca ante un serio y descastado encierro en las Ventas

Si el ¨¦xito de una corrida de toros, o en este caso de una novillada, se midiera en t¨¦rminos de tama?o y trap¨ªo, el encierro de Santa Teresa y Couto de Fornilhos lidiado en Las Ventas este viernes, no s¨®lo habr¨ªa aprobado, sino que lo habr¨ªa hecho con nota. Aunque desigualmente presentados, los seis novillos impon¨ªan respeto con solo mirarlos. La mayor¨ªa altos, largos y lustrosos, todos luc¨ªan dos serios y astifinos pitones por delante. Una corrida de toros de cualquier plaza de segunda, incluso de alguna de primera. Sin embargo, lo que albergaban en su interior era otra cosa. Mansos y a la defensiva en el caballo -salvo segundo y cuarto, que cumplieron-, en sus entra?as apenas hab¨ªa un ¨¢pice de casta brava.

Aunque varios tuvieron cierta movilidad, al conjunto le falt¨® fuerza, recorrido, clase, entrega y transmisi¨®n. Virtudes fundamentales para el lucimiento art¨ªstico de tres j¨®venes novilleros que se marcharon tal y como hab¨ªan venido. El ¨²nico que, al menos, pudo saludar una ovaci¨®n y dejar un buen sabor de boca fue ?ngel Jim¨¦nez. Y no es que el sevillano tuviera m¨¢s suerte que sus compa?eros en el sorteo; es que se lo gan¨® a base de actitud y firmeza. Al cuarto, por ejemplo, y viendo que la noche no terminaba de despegar, lo recibi¨® a portagayola y con un par de largas cambiadas de rodillas.

El serio, fuerte y descarado toro -en apariencia era un toro- de Couto de Fornilhos cumpli¨® en el primer tercio y protagoniz¨® un m¨¢s que esperanzador tercio de banderillas. Galop¨® y acudi¨® presto y alegre al encuentro con los rehileteros, pero, tras el toque de clar¨ªn, se vino completamente abajo; la casta¡­ o, mejor dicho, la falta de ella. Ante el marmolillo, Jim¨¦nez se puso y lo intent¨® todo sin resultado. S¨ª que pudo mostrar el cl¨¢sico concepto del toreo que atesora frente al que abri¨® plaza, un utrero muy manso y frenado en los primeros compases de la lidia, que despu¨¦s embisti¨® con codicia y emoci¨®n por el pit¨®n derecho.

Y ah¨ª, en redondo, asentado, con el comp¨¢s muy abierto y los ri?ones encajados, el de ?cija adelant¨® la muleta y ejecut¨® sendas tandas de muletazos de notable factura. Por el izquierdo, menos claro, logr¨® tambi¨¦n un pu?ado de estimables naturales cargando la suerte y, tras matar a su oponente en el primer intento, salud¨® la que, a la postre, ser¨ªa la ¨²nica ovaci¨®n del festejo. Eso s¨ª, tiene este torero una man¨ªa que debe corregir cuanto antes: su forma de ejecutar los pases de pecho, citando al toro fuera de cacho y despidi¨¦ndolo excesivamente hacia afuera.

Silenciados resultaron tanto Garc¨ªa Navarrete como Juanito. Si al primero le correspondi¨® un lote sin clase, la falta de fuerzas fue la principal caracter¨ªstica -y defecto- de los dos enemigos del segundo. Aunque, una vez m¨¢s, demostr¨® que tiene valor y que se queda muy quieto, la actuaci¨®n de Garc¨ªa Navarrete, espeso, mec¨¢nico y p¨¦simo con la espada, no fue afortunada. Por su parte, Juanito, que mat¨® de un notable volapi¨¦ al parado tercero, anduvo voluntarioso.