Nacionalismo futbolero
Una carta de protesta del embajador de Francia en EE UU al 'show' de Trevor Noah puso en bandeja al c¨®mico un gran momento televisivo
Qu¨¦ maravilla. Una carta de protesta del embajador de Francia en EE UU al show de Trevor Noah puso en bandeja al c¨®mico uno de esos grandes momentos televisivos por los que cualquier humorista pagar¨ªa. Noah, sudafricano nacido durante el apartheid y hoy ciudadano estadounidense, brome¨® sobre la victoria de Francia en el Mundial. Dijo: ¡°Ha ganado el equipo africano¡±, y el embajador franc¨¦s, Gerard Araud, hizo lo que jam¨¢s debiera hacer un representante p¨²blico: escribir al programa para afear la conducta del presentador. Acus¨® a Noah de racista porque sosten¨ªa el diplom¨¢tico que los negros que nacen en Francia tambi¨¦n son franceses. Eso s¨ª, parece que solo les est¨¢ permitido ser franceses. Trevor Noah podr¨ªa haberse arrugado por aquello de que recibir una carta indignada de un embajador amedrenta un poquito pero, ?qui¨¦n va a meter miedo a una criatura que se pas¨® la infancia sorteando el miedo? ?Una autoridad? El humorista ley¨® la carta del indignado diplom¨¢tico y, despu¨¦s, se puso serio. Mir¨® a la c¨¢mara, que es como decir que mir¨® al embajador a los ojos, y le dijo que una nacionalidad debe permitir llevar otra en el coraz¨®n, la de tus antepasados. M¨¢s a¨²n cuando lo que indica ese n¨²mero de negros en el equipo franc¨¦s es el origen com¨²n. Un cap¨ªtulo de la historia que lleva un nombre: colonialismo.
Es lo que tiene el f¨²tbol, que saca a relucir el nacionalismo de aquellos que creen no serlo. Hace un mes visitaba el cantante portugu¨¦s Salvador Sobral el programa de Buenafuente. Tiene Buenafuente ese dif¨ªcil don de una iron¨ªa que no hace sangre. No le hace falta herir para despertar nuestra carcajada, y todo se mueve siempre en un terreno inteligente y cordial. Pregunt¨® el presentador a Sobral si de alguna manera hab¨ªa que considerarlo el Cristiano Ronaldo de la canci¨®n portuguesa. Antes de que el cantante tuviera tiempo de responder, Buenafuente apostill¨®: ¡°Pero t¨² pagar¨¢s impuestos¡±, y el m¨²sico dijo: ¡°S¨ª, s¨ª, yo pago impuestos¡±. La prensa mal¨¦vola portuguesa se hizo eco del episodio malinterpret¨¢ndolo a conciencia y poniendo en boca del int¨¦rprete una acusaci¨®n al futbolista de fraude fiscal. Los que le defend¨ªan se afanaban en aclarar que Sobral jam¨¢s hab¨ªa afeado la conducta del dios Ronaldo, y algunos a?ad¨ªan que la culpa hab¨ªa sido del brib¨®n del presentador. ?Brib¨®n! Me imagino que a Buenafuente le enorgullecer¨¢ el adjetivo. Brib¨®n Buenafuente. Pero a m¨ª lo que verdaderamente me preocupa es que en un pa¨ªs no se pueda considerar siquiera la posibilidad de hacer una broma sobre un se?or que ha pagado en estos d¨ªas a la hacienda espa?ola 13 millones de euros y que, seg¨²n el acuerdo al que lleg¨® con el fisco, a¨²n le quedan otros cinco para saldar la multa. Por lo que se cuenta en algunas p¨¢ginas deportivas ahora el jugador maltratado por Espa?a podr¨¢ disfrutar de las bondadosas ventajas fiscales que merece un h¨¦roe de su tama?o.
Y puestos a celebrar ese orgullo sanote que emana de las victorias futboleras c¨®mo no acordarse de Kolinda Grabar-Kitarovic, presidenta de Croacia, de la que se celebraba que se hubiera comportado como una aut¨¦ntica madre de la patria besando a sus futbolistas, a los del equipo contrario, a Macron, a Putin y al quien se pusiera por delante. La celebraban en la prensa deportiva como una madre de familia amante del deporte y en las redes se aplaud¨ªa el ejemplo a seguir de una mujer que se hab¨ªa pagado el Mundial de su bolsillo. ?Que aprendan otros!, reclamaban. Sus gritos, sus abrazos, su entusiasmo, sus saltos, y ese saber estar en un mundo hipermasculinizado sin perder, claro est¨¢, la simpat¨ªa, la dulzura y la espontaneidad propias de su g¨¦nero fueron ampliamente glosados. A veces me daba la impresi¨®n de estar viendo el NODO. Por fortuna, contrarrestaba la subida de az¨²car de tanto elogio desmedido leyendo semblanzas menos favorecedoras de esta hincha feroz y de su partido nacionalista conservador, Uni¨®n Dem¨®cratica Croata, referidas, por ejemplo, a la tendencia anti inmigraci¨®n de su partido, a la propuesta de ley que finalmente no prosper¨® de construir vallas que cerraran el paso a los migrantes, a su defensa de encarcelar a los ciudadanos croatas que los apoyaran, o a una muy pol¨¦mica foto con unos hombres que portaban la bandera de los Ustachas, los ultraderechistas croatas que colaboraron con el nazismo. S¨ª pudo aprobar, en cambio, una Ley de Extranjer¨ªa absolutamente restrictiva y amenazante para los que atraviesen sus fronteras. Pero el f¨²tbol le ha regalado una extraordinaria campa?a de cara a unas elecciones en las que se resent¨ªa su popularidad. Yo no s¨¦ c¨®mo el entusiasmo futbolero influye en el voto que se deposita en una urna o en el juicio que se tiene sobre una persona. ?Es m¨¢s de fiar, m¨¢s justa, m¨¢s patriota aquella que salta y llora y desata su pasi¨®n sintiendo los colores de la bandera?
Y s¨ª, la se?ora Kolinda es una mujer. Las mujeres podemos serlo todo. De lo bajo a lo excelso, de justas a xen¨®fobas, cabemos en todo ese arco. Pero tambi¨¦n debemos practicar la libertad de juzgar a las personas sin que el g¨¦nero nos ciegue. As¨ª, no.
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