El FIB prolonga su segunda juventud
Las bandas de la segunda l¨ªnea del cartel del festival de Benic¨¤ssim roban protagonismo en una edici¨®n con 40.000 asistentes diarios
No diga clase: diga Pet Shop Boys. Trazando una senda opuesta a la de The Killers la noche anterior ¨Cesto es, la espectacularizaci¨®n al m¨¢s puro estilo Las Vegas de un repertorio nacido para ser abordado siempre de la misma forma¨C , suya fue la habilidad en la noche del s¨¢bado para convencer disfrazando sus propios hits de antihits, desafiando incluso a m¨¢s de un fan veterano que tardaba varios segundos en identificar It's a Sin, Left To My Own Devices o Go West. Son perros viejos haciendo honor a su imponente pedigr¨ª. Obviamente, su concierto no fue tan concurrido como el que dieron Brandon Flowers y compa?¨ªa en la noche del viernes, que casi revienta las costuras de la explanada ante su escenario grande rozando el mismo sold out que lograron Red Hot Chili Peppers hace un a?o o Muse hace dos. Pero cualquiera de las 40.000 almas que pululan (cada noche) por este FIB que vive una segunda juventud tuvo ocasi¨®n de ver a Neil Tennant y Chris Lowe marcando la muesca m¨¢s honda desde el menos es m¨¢s, con el show m¨¢s sobrio que se les recuerda. Es lo que ocurre cuando las canciones se sostienen solas, que funcionan igual de bien sobre la tramoya que en el alambre. Con fuegos de artificio o deshuesadas. M¨¢s a¨²n cuando se manejan los resortes de la frivolidad y la trascendencia con igual magisterio. Cultura pop en may¨²sculas.
A doce meses de cumplir 25 a?os, y por tanto convertido en el certamen decano del verano ¨Csolo superado en el resto del a?o por S¨®nar¨C, sigue sorprendiendo su capacidad para regenerar su clientela, cuando tantos lo daban por muerto hace solo un lustro. Puede que la mitad de sus asistentes ni hubieran nacido cuando The Charlatans encabezaron la primera de sus noches en el viejo vel¨®dromo, algo que explica la tibia acogida que se les dispens¨® a los de Tim Burgess en la noche del viernes al tiempo que The Killers desbrozaban sus arrebatos de ¨¦pica sintetizada que se presumen m¨¢s grandes que la vida. Pero es la apertura a los ritmos del hip-hop, el r'n'b, el trap o el grime la que explica que tantos p¨²blicos, tan diversos en edad e intereses (el brit¨¢nico retiene su ventaja sobre el espa?ol) convivan en un mismo recinto, a veces en un juego de contrastes tan inclemente ¨Cy excitante a la vez¨C como una ducha escocesa. El abismo que media entre el rapero Travis Scott, por ejemplo ¨Ccabeza de cartel del jueves con un r¨¢cano show¨C y el a?ejo ska pop de Madness, una de las bandas del cierre de ayer domingo. O entre las a¨²n numerosas y ra¨ªdas camisetas del Psychocandy de The Jesus and Mary Chain y la marea de sonrosados rostros tiznados de purpurina y coronados con diademas rematadas por unos cuernos de arce. Los outfits festivaleros tambi¨¦n deben ser un espejo del alma, vaya.
Es la consistencia de su clase media, en cualquier caso, m¨¢s que el pi?¨®n fijo en el que incurren sus cabezas de cartel, la que justifica que el FIB se granjee nuevas oleadas de fieles. Porque es cierto que Liam Gallagher podr¨ªa pedir (a este paso) asilo en Benic¨¤ssim con la misma insistencia con la que miles de jubilados brit¨¢nicos posBrexit tramitan su nacionalidad espa?ola, pero tambi¨¦n lo es que el fin de semana ha sido pr¨®digo en conciertos notables, entre lo estimulante y lo arrollador, como los de Tune-Yards, Belle & Sebastian, Sleaford Mods, Anna Calvi, Caroline Rose, Her's, Metronomy o La Plata.
Babelia
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