M¨¢quinas de vanidad
Benjam¨ªn Prado retoma su personaje de Juan Urbano en una novela sobre el colonialismo recargada y poco veros¨ªmil
No labres sin fundamento?/ m¨¢quinas de vanidad¡±, de Calder¨®n, es la ¨²ltima cita de Los treinta apellidos, cuarta novela con Juan Urbano ¡ªprofesor de literatura, escritor por encargo y detective ocasional¡ª de protagonista. Para esta entrega, Benjam¨ªn Prado (Madrid, 1961) hace que su personaje sea contratado por un hijo de la alta burgues¨ªa catalana, Llu¨ªs Espriu, diletante personaje, imbuido por fantas¨ªas librescas de aventuras y que trata de hacer justicia arreglando algunos de los cr¨ªmenes cometidos por su familia, ya que toda fortuna esconde un crimen o muchos. Y en este caso, se aborda nuestro pasado como negreros y el encargo a Urbano es ir a Cuba en busca de una descendiente no reconocida de la familia. La novela se estructura en cuatro partes, que obedecen a diferentes enclaves geogr¨¢ficos (Las Rozas/Madrid, El Masnou/Barcelona, La Habana y Dar es-Salaam), y su g¨¦nero es un h¨ªbrido entre la aventura juvenil y el procedimental investigador cl¨¢sico.
De las obras de Tom Holland sobre la Antigua Roma se dice que son libros de historia que se leen como una novela. Aqu¨ª podr¨ªa haberse dicho a la inversa, una novela que se lee como un libro de historia, pero lo cierto es que no funciona ni como una cosa ni como otra. Por un lado, en muy pocos tramos de la novela la ficci¨®n crea un v¨ªnculo suficiente con el lector de verosimilitud o engranaje literario preciso para elevarte y olvidar que lo le¨ªdo tiene autor. Y el trabajo hist¨®rico ¡ª?encomiable ante tanto escritor que escribe de o¨ªdas¡ª entorpece lo que se narra, ya que en demasiadas ocasiones es innecesario, prolijo o simplemente parece m¨¢s al servicio de que reconozcamos lo mucho que ha le¨ªdo y sabe el autor que no de la novela. En esa misma l¨ªnea que te expulsa de la ficci¨®n est¨¢ la tonelada de aforismos, refranes y versos de poetas que Prado hace decir, pensar o so?ar a Urbano ¡ªm¨¢s Roberto Alc¨¢zar que Mikael Blomkvist, el periodista de Larsson¡ª, con cualquier excusa o sin ella. No son raras en este libro frases sentenciosas ¡ªa veces l¨²cidas¡ª adornadas con tres o cuatro met¨¢foras, comparaciones o alegor¨ªas. Produce el mismo efecto que un jugador que, antes de meter el gol a puerta vac¨ªa, te hace cuatro bicicletas: al final, quieres que falle.
El mucho oficio que se le supone a Prado hace que todo esto sea m¨¢s sorprendente. Muchos de los personajes tienen id¨¦ntico tono y verborrea. Admitimos los t¨®picos en novelas de g¨¦nero ¡ªla viuda g¨¦lida, el mat¨®n gigantesco, Milady de Winter¡ª, pero, por ejemplo, la burgues¨ªa catalana al hablar en castellano no introduce cada dos oraciones un refr¨¢n o frase hecha en catal¨¢n. Los hallazgos de la investigaci¨®n se resumen y compactan cada cierto tiempo como si el lector no tuviera la capacidad de seguir una investigaci¨®n nada compleja ¡ªla parte que sucede en Cuba es lo mejor del libro, as¨ª como las escasas escenas de acci¨®n¡ª, y en el ¨²ltimo tramo esto es muy exagerado. En el haber est¨¢ el intento de tratar una serie de temas ¡ªa veces de forma maniquea¡ª y elevar el nivel de las cuestiones sobre las que leer y criticar, en este caso, el colonialismo, el pasado ensangrentado de las grandes fortunas antes y ahora, el nacionalismo ¡ªque no el patriotismo¡ª o el clasismo social.
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Autor:?Benjam¨ªn Prado.
Editorial:?Alfaguara (2018).
Formato: tapa blanda y versi¨®n Kindle (384 p¨¢ginas).
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