Pablo Mora, ganador del Certamen de Novilladas Nocturnas de Las Ventas
Una seria e interesante novillada de Espartaco se impone a la terna de novilleros finalistas
Antes de que Pablo Mora tomara la muleta y acudiera al encuentro del sexto novillo de la noche, la gran final del Certamen de Novilladas Nocturnas de Las Ventas no hac¨ªa m¨¢s que constatar una preocupante realidad: no hay novilleros. No hay novilleros que ilusionen al aficionado ni que tengan las condiciones necesarias para, en un futuro, coger el testigo de las figuras actuales y cargar sobre sus hombros el peso de la fiesta.
Al margen de Francisco de Manuel, un jovenc¨ªsimo torero que se va abriendo camino en las grandes ferias a base de valor, arrojo y frescura, el escalaf¨®n menor carece de inter¨¦s. Muy lejana queda ya aquella hornada de novilleros punteros encabezada por Finito de C¨®rdoba, Jesul¨ªn de Ubrique o Manuel Caballero, que llen¨® las plazas a principios de los 90. Demasiado tiempo ha pasado ya de aquel debut de Talavante en Madrid, en 2006, todo un impacto. O, m¨¢s recientemente, esos Jos¨¦ Garrido, Gin¨¦s Mar¨ªn o Roca Rey, el torero m¨¢s taquillero en la actualidad. S¨®lo algunos ejemplos de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas.
Muchos le echan la culpa a la falta de oportunidades. Y es cierto que el n¨²mero de novilladas ha ido descendiendo de forma constante en los ¨²ltimos a?os. Pero ese no es el principal problema. Lo que falta es personalidad. Las escuelas taurinas y el referente de las figuras actuales han creado una legi¨®n de novilleros apenas diferenciables, cuyo concepto se basa en la cantidad y no en la calidad. Muchos muletazos -superficiales todos ellos- intercalados con toreo accesorio y populista, y poca o ninguna pureza y hondura. Los pegapases de toda la vida.
Ejemplo de ello fueron las actuaciones de los dos compa?eros de Mora, Alejandro Ferm¨ªn y Rafael Gonz¨¢lez. Ambos, acelerados siempre, dieron muchos muletazos, pero no torearon. Porque una cosa es pegar pases y otra, muy distinta, torear. Los dos se tiraron de rodillas con capote y muleta y recurrieron en exceso a ese toreo tremendista que tanto gusta a los p¨²blicos contempor¨¢neos: los pases cambiados por la espalda, los circulares invertidos, las manoletinas y bernadinas¡ ?D¨®nde qued¨® el toreo fundamental y aquello de parar, templar y mandar?
RUIZ ROM?N / FERM?N, GONZ?LEZ, MORA
Novillos de Juan Antonio Ruiz Rom¨¢n (el sexto bis, como sobrero), muy bien presentados, fuertes, serios y astifinos, mansos en el caballo y de interesante juego en la muleta. Con movilidad y transmisi¨®n primero, cuarto y quinto. Noble y con calidad, aunque justo de casta, el sexto. Segundo y tercero, sosos y descastados.
Alejandro Ferm¨ªn: cuatro pinchazos y estocada casi entera _aviso_ (silencio); pinchazo hondo trasero _aviso_ y nueve descabellos (silencio).
Rafael Gonz¨¢lez: estocada algo delantera _aviso_ y cuatro descabellos (silencio); espadazo suelto que escupe (vuelta al ruedo con protestas tras leve petici¨®n de oreja).
Pablo Mora: estocada desprendida (silencio); pinchazo hondo desprendido _aviso_ y dos descabellos (vuelta al ruedo).
Plaza de toros de Las Ventas. Viernes 3 de agosto. Final del Certamen de Novilladas Nocturnas de Promoci¨®n. Un cuarto de entrada (8.120 espectadores, seg¨²n la empresa).
Por no hablar de la bochornosa actitud de Gonz¨¢lez. Tras desaprovechar al encastado quinto y dejar un espadazo defectuoso escupido por el animal, los cuatro pa?uelos que aparecieron en los tendidos -seguramente de sus familiares y amigos- fueron la excusa perfecta para, ignorando las protestas de una mayor¨ªa de aficionados, salir a saludar al tercio y darse una vuelta al ruedo con actitud chulesca y provocadora. Cu¨¢nta torer¨ªa¡
Y entonces, cuando el premio al novillero triunfador ten¨ªa todas las papeletas para ser declarado desierto, Pablo Mora se puso a torear. Con la muleta en la mano izquierda, el madrile?o de Moralzarzal ejecut¨® un par de tandas al natural de gran templanza. Con naturalidad, sin alharacas, ech¨® los vuelos del enga?o adelante y llev¨® enganchada la embestida hasta el final. El utrero de Espartaco, un sobrero que sustitu¨ªa a un ejemplar del mismo hierro devuelto por inv¨¢lido, aunque justo de casta, tuvo nobleza, calidad y fue agradecido. Apenas un pu?ado de naturales y Mora se erigi¨® en triunfador del certamen, tras la votaci¨®n de jurado y aficionados. El premio: un puesto en la novillada de la pr¨®xima Feria de Oto?o.
El otro triunfador de la caluros¨ªsima noche fue Espartaco. Tras seis a?os sin lidiar un encierro completo en Las Ventas, el que fuera una de las m¨¢ximas figuras del toreo de los 80, regres¨® a Madrid con una novillada de imponente trap¨ªo que manse¨® mucho en varas, pero que cont¨® con hasta cuatro ejemplares de grandes opciones en el ¨²ltimo tercio. Junto al sexto bis, primero, cuarto y quinto se movieron y transmitieron de lo lindo en la muleta. Todos serios y astifinos, con m¨¢s o menos calidad y humillaci¨®n, repitieron en los enga?os con fondo de casta y le ganaron la partida a sus matadores.
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