No, tu historia no da para un libro
Con demasiada frecuencia la gente piensa que cualquier ocurrencia o aventura merece ser narrada y publicada. Pero no todo sirve para una obra, ni todos somos buenos escritores
?Alguna vez le han dicho que deber¨ªa escribir un libro? Puede que le hayan sucedido cosas extraordinarias, y le hayan animado a que relate sus memorias. O quiz¨¢ tiene usted una imaginaci¨®n brillante, y le dicen que deber¨ªa escribir una novela. O tal vez entretiene maravillosamente a sus hijos con las historias que les cuenta a la hora de dormir y hay quien le insiste en que deber¨ªa escribir cuentos para ni?os. O, a lo mejor, usted sabe c¨®mo deber¨ªa marchar el mundo e imagina que una antolog¨ªa de sus ensayos lo enderezar¨ªa todo. Porque todo el mundo lleva un libro dentro, ?no? Siento mucho darles esta noticia: no, no todo el mundo tiene un libro dentro.
Soy agente literaria. Mi trabajo a tiempo completo consiste en encontrar nuevos libros y ayudar a que se publiquen. Cuando la gente habla de que tiene un libro dentro, o cuando les dicen a otros que deber¨ªan escribir un libro (mi pesadilla), lo que en realidad quieren decir es: ¡®Apuesto a que alguien ¡ªaunque probablemente no yo, que ya me la s¨¦¡ª estar¨ªa dispuesto a pagar por o¨ªr esta historia¡¯. Cuando alguien dice ¡°deber¨ªas escribir un libro¡±, no est¨¢ pensando en un objeto f¨ªsico, con una portada, algo que un ser humano ha editado, corregido, dise?ado, comercializado, vendido, enviado y colocado en una estanter¨ªa. Esos animadores, sol¨ªcitos y bienintencionados, rara vez saben cu¨¢l es el proceso por el que una historia se convierte en palabras impresas.
Aqu¨ª describir¨¦ eso que desconocen tanto ellos, como tal vez la mayor parte de los escritores primerizos.
No toda historia es un libro. Una historia puede ser cosas que han pasado, adornadas para hacerlas m¨¢s interesantes, pero eso no es un libro. Muchas historias no son buenas hasta el final. Algunas ¡ªincluso algunas historias reales¡ª son dif¨ªciles de creer. Otras son simplemente demasiado cortas, no tienen suficiente tensi¨®n o, francamente, no son tan interesantes. Las historias que contamos para entretener a nuestros amigos y familiares pueden resultar extraordinariamente aburridas para quienes no nos conocen. Esas historias no son un libro.
Para escribir un libro por el que la gente est¨¦ dispuesta a pagar? es necesaria una perspicacia que pocos narradores poseen
Un libro tambi¨¦n puede consistir en cosas que han pasado o que nos habr¨ªa gustado que hubieran pasado, adornadas para hacerlas m¨¢s interesantes, pero con eso no basta. Se necesita un relato contado ingeniosamente en unas p¨¢ginas, dise?ado para el lector. Un libro tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace, y mantiene atrapado al lector durante las cinco, seis, o diez horas que se puede tardar en leerlo, porque, si a la mitad se vuelve aburrido, la mayor¨ªa de la gente lo deja.
Un libro, publicado por un editor cl¨¢sico para ser vendido en una tienda, tiene un mercado definido, y un tipo de lector como objetivo, y ese lector es alguien que suele comprar libros, no una persona hipot¨¦tica a la que el editor piensa cazar en la calle.
Puedes contarle una historia a cualquiera que quiera escucharla. Pero para escribir un libro por el que la gente est¨¦ dispuesta a pagar o a desplazarse a la biblioteca p¨²blica para leerlo, es necesaria una perspicacia que pocos narradores poseen. Esto no es un show con un solo protagonista. Se trata de entablar una relaci¨®n con el lector, que muchas veces tiene un pie fuera de la historia.
Escribir es duro. ?Se acuerdan de cuando ten¨ªamos que hacer redacciones en el colegio? ?Recuerdan sudar para escribir esas 1.000 palabras, o tres p¨¢ginas, o el l¨ªmite aparentemente arbitrario que hubiera decidido el profesor? ?Recuerdan c¨®mo usaban un tama?o de letra m¨¢s grande y hac¨ªan los m¨¢rgenes m¨¢s anchos? Con un libro no puedes hacer eso. A menudo me mandan historias que son demasiado largas o demasiado cortas para la industria editorial, y eso las convierte en malas candidatas para acabar siendo un libro. La media de una novela, tanto para adultos como para ni?os, es de un m¨ªnimo de 50.000 palabras, el equivalente a 50 redacciones de tres p¨¢ginas. Un libro m¨¢s corto no cuesta menos a los editores ¡ªy esto se debe a un mont¨®n de motivos demasiado aburridos para ser detallados aqu¨ª¡ª, y no, tampoco es m¨¢s barato editar libros electr¨®nicos (en serio, no sale m¨¢s barato).
Si usted es un escritor con querencia por la ¨¦pica y piensa que la clave consiste en dividir su saga de fantas¨ªa de 500.000 palabras en cinco libros, se equivoca tambi¨¦n. Un editor no quiere ni o¨ªr hablar del segundo libro hasta que no ve c¨®mo se vende el primero. Y, si el desenlace de la historia se retrasa hasta el volumen cinco, solo lograr¨¢ conseguir lectores decepcionados. Escribir ¡ªsimplemente poner las palabras en la p¨¢gina¡ª es dif¨ªcil. Punto. Y todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil es escribir con suficiente maestr¨ªa como para hacer disfrutar a otros.
Una historia puede ser cosas que han pasado, adornadas para hacerlas m¨¢s interesantes, pero eso no es un libro
La edici¨®n es un negocio comercial, no una meritocracia. Escribir es un arte, los libros son arte. Pero existen dentro de un sistema que depende de que los lectores den dinero a cambio de un producto. Ese dinero paga el alquiler y la factura de la luz del editor, y los sueldos de los empleados ¡ªa menudo cientos e incluso miles¡ª que est¨¢n contratados para hacer los libros que los lectores compran. Y si un libro no da dinero, es muy dif¨ªcil pagar esos sueldos. Los editores asumen un riesgo econ¨®mico con cada libro, porque nadie sabe c¨®mo se va a vender hasta que est¨¢ en las estanter¨ªas, y autores de mucho ¨¦xito (los J. K. Rowling y James Patterson) ayudan a pagar las facturas de los libros que venden menos. Claro que los editores publican libros que saben que no van a dar mucho (o ning¨²n) dinero, y lo hacen por amor al arte, por prestigio o por muchas otras razones. Pero no pueden hacerlo con frecuencia. As¨ª que, puede que usted tenga una historia maravillosa que contar, pero si no existen indicios suficientes de que los lectores ir¨¢n a buscarla, lo m¨¢s probable es que no se la publiquen. Nadie merece publicar solo por haber escrito un libro. Esto no consiste en ¡®escribe, que ya llegar¨¢n los lectores¡¯.
Dominar el lenguaje no implica necesariamente que se pueda escribir. Si est¨¢ usted leyendo esto, es muy probable que sepa escribir. Seguramente domina el idioma y es capaz de transmitir sus ideas mediante palabras. Pero eso no significa que pueda escribir un libro.
Pongamoslo as¨ª: yo corro desde que ten¨ªa un a?o. ?Casi 40 a?os corriendo! Pero ser¨ªa completamente incapaz de correr una marat¨®n. No estoy capacitada f¨ªsicamente para hacerlo aunque puedo correr varios kil¨®metros seguidos. Escribir un libro es una marat¨®n. Hay que entrenarse, practicar, comprender cu¨¢les son los propios puntos fuertes y d¨¦biles, y trabajar mucho para superarlos. Se necesita ayuda, comentarios y apoyo, y hacerlo muchas veces antes de que se llegue a correr la mejor carrera. Escribir un libro que alguien quiera leer es correr la mejor marat¨®n posible. Nadie lo hace de buenas a primeras, y pocos escritores tienen el aguante necesario sin un entrenamiento riguroso.
Si usted quiere escribir un libro, escr¨ªbalo. Es maravilloso, horrible, gratificante y demoledor, todo al mismo tiempo. Pero h¨¢galo porque quiere, no porque alguien se lo sugiri¨® una vez. Tenga en cuenta lo que implica antes de empezar, para que sus expectativas y sus objetivos sean razonables. No tiene que escribir para que le publiquen su historia, ni tiene por qu¨¦ publicar con un editor cl¨¢sico. Hay muchas otras opciones, si lo ¨²nico que quiere es tener en sus manos un ejemplar de su relato. Simplemente tenga cautela cuando la gente bienintencionada, pero completamente desinformada, le dice que deber¨ªa escribir un libro.
Kate McKean es vicepresidenta de la agencia literaria Howard Morhaim. Este texto fue publicado originalmente en ingl¨¦s en The Outline (theoutline.com).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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