¡®Cigalada¡¯ en el Sonorama
Entre pitos y gran expectaci¨®n, el cantaor Diego El Cigala sale con 45 minutos de retraso al escenario principal del festival para terminar triunfando por todo lo alto
Deber¨ªan llamarlo la cigalada. O algo as¨ª. Lo que fuera que definiera ser y vivir como Diego El Cigala. A su manera, con un impulso y un caos tan alocados y despreocupados que parece que nada importa, que todo se viene abajo, pero no, qu¨¦ va, al contrario, todo termina por brillar como algo ¨²nico. En el desastre controlado, a su rollo, est¨¢ la gracia de esta historia llamada El Cigala.
El concierto estaba anunciado a las 20.20, pero, m¨¢s de media hora despu¨¦s no hab¨ªa empezado. Los m¨²sicos de la banda se hab¨ªan situado puntuales en su sitio: percusionistas, guitarristas, bater¨ªa¡ todos menos el cantaor m¨¢s internacional de la m¨²sica espa?ola, el tipo que es ya en s¨ª mismo un g¨¦nero propio, capaz de unir el flamenco con el jazz, el bolero o la salsa. Diego El Cigala no hab¨ªa salido. La multitud se agolpaba frente al escenario en la primera jornada del festival y al protagonista de la noche no se le ve¨ªa por ning¨²n lado. Se oyeron pitos, gritos de desaprobaci¨®n, cierto olor a fraude. Cund¨ªa el p¨¢nico.
Fuera de todo eso, antes, entre bambalinas, Cigala hab¨ªa llegado al recinto ferial de Aranda de Duero como solo llegan los tipos como ¨¦l, tal vez como una estrella, tal vez como un gitano flamenco de estirpe, como alguien que nunca se preocup¨® del qu¨¦ dir¨¢n. A saber. Hab¨ªa llegado aparcando su Mercedes detr¨¢s del escenario principal, all¨ª donde no aparca nadie, ni los organizadores, mientras todo lo granado de la m¨²sica espa?ola, entre ellos m¨²sicos de Bunbury, Izal, Mi Capit¨¢n, Los Deltonos o quien fuera, ve¨ªan c¨®mo se bajaba del cochazo vestido en vaqueros y camiseta, como si fuera a comprar el pan con sus gafas de sol gigantes y su melena de rizos salvajes y desgobierno absoluto, bailando al viento castellano de la tarde. Salud¨® con la mano a todos los que no conoc¨ªa y se meti¨® en camerinos.
Debi¨® salir a las 20.20, pero apareci¨® pasadas las 21.00. A peque?os pasos, con aire de bolero, con una sonrisa que llegaba hasta la plaza del pueblo, la del Trigo, donde los adolescentes y todos los 25.000 asistentes del Sonorama vibran con pasi¨®n la m¨²sica indie espa?ola. Los mismos que vibraron al verle a ¨¦l sobre el escenario principal del festival. Iba con traje gris y una rosa colgada en la solapa. Y un ron con naranja en la mano. A su manera, iba diciendo que aqu¨ª, en la meca del indie espa?ol, no pasaba nada. Pero n¨¢ de n¨¢. Era Diego El Cigala, el flamenco del castizo barrio madrile?o de Ribera de Curtidores, pero viviendo en Santo Domingo. Era El Cigala y su cigalada. A su ritmo, con su estilo.
Se puso a dar palmas y la banda se anim¨® con la salsa como si, en vez del Sonorama, eso fuera la fiesta latina del otro lado del Atl¨¢ntico. Y cierto: no pas¨® n¨¢ de n¨¢. La fiesta lleg¨®. Sab¨ªa lo que se hac¨ªa. Lo hab¨ªa dicho el propio Cigala horas antes a este peri¨®dico: ¡°Para m¨ª, supone mucha responsabilidad, pero tambi¨¦n mucha emoci¨®n tocar en el Sonorama. Ellos son los j¨®venes, el futuro y disfrutan con la buena m¨²sica... ?Es una pasada!¡±.
La pasada, realmente, fue ver a tanta chavaler¨ªa cantando -y bailando- composiciones de L¨¢grimas negras, el disco que El Cigala grab¨® hace 15 a?os con el pianista Bebo Vald¨¦s y que supuso, no ya el trabajo m¨¢s vendido de su carrera, sino tambi¨¦n todo un fen¨®meno discogr¨¢fico llevando a grandes audiencias el flamenco, el jazz y el bolero. Como a?os antes pas¨® con Raphael o el D¨²o Din¨¢mico, los adolescentes, que a saber qu¨¦ n¨²meros y letras estaban aprendiendo cuando se public¨® L¨¢grimas negras, estaban entusiasmados con la m¨²sica, esa que no entiende de etiquetas ni tribus.
Son¨® contundente la canci¨®n que da t¨ªtulo al disco, pero tambi¨¦n Coraz¨®n loco o Veinte a?os, y todo el mundo estaba entregado con ese cierre efusivo de Inolvidable, que el combo al completo interpret¨® con un ritmo m¨¢s sabroso y bailable que el original. Luego, vendr¨ªan en el recinto los conciertos de Bunbury, Newman, Lagartija Nick, Rozal¨¦n y Egon Soda, pero eso ya era otra historia, la misma que se conoce en estos lugares pero que no se distingue, aunque sea por extravagante en territorio for¨¢neo, como la historia del Cigala.
Objetivo cumplido. Es a lo que apelaba el director del festival, Javier Ajenjo. ¡°Para bien y para mal, no estamos ni en Madrid ni en Barcelona. Estamos en Aranda de Duero. Esto es otra historia. Aqu¨ª apostamos por la cultura musical. Y por la esperanza de ver a gente botando con la m¨²sica, con toda la m¨²sica¡±, afirm¨® en declaraciones a EL PA?S.
Algo similar dec¨ªa El Cigala a este diario que el flamenco es universal, un g¨¦nero que, m¨¢s all¨¢ de purismos y entendidos de sal¨®n, se acerca a muchas orillas sonoras y se puede vivir y celebrar como la m¨²sica m¨¢s hedonista. ¡°?Es un arte que emociona, por algo lo han hecho Patrimonio de la Humanidad! No entiende de fronteras, razas, g¨¦neros o edad. Es un arte tan variado y tan vivo que siempre puedes encontrar algo en el flamenco que te emocione. Desde la sole¨¢ m¨¢s cabal al bolero m¨¢s aflamencado¡±. Cierto, y eso que El Cigala y la banda no estuvieron tan engrasados como en otras ocasiones. Pero poco importaba en el personal. ¡°?Qu¨¦ fuerte!¡±, dec¨ªa el cantaor, ya todo un icono pop, con su risa imparable. Hay que ser El Cigala para hacer una cigalada de calibre y salir victorioso. Eso es lo fuerte.
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