Una violaci¨®n en manada
La historia de una joven violada que se cas¨® con un c¨®mplice del delito arras¨® en el pa¨ªs que gobierna Erdogan, antes de su ¨¦xito internacional
Tras cautivar a medio mundo ¡ªen Latinoam¨¦rica hacen furor¡ª los culebrones turcos han aterrizado en Espa?a. Los directivos de Nova, la cadena que apost¨® por el g¨¦nero, no las ten¨ªa todas consigo pero Fatmag¨¹l ha demostrado que, tambi¨¦n en nuestro pa¨ªs, puede funcionar. La serie turca lleg¨® a cosechar m¨¢s de un 6% de cuota de pantalla en su cap¨ªtulo final y se convirti¨® as¨ª en uno de los l¨ªderes de la TDT.
Fatmag¨¹l (interpretada por la actriz Beren Saat) vive en un peque?o pueblo de la costa del Egeo contando los d¨ªas para su enlace con el pescador Mustafa. Pero, una noche, una cuadrilla de amigos borrachos la encuentran en la playa y la violan en grupo. El prometido la repudia y ella es obligada a casarse con Kerim (Engin Aky¨¹rek), uno de los miembros de esta particular Manada turca, y tambi¨¦n el m¨¢s pobre. Los otros son hijos de ricachones que hace tiempo han abandonado el pueblo y solo regresan de vacaciones, por lo que necesitan un chivo expiatorio para ocultar el esc¨¢ndalo. Pero Kerim es, en el fondo, un buen chico y no particip¨® en la violaci¨®n ¡ªaunque tampoco la evit¨®¡ª y finalmente Fatmag¨¹l termina por enamorarse de ¨¦l.
Podr¨ªa parecer un argumento rebuscado, pero lo cierto es que, hasta las reformas legales de la pasada d¨¦cada, el c¨®digo penal de Turqu¨ªa exoneraba a los violadores si acced¨ªan a casarse con su v¨ªctima. Y, hace dos a?os, el Gobierno islamista trat¨® de volver a introducir una cl¨¢usula similar, que las protestas de las organizaciones feministas le obligaron a envainarse.
La serie tiene cimientos s¨®lidos. Su origen es un guion escrito por el reputado escritor comunista Vedat T¨¹rkali (1919-2016), que fue llevado al cine en 1986 por el director S¨¹reyya Duru con la famosa H¨¹lya Avsar, en el papel de Fatmag¨¹l. Claro que en esa versi¨®n el drama es m¨¢s crudo, hay poco que edulcorar en la abominaci¨®n de hacer casar a una v¨ªctima con su violador o en las convenciones sociales que brutalizan las relaciones de pareja. En el filme, Kerim s¨ª participa en la violaci¨®n y es un marido maltratador, aunque luego sufre un proceso de catarsis y ¡ªla industria manda¡ª hay final m¨¢s o menos feliz.
La gran triunfadora
El estreno en Turqu¨ªa de la serie ?Qu¨¦ culpa tiene Fatmag¨¹l? (como se conoce sobre todo en los pa¨ªses latinoamericanos) en 2010 fue un bombazo. Super¨® a todas las dem¨¢s, incluso a la imbatible El valle de los lobos, un thriller protagonizado por un justiciero de ideas extremadamente nacionalistas y que se ve¨ªa con fruici¨®n en todo Oriente Pr¨®ximo (incluso entre los mismos kurdos a los que la serie pintaba como confabuladores y vendidos). Pero acarre¨® no pocas pol¨¦micas. El periodista Can D¨¹ndar, hoy exiliado en Alemania para huir de la persecuci¨®n en su pa¨ªs, arg¨¹¨ªa entonces en un art¨ªculo que ¡°la culpa de Fatmag¨¹l [de la serie, claro, no de la pobre chica] es promover la violaci¨®n¡± por la forma en que se hab¨ªa promocionado su estreno durante d¨ªas. No en vano, la Red se llen¨® de v¨ªdeos que atrajeron miles de clics con t¨ªtulos como Ve de nuevo la violaci¨®n a Fatmag¨¹l, y Google de b¨²squedas como "Fatmag¨¹l + violaci¨®n" o "?Qu¨¦ violaci¨®n es mejor, la de H¨¹lya Avsar o la de Beren Saat?". Un diario se hizo eco incluso de una empresa que quer¨ªa comercializar una mu?eca hinchable con cierto parecido a Fatmag¨¹l bajo el lema: Si quieres acu¨¦state con ella, si quieres vi¨®lala.
Pero la serie, cuyo rodaje concluy¨® en 2012 aunque ha triunfado internacionalmente a?os despu¨¦s, progresa. Al contrario que en la pel¨ªcula, se nos muestra con m¨¢s detalle el cambio de Kerim y, sobre todo, de Fatmag¨¹l. Frente al personaje interpretado por Avsar, que no habla pr¨¢cticamente sino con sus ojos temerosos, el de Saat es el de una mujer que tomar¨¢ conciencia de sus derechos y terminar¨¢ denunciando ante la justicia a sus violadores. La sociedad turca ha evolucionado en los ¨²ltimos treinta a?os: muchas demandas de las mujeres se han impuesto, aunque tengan que luchar por ellas d¨ªa a d¨ªa porque si no lo hacen decaen.
Pero hay otra diferencia: en la serie se ve menos alcohol y menos carne. En este aspecto la sociedad turca tambi¨¦n ha evolucionado, aunque hacia posiciones del conservadurismo islamista imperante. Ver una pel¨ªcula de factura extranjera en un canal de televisi¨®n turco se puede convertir en algo tan engorroso como tratar de atisbar una pel¨ªcula codificada del antiguo Canal+: se difuminan la sangre, los cigarrillos, el alcohol, los escotes, las partes pudendas, incluso las pantorrillas y las siluetas que puedan resultar demasiado sensuales, no vaya a ser que da?en los ¡°valores morales¡± de la juventud.
En las telenovelas turcas no hay desnudos, hay pocos besos y escas¨ªsimas escenas de cama. Quiz¨¢s ese es el secreto. Lo explicaba una fan brasile?a de este g¨¦nero: ¡°Son m¨¢s comedidas, como nuestras series de antes¡±. Ante la hipersexualizaci¨®n de los culebrones latinos, lo pacato de los turcos. Es el triunfo de los valores conservadores. Es el signo de los tiempos.
Y ese es uno de los problemas a los que se enfrenta la sociedad turca, al que sus exitosas telenovelas no parece que vayan a dar soluci¨®n: cuando menos normalizado est¨¦ el sexo (consentido), cuanto m¨¢s quede circunscrito a la esfera de los sue?os prohibidos, m¨¢s cautivo quedar¨¢ de ser formateado por las visiones que proponen el porno y las violaciones a lo Fatmag¨¹l.
?xito de los culebrones turcos
Hubo un momento en que los turcos, enganchados a las vicisitudes de Luis Fernando y otros de parecido nombre compuesto, pensaron que ellos pod¨ªan hacer lo mismo que Venezuela o Brasil, e incluso mejor. Hoy son el segundo exportador mundial de series televisivas, solo por detr¨¢s de Estados Unidos. Aunque abundan los argumentos manidos, tambi¨¦n las hay de mafiosos, de acci¨®n b¨¦lica y, sobre todo, sagas hist¨®ricas: en muchos casos cubiertas de una gruesa capa de revisionismo para adaptarse a las necesidades propagand¨ªsticas del momento. Por ejemplo, Ertugrul, ambientada en el siglo XIII y que narra las vivencias del clan turco que fund¨® el Imperio Otomano, y de la que el presidente venezolano, Nicol¨¢s Maduro, es declarado seguidor.
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