Egipto ante el espejo argelino (y 2)
El pa¨ªs ¨¢rabe se encuentra en una situaci¨®n que para muchos analistas recuerda a Argelia cuando, en 1992, el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) fue el vencedor en la primera vuelta de los comicios y el ej¨¦rcito cancel¨® el proceso electoral
En los a?os centrales de la d¨¦cada de los noventa, Argelia vive una guerra civil no declarada de brutalidad desconocida, aunque lo peor est¨¢ a¨²n por llegar. El GIA declara como objetivo militar a todos aquellos que discrepen. En octubre de 1994, despu¨¦s de dar un ultim¨¢tum a toda la comunidad cristiana para que abandone el pa¨ªs, unas monjas agustinas son asesinadas en Argel. En julio, siete marineros italianos hab¨ªan sido degollados en los camarotes de un mercante anclado en el puerto de Jijel. Ya nadie se ve al margen: la comunidad extranjera, los funcionarios, los intelectuales, las mujeres que no cumplan estrictamente con la shar¨ªa?y vistan seg¨²n la costumbre isl¨¢mica de Oriente Pr¨®ximo con el chador y no con el tradicional pa?uelo argelino... Hasta las escuelas y las estudiantes est¨¢n en el punto de mira, como en el caso de Fatima Godhbane, una ni?a de 15 a?os sacada a la fuerza de clase y degollada en una calle de Ued Yer, en mayo de 1995.
Un caso especial es de los periodistas que contabilizar¨¢n 70 compa?eros muertos al final del conflicto. Las v¨ªctimas del terrorismo aumentan cada d¨ªa y el n¨²mero de exiliados crece de manera exponencial. Las embajadas extranjeras reducen su personal al m¨ªnimo necesario. El mundo del arte y la cultura tambi¨¦n pone sus v¨ªctimas en el altar del horror: la m¨²sica ra?, adorada por la juventud, pierde a Cheb Hasni, su m¨¢s famoso representante, en Or¨¢n en octubre de 1994.
Ante la extrema situaci¨®n de violencia, el Gobierno interino, con Al¨ª Kafi en la presidencia desde 1992 a 1994, lleva a cabo una pol¨ªtica de ¡°represi¨®n a ultranza¡± dirigida desde el ministerio de Defensa por los generales Jaled Nezar y Mohamed Lamari. El segundo, l¨ªder de la facci¨®n militar de los erradicadores, es partidario de la l¨ªnea m¨¢s dura contra el integrismo. Los derechos humanos m¨¢s elementales son ignorados. Los secuestros y los desaparecidos, a manos de las fuerzas de seguridad, se convierten en algo habitual. Se crean campos de detenci¨®n al sur del pa¨ªs, en pleno desierto del Sahara, que se llenan de detenidos guerrilleros y sospechosos de colaborar con la guerrilla.
Liam¨ªn Zerual, presidente
El primer ministro Reda Malek anuncia en septiembre de 1993 que quiere liberalizar la econom¨ªa del pa¨ªs, apremiado por el FMI, a pesar de la inestabilidad pol¨ªtica y crea la Comisi¨®n para el Di¨¢logo Nacional como foro que pueda encauzar unas negociaciones con los islamistas del FIS. Sin embargo, la conferencia de paz convocada para enero de 1994 fracasa al ser boicoteada por la mayor¨ªa de los partidos. La crisis de Gobierno ulterior hace que el ministro de Defensa Liam¨ªn Zerual sea designado presidente. Este es claro partidario de la negociaci¨®n y hace una oferta abierta a todos los partidos sin excepci¨®n. Las fuerzas laicas e islamistas, incluido el FIS, toman el guante y en Roma ofrecen al r¨¦gimen el Contrato Nacional, una f¨®rmula para encauzar las negociaciones de paz, que fue rechazada y demostr¨® que los partidarios de la victoria militar segu¨ªan siendo mayoritarios en el poder argelino.
Liam¨ªn Zerual tom¨® la decisi¨®n de convocar elecciones presidenciales para noviembre de 1995. Hab¨ªan transcurrido tres a?os de interinidad pol¨ªtica y el envite del presidente se encontr¨® con el boicoteo de la oposici¨®n, que lo consideraba un mero plebiscito antidemocr¨¢tico que dar¨ªa un ba?o de legitimidad al Gobierno del momento, ya que el mismo Zerual se presentaba como candidato. Como era de esperar, el GIA amenaz¨® a todo aquel que participase de cualquier manera en las elecciones. Parad¨®jicamente, los islamistas moderados del partido Ham¨¢s, con Mahfud Nahn¨¢ presentaron su candidatura en estas elecciones. En medio de fort¨ªsimas medidas de seguridad, un 70% del electorado se atrevi¨® a depositar su voto, en las que fueron las primeras elecciones multipartidistas del pa¨ªs, y dieron el triunfo a Zerual con un 61% de los votos.
El presidente hab¨ªa dado un paso valiente al convocar elecciones y la jugada le sali¨® bien, para ¨¦l y para Argelia. Lo siguiente que hizo fue un gran error o una t¨¢ctica puramente antidemocr¨¢tica. Zerual quer¨ªa una reforma constitucional y para su elaboraci¨®n convoc¨® una conferencia nacional que tramitase esa reforma. La conferencia fue rechazada por toda la oposici¨®n menos los integristas moderados de Ham¨¢s. ?Por qu¨¦ no convoc¨® elecciones legislativas que eligiesen a los representantes del pueblo que redactar¨ªan esa Constituci¨®n?
Sus intenciones eran crear un r¨¦gimen fuertemente presidencialista e incluy¨® en su reforma nada m¨¢s y nada menos que la prohibici¨®n de los partidos religiosos o los de base regional o ling¨¹¨ªstica, como los nacionalistas ber¨¦beres. ?C¨®mo contribu¨ªa esta medida a la reconciliaci¨®n nacional? Zerual hab¨ªa optado por la v¨ªa autoritaria y el blindaje del r¨¦gimen salido de las elecciones de 1995. El refer¨¦ndum celebrado en noviembre de 1996, que cont¨® con amplia participaci¨®n, dio el s¨ª a la reforma constitucional. En junio de 1997 se celebraron elecciones legislativas en las que venci¨® la reci¨¦n creada Uni¨®n Nacional Democr¨¢tica (RND), partido af¨ªn al presidente Zerual, en medio de fuertes medidas de seguridad, la apat¨ªa de los votantes y la extra?eza por el resultado.
El patr¨®n m¨¢s o menos era el mismo: ataques en la noche que asolaban pobres aldeas durante varias horas, generalmente en el Tri¨¢ngulo de la Muerte
Ataques sin supervivientes
Los musulmanes argelinos hab¨ªan celebrado el mes de enero anterior su Ramad¨¢n, y seguro que no lo olvidar¨ªan. Los atentados indiscriminados contra civiles se saldaron con m¨¢s de 400 muertos. Eran la antesala de la peor ola de violencia que sufri¨® el pa¨ªs. Durante todo el conflicto la l¨ªnea estrat¨¦gica del Ej¨¦rcito hab¨ªa estado dise?ada por el jefe del Estado Mayor, el general Mohamed Lamari. Las emboscadas y el uso de la aviaci¨®n eran el recurso habitual para luchar fuera de las ciudades contra las guerrillas. Estas sufrieron un duro golpe en operaciones a gran escala, como la de Ain Defla, en marzo de 1995, que se sald¨® con 2.500 bajas guerrilleras. Ese a?o se crearon las patrullas de autodefensa, partidas de civiles voluntarios armados que se encargar¨ªan de mantener el orden en sus pueblos.
La violencia extrema era rec¨ªproca. Muchas operaciones militares terminaban con ejecuciones sumarias de los supervivientes o la desaparici¨®n de ¨¦stos. Algunas patrullas de civiles antiislamistas realizaban maniobras de represalia indiscriminada contra poblaci¨®n civil cercana, o familiar de las guerrillas integristas. El GIA, desde 1997 hasta mediados de 1998, en un giro t¨¢ctico a¨²n m¨¢s extremo, comenz¨® a atacar pueblos y aldeas con el prop¨®sito de no dejar supervivientes. El patr¨®n m¨¢s o menos era el mismo: ataques en la noche que asolaban pobres aldeas durante varias horas, generalmente en la Mitiya y en el Atlas de Blida, conocido como el Tri¨¢ngulo de la Muerte, territorio habitado por simpatizantes del FIS. Asesinatos masivos en los que se ensa?aban con las v¨ªctimas, que se contaban por centenares, sin distinci¨®n de sexo ni edad, y que terminaban al amanecer cuando el Ej¨¦rcito, a menudo en posiciones cercanas, llegaba con los terroristas del GIA ya lejos. Los nombres de aldeas como Omaria, Suhane, Bentalha, Sidi Rais, Relizan, o el barrio de Sidi Yussef, en el mismo Argel, pasaron a engrosar la lista de la barbarie terrorista.
Desde 1994 se aceler¨® la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa argelina y el FMI ped¨ªa un reajuste econ¨®mico salvaje
No se alcanzaban a entender los m¨®viles pol¨ªticos o religiosos para cometer tales atrocidades. Lo ¨²nico claro es que se imped¨ªa claramente llegar a ning¨²n tipo de acuerdo para acabar la guerra. Las matanzas estaban rodeadas de gran misterio: ?por qu¨¦ el Ej¨¦rcito no acud¨ªa a defender a la poblaci¨®n? Tr¨¢nsfugas de los servicios secretos militares declaraban que ¨¦stos, infiltrados en el GIA, alentaban a cometer las matanzas. El Gobierno nunca pudo dar una explicaci¨®n contrastada y ello motiv¨® la proliferaci¨®n de rumores como el que relaciona estos hechos con la econom¨ªa y la ¡°mafia pol¨ªtico-financiera¡±. Desde 1994 se aceler¨® la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa argelina y el FMI ped¨ªa un reajuste econ¨®mico salvaje. Leyes como la del sector del petr¨®leo, en ese a?o, pasaron de puntillas, aprobadas sin oposici¨®n por el Gobierno. 800.000 obreros de empresas estatales se fueron al paro sin atreverse a salir a la calle a protestar, en medio de la violencia que viv¨ªa el pa¨ªs. Nuevas fortunas estaban expoliando un pa¨ªs que abandonaba una econom¨ªa estatalizada.
El GIA empez¨® a perder fuerza a mediados de 1998 y su locura sanguinaria fue disminuyendo. Qued¨® dividido en facciones y fue desarticulado entre delaciones y operaciones antiterroristas del Gobierno. En 2002 ya no exist¨ªa. El ¨²nico grupo que mantuvo una actividad violenta de importancia, aunque menor capacidad desestabilizadora, fue el Grupo Salafista para la Predicaci¨®n y el Combate (GSPC), cuyos efectivos a?os despu¨¦s engrosar¨ªan las filas de Al Qaeda en el Magreb, grupo en la ¨®rbita de la franquicia terrorista de Al Qaeda.?
En septiembre de 1998, Liam¨ªn Zeroual anuncia su dimisi¨®n. En abril de 1999, Abdelaziz Buteflika, otro luchador de la independencia argelina, es elegido presidente por la candidatura oficialista, en unas elecciones en las que no tuvo rival pues nadie m¨¢s se present¨®. El nuevo presidente consigue en junio la disoluci¨®n del EIS, a la vez que indulta a muchos islamistas sin delitos de sangre. La aprobaci¨®n de la Ley de Concordia Civil en julio fren¨® la persecuci¨®n de muchos combatientes integristas. En julio de 2003, tras cumplir 12 a?os en la c¨¢rcel, fueron liberados Abasi Madani y Al¨ª Belhadj, los dos l¨ªderes del FIS. Democr¨¢ticamente no volvieron a ser una amenaza para el r¨¦gimen argelino. En septiembre de 2005, Buteflika convoc¨® un refer¨¦ndum para votar la Carta para la Paz y la Reconciliaci¨®n Nacional, que supon¨ªa una amnist¨ªa con matices para islamistas y miembros de las fuerzas de seguridad. Un 81% de los argelinos votaron masivamente a favor. Las medidas de reconciliaci¨®n trajeron calma a Argelia, aunque no todas las heridas fueron cerradas. Atr¨¢s quedan entre 150.000 y 200.000 muertos, 20.000 de ellos desaparecidos a manos de las fuerzas de seguridad.
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