Miuras, cazadores de hombres
El torero franc¨¦s Juan Leal cae herido menos grave tras una valerosa actuaci¨®n
Cazadores de hombres contra heroicos cient¨ªficos del toro. Ese es el resumen de la corrida que cerr¨® la feria de Bilbao. Toros muy complicados de Miura, lanzadores de ga?afones y tornillazos a los cuellos humanos, buscadores de corbatines y pre?ados todos ellos de mala clase, contra toreros honestos, valientes y comprometidos con el dificultoso papel que les ha tocado en esta injusta fiesta. Pero toreros todos lo que salieron al ruedo, desde los picadores, que realizaron con sobresaliente torer¨ªa el tercio de varas, a los banderilleros, que vislumbraron a la altura de sus ojos los astifinos pitones, lo que no evit¨® el lucimiento de hombres como Marc Leal, Manolo de los Reyes, Alberto Carrero, Vicente Varela y Pascual Mellinas, entre otros.
Al final, solo un miembro de la terna de matadores visit¨® la enfermer¨ªa, lo que es un buen balance para el peligro extremo que desarrollaron los toros.
El mayor triunfo de Juan Leal -torero franc¨¦s poco placeado en Espa?a- es que est¨¢ vivo. Demostr¨® que es un valiente a carta cabal, dispuesto en todo momento a arrollar la raz¨®n con tal de demostrar que quiere ser torero. Su recompensa fue una oreja a su comprometida actitud, y el pago por ello fueron dos volteretas dram¨¢ticas que pudieron costarle un muy serio disgusto y que se materializ¨® en una cornada menos grave en la pierna derecha.
El primer gran susto se lo llev¨® al inicio de la faena a su primero. Lo esper¨® de rodillas en el centro del ruedo y al tercer muletazo el toro lo arroll¨®. Al intentar levantarse lo prendi¨® por la pierna derecha, lo volte¨® y le dio una paliza espeluznante. Un misterio ser¨¢ para siempre c¨®mo el toro le arranc¨® de cuajo el chaleco sin herirlo. Tras una pelea sin cuartel contra los muchos tornillazos del animal se tir¨® a matar limpia y valientemente sobre el morrillo, y entonces, s¨ª, el pit¨®n lo hiri¨® de car¨¢cter menos grave en el tercio medio inferior del muslo derecho. Pas¨® a la enfermer¨ªa por su propio pie, con la oreja en la mano, y haciendo gestos de que volver¨ªa para matar al sexto, pero no pudo ser.
MIURA/CHAC?N, MORAL, LEAL
Toros de Miura, -tercero y quinto, devueltos-, bien presentados, mansurrores, muy blandos, descastados y muy deslucidos. Sobreros de Miura y Salvador Domecq; este ¨²ltimo, noble.
Octavio Chac¨®n: estocada baja (ovaci¨®n); estocada casi entera (oreja); pinchazo y estocada casi entera (ovaci¨®n).
Pepe Moral: casi entera baja (ovaci¨®n); pinchazo, metisaca y estocada (vuelta al ruedo).
Juan Leal: estocada tendida (oreja). Herido al entrar a matar.
Plaza de toros de Vistalegre. 26 de agosto. Novena y ¨²ltima corrida de feria. Media entrada.
La corrida fue una pel¨ªcula de suspense sobre la mala casta, la falta de clase, la aspereza y el peligro de los legendarios toros de Miura. Tanto es as¨ª que las dos orejas que se concedieron no fueron el premio a faenas lucidas, sino al valor, la actitud, el compromiso y el mal trago que debieron pasar los toreros.
Juan Leal, falto de oficio porque torea poco, derroch¨® pundonor y entrega, y el trofeo fue el mejor est¨ªmulo a su sangre derramada; y la que pase¨® Octavio Chac¨®n fue el laurel a su lecci¨®n magistral de torero curtido en mil batallas, un lidiador consumado, due?o de un deslumbrante oficio, que le sirvi¨® para salir airoso del angustioso trance de lidiar tres bruscos toros de Miura.
Se pas¨® de faena ante su primero, cuajado de defectos, pero ante el que no ve¨ªa el momento para entrar matar. Aguant¨® con firmeza las tarascadas del cuarto, que embest¨ªa con la cara por las nubes, y una estocada corta en el hoyo de las agujas le permiti¨® pasear una oreja; y resopl¨® ante el sexto, que buscaba su cuerpo con ansiedad.
Y el ¨²nico que pudo torear fue Moral al noble sobrero de Salvador Domecq. Dos tandas de naturales tuvieron hondura y sabor, pero mat¨® mal y el premio se esfum¨®. Antes hab¨ªa recibido a sus toros con largas cambiadas de rodillas en el tercio, dibuj¨® un par de buenas ver¨®nicas en el segundo de la tarde y un quite por garbosas chicuelinas en el sobrero quinto.
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