Dios de s¨ª mismo
Las memorias de J. J. Armas Marcelo tienen la virtud de la sinceridad y el defecto de la repetici¨®n y las prisas
?Qu¨¦ hacer con nuestros recuerdos? Se lo preguntaba Jean-Louis Jeannelle en una l¨²cida monograf¨ªa sobre el memorialismo, g¨¦nero que disfruta de una indiscutible vitalidad. Al igual que ocurre con la autobiograf¨ªa, aunque hay diferencias sutiles entre ambas escrituras. En las memorias el relato de una vida se encara bajo su condici¨®n hist¨®rica: un individuo, testigo o protagonista de acontecimientos relevantes, da cuenta de su propio recorrido vital, pero su identidad se proyecta bajo una dimensi¨®n p¨²blica o colectiva.
Esta somera descripci¨®n del g¨¦nero encaja muy bien con el proyecto de las memorias del novelista canario Juan Jos¨¦ Armas Marcelo, del que Ni para el amor ni para el olvido es su primera entrega. Me pregunto qu¨¦ es lo que no cabe en el casillero del amor y tampoco en el del olvido. Y entiendo que se trata del cent¨®n de recuerdos, en su mayor parte literarios, acumulados en la memoria y todav¨ªa v¨ªvidos porque Armas Marcelo los ha evocado una y otra vez en tertulias, conferencias y libros.
Una memoria oral sostenida en el tiempo que ahora se vuelca en la escritura. El libro toma como epicentro el viaje del escritor a Barcelona para conocer a Carlos Barral en octubre de 1972. Ten¨ªa 26 a?os y hab¨ªa permanecido en arresto domiciliario durante m¨¢s de un a?o a causa de la publicaci¨®n de un libro de Jos¨¦ ?ngel Valente, N¨²mero trece, del cual Armas Marcelo era el editor y responsable subsidiario ante la fuga de Valente al ser procesado.
Desde esa fecha, que funciona como eje, el relato va hacia delante y hacia atr¨¢s, siendo el hilo conductor los muchos escritores que el autor de Los dioses de s¨ª mismos ha conocido en tertulias, barras de bar, congresos, viajes y todo tipo de exploraciones, fruto de su admirable inquietud personal. Y puede decirse que el escritor ha conocido a todo el mundo. Los autores espa?oles, pero sobre todo hispanoamericanos, de m¨¢s renombre desfilan por las p¨¢ginas del libro ensartados en an¨¦cdotas, divertidas algunas, otras ya muy conocidas pero deliciosas y otras in¨¦ditas, al menos para la mayor¨ªa de sus lectores, siendo el narrador siempre leal a sus dos mentores intelectuales ¡ªCarlos Barral y Mario Vargas Llosa¡ª y a un mentor moral, su padre.
Sin embargo, las memorias, escritas con franqueza y sin ocultar los rasgos menos complacientes de su personalidad ¡ªmujeriego, amante de los prost¨ªbulos, un car¨¢cter un tanto bronco y amigo de los ajustes de cuentas¡ª, presentan un serio problema estructural, y es que las historias se repiten en diferentes ocasiones ofreciendo la impresi¨®n de que se han escrito al hilo de una memoria hablada, sin una reflexi¨®n sobre c¨®mo pod¨ªa organizarse la masa de recuerdos evocada a fin de darle una coherencia que finalmente no tiene.
A este problema cabe a?adir que los juicios y comentarios pol¨ªticos ¡ª?sobre el franquismo, las dictaduras latinoamericanas, la transici¨®n espa?ola¡ª adolecen de una cierta obviedad y de nuevo parecen fruto de una escritura poco sedimentada. Dicho esto, la exploraci¨®n de recuerdos y experiencias ofrecida por el autor en Ni para el amor ni para el olvido?nos da cabal idea de un hombre al que la literatura, en todas sus formas, ha dado su raz¨®n de ser.
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Autor:?J. J. Armas Marcelo.
Editorial:?Renacimiento (2018).
Formato: tapa blanda (416 p¨¢ginas).
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