Game over en la oscuridad m¨¢s absoluta
EL PA?S juega en exclusiva al nuevo ¡®Call of duty¡¯ en el primer cuarto forrado con Vantablack, el material terrestre m¨¢s opaco
No puedo verme las manos. Ni la punta de la nariz. Por mucho que agito las unas frente a la otra, all¨ª no hay nada. Oscuridad total, al punto de que los ojos no tienen asidero ni despu¨¦s de que hayan pasado varios minutos. El silencio, en el cuarto, tambi¨¦n es total. La sensaci¨®n, uterina, de flotar en la nada; de ser la nada. M¨¢s que agobiar, relaja. Hasta que aparece el zombi.
De un zarpazo y un gru?ido, me saca de mi tenebrosa placidez para enfrentarme a las im¨¢genes adrenal¨ªnicas de Call of duty. Black Ops 4, el ¨²ltimo juego de una franquicia que ya pasa de los 10.000 millones de euros, dejando muy atr¨¢s lo logrado en taquilla por sagas tan rimbombantes como La guerra de las galaxias, El se?or de los anillos o Harry Potter.
EL PA?S jug¨® ¡ªpor cortes¨ªa de Activision en un evento celebrado en una nave londinense de una antigua rotativa¡ª en la primera habitaci¨®n forrada por completo con Vantablack, el material m¨¢s opaco del mundo, un pigmento de nanotubos artificial que logra una oscuridad cuasi absoluta. El que us¨® el artista Asif Khan para sorprender con su pabell¨®n estrellado durante las olimpiadas de PyeongChang. El que se emplea para sensores en la industria militar y aeroespacial m¨¢s puntera. El que forra la esfera de un reloj que cuesta m¨¢s de 82.000 euros.
Las sensaciones con el mando jugando a Blacks ops 4 son las de siempre. Pura adrenalina y testosterona, combates fugaces entre r¨¢fagas de ametralladora, cohetes y granadas de mano con hipermusculados marines como gladiadores. Pero lo que me rodea es extraordinario. Oscuridad total. Oscuridad tangible. Y una pantalla dispuesta a tal distancia que se convierte en due?a de todo mi espacio visual. Solo existe la imagen. Un leve defecto en la escenograf¨ªa, una fin¨ªsima hendidura entre las puertas de entrada, eran la ¨²nica referencia en un vac¨ªo total. Resultaba especialmente llamativo que, con el televisor ya encendido y las explosiones atronando, la luz que derramaba el monitor apenas s¨ª se difund¨ªa en la sala. La inmersi¨®n era absoluta.
La estancia era de tres metros de alto, por tres de largo y cuatro de ancho. El Vantablack, de la calidad VBx 2 ¡ªcapaz de tragarse el 99% de la luz a la que se le exponga¡ª, cubr¨ªa por completo las cuatro paredes y el techo. El suelo estaba recubierto con otro tipo de recubrimiento que permit¨ªa pasear por ¨¦l, porque esta es una de las limitaciones del material. Se adhiere como una arenilla a la pared, as¨ª que el contacto directo debe evitarse a toda costa. Accidentalmente, toqu¨¦ al salir la cara interior de una pared y los dedos se me quedaron inmediatamente recubiertos de la sustancia, una suerte de lascas de mina de l¨¢piz de textura quebradiza.
El coste de esta sala de juegos ¨²nica es una inc¨®gnita que ni Activision ni Surrey Nanosystems, proveedora del Vantablack, quisieron revelar. La web de la compa?¨ªa desvela que un peque?o cuadrado de 40x30 mil¨ªmetros del material cuesta, a la instituci¨®n que quiera comprarlo, unos 343 euros. Una sencilla regla de tres disparar¨ªa el coste de esta estancia, a ese precio, a m¨¢s de 10 millones de euros. ¡°Evidentemente, ese no es el coste de la sala. Sino cuando forramos los 3.500 metros cuadrados de un pabell¨®n ol¨ªmpico ¡ªpara la obra del artista Asif Khan¡ª nos habr¨ªamos gastado unos 656 millones de euros. El coste del Vantablack de este evento es comparable con otros recubrimientos especiales de la industria¡±, comenta su CTO, Ben Jensen, a este peri¨®dico, sin desvelar el precio total de la sala. Pero no hay duda de que es elevad¨ªsimo. En una entrevista concedida a la web Mental Floss, Steve Northam, directivo de la compa?¨ªa, declar¨® lo siguiente: ¡°Onza por onza, es mucho m¨¢s caro que el oro o el diamante¡±.
La pregunta clave es: ?llegar¨¢ esta experiencia, que supone una inmersi¨®n en la imagen in¨¦dita, a las casas alguna vez? Ben Jesen, CTO de Surrey Nanosystems, que ejerci¨® de maestro de ceremonias en el evento, descart¨® la posibilidad actualmente: ¡°La patente no nos permite vend¨¦rselo por el momento a individuos. En el futuro qui¨¦n sabe.¡± ¡°?Pero ser¨ªa posible hacer un cine o una sala de juegos abierta al p¨²blico?¡± ¡°No nos lo hab¨ªamos planteado. Pero s¨ª, eso s¨ª ser¨ªa posible. Y una buen¨ªsima idea.¡± Aunque habr¨ªa desaf¨ªos. Por la naturaleza arenosa del material, que impide cualquier contacto, habr¨ªa que o bien vallar las paredes o bien optar por un recubrimiento mucho m¨¢s duro (y caro) forjado con nanotubos de carbono. Pero t¨¦cnicamente ser¨ªa posible plantearse un cine o una sala de juegos sumida en la oscuridad total.
Esta chocante manera de promocionar un nuevo t¨ªtulo de videojuego vuelve a ser s¨ªntoma de ese momento tan peculiar que atraviesa este medio. Mientras su posici¨®n cultural se va consolidando, el videojuego sigue manifestando su inseguridad ante c¨®mo presentarse al gran p¨²blico. En este evento, concebido para apenas para media docena de periodistas de medios l¨ªderes como EL PA?S en sus respectivos pa¨ªses, el atractivo era el de la barraca de feria.
Uno que dej¨® en este periodista huella indeleble fue el planteado por Ubisoft con la excusa del lanzamiento de Assassin¡¯s creed. Syndicate. Cerr¨® la catedral de Saint Paul en Londres e invit¨® a m¨¢s de un centenar de periodistas de la prensa generalista mundial, entre los que me encontraba, a una cena en sus catacumbas. Y empieza a verse la mudanza inversa, con la entr¨¦e de una leyenda de animaci¨®n como Aardman ¡ªcasa de Wallace y Groomit y ganadora de cuatro Oscar¡ª como creadora de videojuegos. As¨ª est¨¢ este medio, ansioso por demostrar a toda costa y a todo coste, su relevancia en el presente. Lo pr¨®ximo, seguramente, ser¨¢ jugar en la Luna. Espero, como gallego, hacer honor a la canci¨®n.
Babelia
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