De genios, monstruos y mitos
La lectura de Henry James conserva la virtud de desintoxicarme y de poner en su lugar a la mayor parte de la ficci¨®n que me veo obligado a leer
01. James
As¨ª como mi amigo (supongo) Mar¨ªas selecciona de vez en cuando una docena de pel¨ªculas de su complet¨ªsima videoteca, y se regala con un ciclo de, por ejemplo, Joseph Mankiewicz (incluyendo, desde luego, El fantasma y la se?ora Muir, 1947), a m¨ª me da por montarme de cuando en vez peque?os ciclos de los novelistas que adoro. En la ¨²ltima quincena he rele¨ªdo algunas de las mejores novelas cortas de Henry James (1843-1916), casi todas por debajo de las cien p¨¢ginas. Aunque James public¨®, adem¨¢s de sus grandes libros de ficci¨®n, m¨¢s de 120 novelas cortas y cuentos, en esta ocasi¨®n me he limitado a algunas nouvelles publicadas durante la d¨¦cada de 1890, una de sus m¨¢s prol¨ªficas en lo que se refiere a ficci¨®n breve.
En esa ¨¦poca, el autor norteamericano (que se nacionaliz¨® brit¨¢nico en 1914 como protesta a la no intervenci¨®n de Estados Unidos en la primera fase de la guerra ¡°europea¡±) se empe?¨® (en vano) en conquistar la escena teatral londinense, dedicando a ello la mayor parte de su tiempo, mientras se financiaba publicando narraciones cortas en revistas y recopilaciones. A ellas pertenecen las cuatro que he rele¨ªdo ¨²ltimamente: El alumno (1891), La vida privada (1892), La figura en la alfombra (1896) y Los amigos de los amigos (1896). Mientras las revisaba (con subrayados y alguna nota de diferentes ¨¦pocas) volv¨ªa a colocar a su autor en mi personal pante¨®n de los m¨¢s grandes narradores de la edad moderna: la lectura de James conserva todav¨ªa la virtud de desintoxicarme y de poner en su lugar a la mayor parte de la ficci¨®n que me veo obligado a leer.
James no necesita de ¡°acci¨®n¡± o de complejas intrigas espectaculares para contar historias ¡°interesantes¡± (una cualidad que juzgaba imprescindible en la novela): las suyas, siempre un prodigio de profundidad narrativa, de dominio del punto de vista y de capacidad para penetrar con sugerencias y elipsis en el interior de unos personajes sin juzgarlos ¡ªuna tarea que deja siempre al arbitrio del lector¡ª constituyen, adem¨¢s de un placer para la inteligencia, la mejor recomendaci¨®n para los novelistas en ciernes. El pretexto para volver a James me lo dio la recuperaci¨®n por Gatopardo de Lo que Maisie sab¨ªa (1897), una gran novela (y muy apropiada para acercarse al autor) que viene precedida de un estupendo pr¨®logo de Nora Catelli, una de las cr¨ªticas m¨¢s perspicaces e informadas de la obra de James. Y, para mis improbables lectores que quieran leer algunos de sus mejores relatos, resultan muy asequibles, entre otras, las recopilaciones publicadas por Penguin Cl¨¢sicos y C¨¢tedra. De nada, acu¨¦rdense de m¨ª si los disfrutan.
02. Animalitos
A la moda del nature writing se a?ade ¨²ltimamente el subsector m¨¢s especializado de lo que podr¨ªamos llamar animal writing. En las ¨²ltimas semanas se han incorporado a la pila adyacente a mi sill¨®n de orejas dos de las muestras zool¨®gico-editoriales que, tras franquear una criba minuciosa, me han parecido m¨¢s significativas. Adi¨®s al caballo (Taurus), de Ulrich Raulff, es una eleg¨ªaca historia natural-cultural de este extraordinario animal que ha acompa?ado, como bestia de carga o de transporte, a casi todas las culturas de la tierra. Raulff traza una muy legible epopeya transversal, con eruditas incursiones en el cine, la literatura y el arte, acerca de lo que, a lo largo de la historia ¡ªdesde el neol¨ªtico hasta el autom¨®vil¡ª el caballo ha representado para la humanidad.
M¨¢s ins¨®lito, pero igualmente agradecido, me ha resultado El alma de los pulpos (Seix Barral), de Sy Montgomery, con pr¨®logo ¡°amigo¡± de Donna Leon. Sin pretender ser un consumado malac¨®logo, el pulpo es una criatura ante la que siempre he sentido un contradictorio sentimiento de amor-terror. De jovencito pescaba pulpos peque?os buceando entre las rocas hundidas del mar de Calafell, al tiempo que me estremec¨ªa con las pel¨ªculas (20.000 leguas de viaje submarino, de Richard Fleisher, por ejemplo) y libros en los que pulpos y calamares gigantes y otros monstruosos kraken irrump¨ªan en la aventura de esforzados exploradores. De mayor, ya m¨¢s maleado, disfruto m¨¢s bien con el exquisito bocado de un buen pulpo a la brasa o, si no hay m¨¢s remedio, a feira. La naturalista Sy Montgomery construye su ensayo literariamente pulposo (as¨ª te atrapa su lectura) como si fuera una novela de aventuras cuyo protagonista es ese fascinante y antiqu¨ªsimo cefal¨®podo que puede cambiar de color, tiene boca (con pico) en una axila y envenena a sus presas antes de devorarlas.
03. Navide?os
Con el ¡°planeta¡± ya concedido, y celebrado con la acostumbrada pompa y promiscuidad pol¨ªtico-social, se oficializa la temporada del libro navide?o, muchas de cuyas muestras han ido llegando a las librer¨ªas en las ¨²ltimas semanas. Los hay de todo tipo y condici¨®n, aunque en todos predomina, como ¡°filosof¨ªa¡± subyacente, el deseo de hacer caja para cuadrar el final del ejercicio; claro que, con el mercado atiborrado, muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Entre los ¨²ltimos que he recibido selecciono, para empezar, dos que me han parecido estupendos. La Luna (Atalanta, 58 euros), de la analista junguiana Jules Cashford ¡ªa quien los lectores interesados en los mitos primordiales recordar¨¢n por su monumental El mito de la diosa, publicado tambi¨¦n por Jacobo Siruela cuando a¨²n era director editorial del sello al que prest¨® su nombre¡ª, es una fascinante enciclopedia bellamente ilustrada de los mitos, s¨ªmbolos y representaciones a los que la Luna, ese astro que tanto influye en nuestros humores, ha dado lugar desde los or¨ªgenes de la humanidad.
M¨¢s expl¨ªcitamente navide?o es el volumen D¨ªas de Navidad (Lumen, 22,90 euros), de Jeanette Winterson, en el que se recogen 12 narraciones imaginarias (y una felicitaci¨®n autobiogr¨¢fica) acompa?adas de otras tantas recetas de manjares muy apropiados para la estaci¨®n.
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