El ritmo (musical) de la creaci¨®n
Personalidades de distintos ¨¢mbitos debaten sobre c¨®mo surgen las ideas para sus obras
?C¨®mo y de d¨®nde surge la inspiraci¨®n? ?Puede cualquiera ser creativo? El dise?ador Alberto Coraz¨®n, Elena Dom¨ªnguez, vicepresidenta del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), la escritora Elvira Lindo y el investigador Jes¨²s Alcoba, director de la escuela de negocios La Salle, han contado c¨®mo viven ese proceso en una de las mesas redondas de la d¨¦cima edici¨®n del Festival E?e, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, que hasta el 27 de octubre re¨²ne a 120 escritores.
Lindo se?al¨® que "ser imaginativo", en el caso de su literatura, que destila mucho humor, "es algo f¨ªsico, incluso parece que viene con tu cuerpo". Lo que tiene claro es que al escribir, "debe haber comp¨¢s, ritmo, las palabras deben tener m¨²sica". Ello le llev¨® a manifestar su sorpresa por aquellos colegas suyos "a los que no les guste la m¨²sica". La articulista desgran¨® las ideas que le asaltan cuando se plantea uno de sus art¨ªculos para EL PA?S. "Hay que ser diferente y no solo opinar. Dar un punto de vista que no se haya emitido hasta ese momento de alg¨²n tema de actualidadl".
?Son los cient¨ªficos tan creativos como los poetas?, lanz¨® el moderador, Guillermo Altares, periodista de EL PA?S. Dom¨ªnguez fue clara: "S¨ª, creamos ideas, aunque quiz¨¢s no reflexionamos tanto sobre ello como otros. Nuestras ideas se basan en el razonamiento y la imaginaci¨®n". Esta da lugar a la invenci¨®n que, lament¨®, "durante mucho tiempo estuvo mal vista en el ¨¢mbito cient¨ªfico".
Coraz¨®n desvel¨® que lleva a?os reflexionando sobre los caminos que llevan a crear. "Todo es neuronal. Incluso noto que hay algo fisiol¨®gico". Cuando dise?a, pone en orden "toda esa tormenta de ideas del cerebro", mientras que en su creaci¨®n pl¨¢stica, se limita "a escuchar". Alcoba traslad¨® el debate al dinero, a los negocios. "Por qu¨¦ a nadie se le ocurri¨® antes el iPhone. Quiz¨¢s porque miraba en el sitio equivocado". "La mirada es la clave", convino Coraz¨®n.
Pero, claro, no siempre la idea alumbrada tiene que ser la buena. "Con muchos algoritmos nos podr¨ªamos acercar a ello. En ciencia est¨¢ establecido. Lo marca el tiempo", a?adi¨® Dom¨ªnguez. "Nosotros no tenemos ese tiempo", contest¨® el dise?ador. "En la literatura es caprichoso, los editores no saben qu¨¦ libro va a ser exitoso. Hay perspicacia, olfato para saber qu¨¦ quiere la gente, pero nadie pod¨ªa imaginar el boom que tuve con los libros de Manolito Gafotas", cerr¨® Lindo.
La mesa inaugural del festival, organizado por el C¨ªrculo y La F¨¢brica, reuni¨® a la poeta y acad¨¦mica de la lengua Clara Jan¨¦s (1940), el novelista Antonio Mu?oz Molina (1956), el mexicano ?lvaro Enrigue (1969) y la chilena Paulina Flores (1988). El asunto era, desde distintas generaciones, contrastar si la visi¨®n del escritor en la sociedad ha cambiado.
Jan¨¦s record¨® su ni?ez, en una casa por la que pasaban escritores, por ser de familia de editores, y c¨®mo empez¨® "a escribir novelas porque las escuchaba en la radio". Mu?oz Molina cont¨® que la primera vez que tuvo noci¨®n "de que hab¨ªa escritores fue viendo las portadas de los libros de Julio Verne". El autor revel¨® que cuando le preguntan su profesi¨®n no dice "escritor con mucha convicci¨®n" por pudor, que se transforma en rechazo "ante la exhibici¨®n del escritor convertido en personaje".
Enrigue censur¨® la "sobreexposici¨®n de los escritores y su conversi¨®n en talism¨¢n", lo que, en su opini¨®n, genera el riesgo de que esa admiraci¨®n sustituya al disfrute de su escritura. Mientras que Flores se mostr¨® m¨¢s optimista y afortunada: "En mi pa¨ªs hace 20 a?os la literatura estaba solo en la ¨¦lite".
Dos plantas m¨¢s arriba, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix y Guillermo Carnero rememoraron sus comienzos en el grupo de los nov¨ªsimos, al final de la dictadura. "Espa?a no solo dol¨ªa, ya nos ol¨ªa", dijo Molina Foix. "Eran momentos de cambio pol¨ªtico, tambi¨¦n cultural, y voracidad lectora", a?adi¨® Carnero. Los tres comentaron el papel que tuvo el cine: "Era una fuente de emoci¨®n art¨ªstica, como la poes¨ªa o la novela", incidi¨® Molina Foix, "pero esto no lo entend¨ªan nuestros maestros, los de una generaci¨®n inmediatamente anterior. Para Gil de Biedma o Barral era una aberraci¨®n. Nosotros est¨¢bamos m¨¢s conectados con los de la Generaci¨®n del 27, q eran unos cin¨¦filos", agreg¨®. "El cine era la compensaci¨®n de lo que la realidad no ofrec¨ªa", apostill¨® Carnero.
Otra asunto en otra mesa, aparentemente m¨¢s ligero. La relaci¨®n de los escritores con sus objetos. Rosa Montero se reconoci¨® fetichista a unos metros de la exposici¨®n que muestra piezas de autores espa?oles y peruanos. "He elegido una peque?a salamandra de bronce", de las m¨¢s de 200 que posee, y uno con significado especial, un peque?o cubo de metacrilato con una imagen del que fue su marido, Pablo Lizcano. "S¨¦ que es algo fantasmag¨®rico, pero lo tengo siempre al lado cuando escribo". Gabriela Wiener habl¨® tambi¨¦n de uno con nostalgia por el amor, un c¨®mic suyo, "inspirado en un poemario de una de sus parejas". Marcos Giralt Torrente reconoci¨® que fue una pesadilla decidir qu¨¦ meter en su vitrina de la exposici¨®n y tir¨® de mercadillos: una llave que compr¨® en el rastro madrile?o o un malet¨ªn en el de Campden Town en Londres.
La vida de un escritor, en objetos
Adem¨¢s de escuchar a sus escritores favoritos, los asistentes al festival pueden contemplar objetos que han marcado la vida o la obra de estos autores. Como un ajado malet¨ªn marr¨®n que Marcos Giralt Torrente adquiri¨® en un mercadillo de Londres o la chupa de cuero negro que compr¨® Sergio del Molino con su primer dinero como escritor. Mostrados en vitrinas con forma de maleta, quiz¨¢s porque la vida de un autor est¨¢ casi siempre ligada a viajar, la exposici¨®n est¨¢ organizada por la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo.
Otra de las actividades paralelas corri¨® a cargo del artista Abel Azcona, que realiz¨® una performance, La muerte del artista, en la que puso de manifiesto las amenazas que sufre por parte de agrupaciones de ultraderecha y religiosas. Esto lo extrapola a los ataques que en los ¨²ltimos tiempos sufre la libertad de expresi¨®n.
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