El reality de verdad es ¡®El puente¡¯ y no ¡®Gran Hermano¡¯
El programa de #0 confirma en su segunda entrega que se pueden hacer concursos elegantes y adictivos
?C¨®mo explicar que el mejor reality show de la televisi¨®n espa?ola actual lo hace la misma gente que el horroroso Gran Hermano VIP? No es cuesti¨®n de comparar ambos productos de Zeppelin TV, son totalmente diferentes, que buscan a p¨²blico muy dispar y en cadenas de perfiles opuestos. Gran Hermano va a lo que va, con toda la personalidad y la fauna reciclada de Telecinco bien mezclada y agitada y con el respaldo mayoritario del p¨²blico cada vez que hay gala. Chap¨® por el programa, pero el reality bueno bueno, el que mantiene el esp¨ªritu de lo que deber¨ªa de ser un reality, en el que se ve c¨®mo un grupo de desconocidos luchan por un premio, con sus asuntos personales, sus enfrentamientos y sus esfuerzos, ese es El puente (#0 de Movistar).
El puente es elegante, en su propuesta y en su resultado. En el concurso, un grupo de desconocidos debe construir una pasarela, esta temporada en la bah¨ªa de Halong (Vietnam), para llegar en un tiempo determinado a una isla donde aguarda un premio de 100.000 euros. Deben colaborar entre ellos, no hay expulsiones, y al final, si llegan, entre todos eligen a un ganador que tiene que decidir si se queda todo el premio o si lo reparte con los dem¨¢s y en qu¨¦ cantidades.
Al finalizar la excelente primera temporada, quedaba la duda de si, vi¨¦ndola, los concursantes de la segunda iban a saber por donde tirar para al final conseguir ser elegidos por sus compa?eros. Y quedaba la duda de si iba a ser un ¨¦xito fugaz por lo complicado de volver a sorprender. Pero en esta segunda entrega, las reglas han cambiado y hay sorpresas. Y funciona muy bien (excepto el momento de la apuesta con los dados, que no tiene sentido). Igual flojea en que hay menos enfrentamientos entre concursantes, pero todo queda compensado con la preciosa fotograf¨ªa, las localizaciones, la banda sonora y la narraci¨®n.
El programa se puede ver al completo bajo demanda. Son ocho episodios de una hora que enganchan, no hay directo, todo est¨¢ ya cerrado y montado ¡ª?y qu¨¦ maravilla de edici¨®n!¡ª. No se depende de las redes sociales ni se guardan secretos que se usar¨¢n seg¨²n convenga. Se ve a la carta, cuando se quiera, sin interrupciones, sin gritos, sin Jorge Javier y sin Pantojas.
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