Catalu?a no es Escocia
El historiador brit¨¢nico John H. Elliott analiza los or¨ªgenes del ¡°sentimiento nacional¡± en estos dos territorios y de los movimientos separatistas a los que ha dado lugar
En 2014 los independentistas catalanes quer¨ªan ser escoceses. El 18 de septiembre de aquel a?o iba a celebrarse en Escocia un refer¨¦ndum de independencia, de manera ordenada y legal. Mientras tanto, en Catalu?a aquellos solamente hab¨ªan conseguido preparar un suced¨¢neo de consulta, ilegal por a?adidura, para el d¨ªa 9 de noviembre. Ilegal fue igualmente el refer¨¦ndum del 1 de octubre de 2017, pieza clave de un aut¨¦ntico golpe de Estado o pronunciamiento, mezcla de lo antiguo y lo posmoderno. En cualquier caso, a lo largo del a?o 2014 las referencias a Escocia fueron recurrentes. Seg¨²n el discurso procesista, el ejercicio escoc¨¦s era una muestra de madura democracia, algo de lo que adolec¨ªa Espa?a puesto que se estaba impidiendo votar a los catalanes. Democracia es votar, repet¨ªan un d¨ªa tras otro, olvidando que en el franquismo se vot¨® muchas veces. Democracia es votar, es cierto, pero tambi¨¦n muchas otras cosas, que tienen que ver sobre todo con la legalidad y la libertad.
Catalu?a no era Escocia: el desnortado Artur Mas no actuaba como el experimentado Alex Salmond ¡ªeste declar¨® que lo que ocurr¨ªa en Catalu?a no ten¨ªa ¡°nada que ver con lo que est¨¢ pasando en Escocia¡±¡ª; la prudencia excesiva e inacci¨®n de Mariano Rajoy contrastaban con la inconsistente soberbia de David Cameron; el refer¨¦ndum legal escoc¨¦s no se parec¨ªa en nada a la ilegalidad que pretend¨ªa perpetrarse en tierras catalanas; la no Constituci¨®n escrita brit¨¢nica nada ten¨ªa en com¨²n con la Constituci¨®n espa?ola de 1978; las relaciones entre Escocia e Inglaterra tampoco eran asimilables a la historia de una Catalu?a integrada en la Monarqu¨ªa hisp¨¢nica desde el siglo XV y, con anterioridad, en la Corona de Arag¨®n.
A la comparaci¨®n entre el pasado y el presente de estas dos supuestas naciones sin Estado ¡ªcomo algunos las definen, buscando en ello una rareza a corregir¡ª, Escocia y Catalu?a, as¨ª como de sus respectivos sentimientos particularistas y nacionalismos, dedica el historiador brit¨¢nico John H. Elliott un libro que ha aparecido, con pocos meses de diferencia, en versi¨®n original inglesa y en traducci¨®n castellana. El autor se propone estudiar los or¨ªgenes y las evoluciones del ¡°sentimiento nacional¡± en estos dos territorios y de los movimientos separatistas a los que ha dado lugar en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Para ello, Elliott, destacad¨ªsimo especialista en la historia catalana y espa?ola moderna, adopta una perspectiva de larga duraci¨®n.
La estructura del libro, en media docena de partes, es cronol¨®gica: 1469-1625, 1625-1707/1716, 1707-1789, 1789-1860, 1860-1975 y 1975-2017. Las historias de Escocia y Catalu?a, de profundos antecedentes en ambos casos y asimismo integradas en otras entidades mayores (Gran Breta?a y Espa?a), se encuentran y desencuentran, se parecen y son muy distintas a lo largo de este recorrido. Mientras que a finales del siglo XV, Catalu?a, que formaba parte de la Corona de Arag¨®n, se integr¨® por la tradicional v¨ªa matrimonial en ¡°un pa¨ªs que cada vez era m¨¢s conocido por Espa?a¡±, en 1603 el escoc¨¦s Jacobo se convirti¨®, como gobernante de Escocia e Inglaterra, en rey de la Gran Breta?a. Se trataba de dos de las grandes monarqu¨ªas compuestas de la ¨¦poca. El reino de Escocia hab¨ªa sido en el pasado un Estado soberano. En cambio, afirma Elliott, Catalu?a nunca fue un Estado independiente, ni ¡°completo¡±, ni ¡°soberano¡±.
A principios del siglo XVIII, dos crisis de sucesi¨®n acabaron dando lugar a dos uniones por incorporaci¨®n, aunque con f¨®rmulas y dise?os distintos. Gran Breta?a naci¨® formalmente el 1 de mayo de 1707 gracias a un tratado de uni¨®n. La guerra de Sucesi¨®n ¡ªdin¨¢stica, internacional, civil¡ª convirti¨® en algo muy distinto el caso de la incipiente naci¨®n espa?ola. En ambos territorios los beneficios econ¨®micos fueron evidentes. En el siglo XIX, la prosperidad derivada del Imperio y la industrializaci¨®n brit¨¢nicos tuvo como consecuencia que los escoceses se sintieran m¨¢s c¨®modos que los catalanes en la entidad mayor de la que formaban parte. El patriotismo de las guerras mundiales incidi¨® en el mismo sentido. El fuerte resurgimiento de los nacionalismos catal¨¢n y escoc¨¦s en las d¨¦cadas de 1970 y 1980 no responde, sostiene Elliott, a una supuesta opresi¨®n, sino a causas m¨¢s complejas en las que lo econ¨®mico (crisis de la industria pesada y el nuevo papel del petr¨®leo, por ejemplo, en Escocia), lo pol¨ªtico (thatcherismo o pujolismo) y lo cultural (la nostalgia de un pasado imaginado, en esencia) tienen un papel central.
John H. Elliott nos ofrece un interesante ejercicio de historia comparada. ?nicamente quisiera se?alar una peque?a objeci¨®n, referida al a?o 1931. Apunta el autor que la instauraci¨®n de la Generalitat fue ¡°una vuelta a la instituci¨®n abolida por Felipe V¡±. No hay relaci¨®n de continuidad entre la Generalitat contempor¨¢nea y la Diputaci¨®n del General del siglo XIV. A pesar del nombre compartido, se trata de dos instituciones distintas en ¨¦pocas y circunstancias pol¨ªticas, sociales y culturales dis¨ªmiles en extremo. En 1931 no se restaura nada, sino que se crea algo nuevo con vieja denominaci¨®n. Francesc Maci¨¤ es el primer presidente de la Generalitat actual. Aunque la cuesti¨®n sea evidentemente importante, no resulta, sin embargo, m¨¢s que un nimio detalle en el conjunto del casi medio millar de p¨¢ginas ¡ªdatos seleccionados, explicaciones complejas, comparaciones audaces¡ª de esta obra. Estamos ante una gu¨ªa imprescindible para orientarnos en la historia de los Estados y de las regiones europeos de los ¨²ltimos 500 a?os.
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Autor:?John H. Elliott (traducci¨®n de Rafael S¨¢nchez Mantero).
Editorial:?Taurus (2018).
Formato: tapa blanda y versi¨®n Kindle (496 p¨¢ginas).
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