Carmen Alborch. Una universitaria

Confieso que en estos d¨ªas practico una forma quiz¨¢ un poco particular de duelo -seguro que les pasa a otros- que consiste en leer cuanto se escribe sobre Carmen Alborch. Y confieso que no s¨¦ a qu¨¦ carta quedarme. Bueno, si me perdonan la falta de pudor, personalmente lo tengo claro: me guardo la del privilegio que he disfrutado, el de su amistad. Pero me refiero a qu¨¦ carta, qu¨¦ dimensi¨®n destacar, para hablar de eso que llamamos legado, el legado de Carmen.

No es por un prurito de originalidad, ni por un resorte gremial, por lo que he elegido apartarme de lo que me parece que, con toda la mejor intenci¨®n del mundo, es una forma habitual de hablar de Carmen. S¨ª, fue una persona que impact¨® en el mundo acad¨¦mico, como primera directora del departamento de Derecho Mercantil y como primera decana de la Facultad de Derecho de la Universitat de Val¨¨ncia. Claro, todo el mundo lo subraya, como se menciona siempre la medalla de la Universitat, que recibi¨® el a?o pasado. Pero dir¨ªa que, en general, el ritornello cuando se habla de Carmen consiste en a?adir de inmediato: pero fue m¨¢s, much¨ªsimo m¨¢s¡­

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?Y c¨®mo negarlo? La lista de cargos de relevancia social y pol¨ªtica que desempe?¨® a lo largo de su vida es m¨¢s que conocida y me exime de su enumeraci¨®n. Y en muchos de ellos fue la primera mujer. Fue quien abri¨® camino a otras y sobre todo quien se empe?¨® en hacer ese camino con otras y no solo con otros, como era habitual. Por esa raz¨®n, he le¨ªdo de nuevo afirmaciones que la realzan destacando que no se qued¨® en la Universidad, sino que traspas¨® su personalidad, su modo de hacer, su influencia, a muchos otros ¨¢mbitos, del arte a la pol¨ªtica, de ¨¦sta a la literatura, siempre con la convicci¨®n feminista. Y del mismo modo, se insiste, traspas¨® el ¨¢mbito de la ciudad que consideraba suya, Valencia, para destacar en Madrid (se sigue escribiendo esto como un logro¡­Vds ver¨¢n) y en el mundo mundial. Y es verdad: Carmen supo llevar su car¨¢cter como emblema que la convirti¨® en una personalidad social, que tiene un hueco propio en nuestra historia reciente.

Con todo, en estos d¨ªas, cada vez que le¨ªa estas afirmaciones, sin duda ciertas, que proyectan el legado de Carmen sobre todo m¨¢s all¨¢ de la Universidad, sent¨ªa un punto de incomodidad. El mismo que me hab¨ªa inquietado en alguna ocasi¨®n en la que me hizo el regalo de presentarla o, como dir¨ªa un amigo, de ser su telonero. ?Fue realmente solo una etapa y corta, aunque brillante, la de su paso por la Universidad? ?Super¨® de esa manera Carmen el t¨®pico del profesor que, por destacado que fuere, deja como legado de su docencia e investigaci¨®n, por fuerza, seg¨²n se nos dice, una huella reducida? No lo veo as¨ª y dar¨¦ tres razones.

En primer lugar, porque ese legado de los profesores universitarios no se queda jam¨¢s en las paredes de las aulas y en el reducido n¨²mero de los lectores de sus trabajos. Pese al descreimiento inevitable de quien lleva m¨¢s de cuarenta a?os en ello, sigo pensando que la docencia universitaria es un motor social potencialmente poderos¨ªsimo y no tanto por el n¨²mero real, m¨¢s o menos importante, de quienes fueron estudiantes de Carmen en sus relativamente pocos a?os como profesora, sino por el efecto multiplicador que esa tarea consigue crear cuando se hace con pasi¨®n, como ella hac¨ªa y como seguro transmiti¨® y dej¨® huella en no pocos de ellos que as¨ª, por fuerza, lo habr¨¢n pasado a muchos otros.

En segundo t¨¦rmino, porque lo que Carmen aprendi¨® como investigadora le sirvi¨®, como a cualquiera de los que tratamos de investigar, como un marco de ideas e inquietudes, de preguntas y de intentos de respuesta que le permiti¨® afrontar mucho mejor los retos que os¨® abordar en la gesti¨®n cultural, en el arte, en la literatura, en la pol¨ªtica, en la vida. Por eso me parece un error pensar que su formaci¨®n como jurista, como especialista en Derecho mercantil, aunque se interrumpiera relativamente pronto, fue algo menor en su biograf¨ªa.

Y finalmente, porque conozco pocos ejemplos como el de Carmen en cuanto a la tarea de transferir conocimiento a la sociedad, para abrir caminos, insisto, para impulsar el progreso social, para mejorar la vida de las ciudadanas y los ciudadanos reales. Eso que nuestro admirado ministro Duque, en un lapsus que esperamos que corrija, quiere reconocer con el sexenio ¡°tecnol¨®gico¡±, como si la ¨²nica transferencia que se hace desde la Universidad fuera en ese ¨¢mbito.

As¨ª que, si quieren saber qu¨¦ tiene que hacer alguien que se dedique a la Universidad, ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Carmen. Porque si no ponemos lo mejor de nosotros en esas tres tareas, no s¨¦ qu¨¦ hacemos en eso que sigue llam¨¢ndose Universidad. Pero si las hacemos bien, somos mucho m¨¢s que profesores: contribuimos a que la vida de los otros sea mejor.

Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho en la?Universitat de Val¨¨ncia.?