La suerte impuesta de Enrique Vila-Matas
El escritor re¨²ne en un nuevo volumen art¨ªculos, ensayos y discursos, un viaje, dice, al universo del que todo parte
Hay, en todo lo que escribe Enrique Vila-Matas, y, en especial, dice, en sus art¨ªculos, reunidos, junto a conferencias y ensayos, en nuevo volumen, Imp¨®n tu suerte (C¨ªrculo de Tiza), ¡°un gusto por el ready-made y por democratizar el pensamiento¡±, por mezclar, ¡°a la manera de Alberto Savinio¡±, profundas investigaciones sobre la mitolog¨ªa romana, con, pongamos, la vida, que no obra, de una stripper del Moulin Rouge. Por convertir su primer encuentro casual con Roberto Bola?o en una may¨²scula reflexi¨®n sobre la (vida en la) derrota. Y no, no son piezas aisladas. Cada uno de ellos puede contener el embri¨®n de una novela ¨C ¡°todo depende de hasta qu¨¦ punto se ramifique la idea¡± ¨C o limitarse a ser un ejercicio de esgrima con aspecto de bote salvavidas. Porque eso son los art¨ªculos para Vila-Matas, botes salvavidas. Tan necesarios que, sin ellos, tal vez no escribir¨ªa.
¡°Pensar en escribir s¨®lo novela ser¨ªa de lo m¨¢s neur¨®tico. Siempre he hecho periodismo. Desde el 68, sin interrupci¨®n. Los art¨ªculos no s¨®lo son complementarios, tambi¨¦n necesarios. Si no, cuando la novela se entorpeciera, no tendr¨ªa otra cosa que hacer que pensar que la novela no funciona. Cuando eso ocurre ahora, puedo ponerme a escribir un art¨ªculo. Antes, me bajaba a fumar¡±, confiesa. Aunque lo de bajarse a fumar no era tan efectivo, a menos que se topara con una historia. ¡°Los art¨ªculos te llevan a otra cosa¡±, dice. Es como si abrieran una ventana cuando la puerta se cierra. Y desde esa ventana puede verse el camino que te aleja de ese bloqueo narrativo. ¡°Son como las preguntas que te hacen al final de un coloquio. Pueden dar con algo en lo que jam¨¢s hab¨ªas pensado y devolverte al campo¡±.
Ocurri¨® as¨ª con Doctor Pasavento. La novela entera parti¨® de una pregunta que alguien le lanz¨® al final de una charla. La pregunta era: ¡°?Cu¨¢ndo piensa usted desaparecer?¡±. As¨ª, los art¨ªculos no son compartimentos estancos. Como no lo son sus charlas. Todo puede acabar en una novela. ¡°Hay novelas que empezaron siendo conferencias fueron despu¨¦s art¨ªculos y acabaron desarrollando una historia¡±, apunta. No existe, pues, una distinci¨®n entre sus piezas de ficci¨®n, porque, dice, ¡°todo lo que yo hago es ficci¨®n, nunca he pretendido otra cosa¡±, s¨®lo que es una ficci¨®n ¡°que no inventa¡±, y que tambi¨¦n est¨¢ lejos ¡°de las historias basadas en hechos reales que, como dir¨ªa Nabokov, son un insulto al arte y a la verdad¡±. No existe la autoficci¨®n para el autor de Dublinesca. Lo que existe es la biograf¨ªa mental, y a ¨¦sta contribuye todo.
Hermanos peque?os de su narrativa, los textos que re¨²ne Imp¨®n tu suerte conforman (como lo hicieron en su momento los de El viajero m¨¢s lento o Una vida absolutamente maravillosa), una suerte de territorio ya explorado por el lector ¨C pues todos, los alrededor de 100 que contiene el volumen, han sido publicados ¨C que, sin embargo, no se ten¨ªa a s¨ª mismo como un continente conocido sino como un planeta gaseoso condenado a girar alrededor de la obra a la que llegar a dar pie. ¡°Es un territorio liminar y al mismo tiempo bien custodiado y reconocible, aunque inclasificable¡±. Un lugar en el que, dice, se siente cada vez m¨¢s c¨®modo. Y en el que reivindica su don para la caza de la an¨¦cdota hol¨ªstica. ¡°No hace falta que te pasen ciertas cosas para contarlas pero a veces te pasan y nadie se lo cree¡±, dice. Gajes de su af¨¢n por te?ir de ficci¨®n la realidad, o de vivir como un personaje, de dejar que la realidad misma se convierta en uno, siempre, intelectualmente fascinante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.