Hasta que los conoces
El argentino Claudio Tolcachir dirige la versi¨®n catalana de 'La omisi¨®n de la familia Coleman' con un estupendo reparto
Vi la comedia de Claudio Tolcachir hace 10 a?os, en el Espa?ol. Me la hab¨ªa perdido dos veces, en Temporada Alta y en el Festival de Oto?o. La ¨²ltima semana del pasado octubre tuvo lugar una singular coincidencia temporal. La omisi¨®n de la familia Coleman volvi¨® a Madrid en su gira de despedida, con la compa?¨ªa argentina, en los Teatros del Canal, y Tolcachir present¨® en el Romea barcelon¨¦s, donde estar¨¢ hasta primeros de diciembre, la versi¨®n catalana a sus ¨®rdenes, firmada por Jordi Galceran. Repaso los datos. La funci¨®n, primera obra de Tolcachir, naci¨® a partir de improvisaciones en Timbre 4, su min¨²scula sala de Buenos Aires, en 2005, y desde entonces ha recorrido medio mundo. Lo sorprendente (y maravilloso) es lo viva que se mantiene. La otra noche, en el Romea, recuper¨¦ sensaciones lejanas. Volv¨ª a tardar un rato en atrapar la clave de las relaciones, o lo que quiere cada quien. Cuesta enjaular a un personaje entre los barrotes de una definici¨®n, porque todos tienen muchas capas y se mueven a cada giro de la trama. Me gust¨® esa ausencia de etiquetas; esa incertidumbre, que tambi¨¦n es tonal: no sabes si romper a re¨ªr o quedarte serio.
Cuando entr¨¦ en el mundo de Coleman por primera vez pens¨¦ estar ante una muestra de lo que los argentinos llaman ¡°grotesco¡±, y que no es sino la extra?eza de lo cotidiano. Hoy no veo a los Coleman como seres especialmente absurdos o delirantes. Pienso que la mirada de Tolcachir es prima hermana de la gran frase de Xavier Theros: ¡°Todos son normales hasta que los conoces¡±. Sin embargo, a los Coleman les resulta dif¨ªcil conocerse porque no les es f¨¢cil escucharse. Pens¨¦ tambi¨¦n, a ratos, en una cercan¨ªa de onda, nacida tiempo despu¨¦s del estreno bonaerense: algunas tonalidades de humor y naturalidad de la serie Shameless.
El reparto del Romea es sensacional. La reina, a mi juicio, es la gran Francesca Pi?¨®n en el rol de la abuela, una abuela que en realidad hace de madre. La Pi?¨®n es una baza segura y rotunda, una de esas fuera de serie que acierta siempre en verdad y tono. Su abuela es graciosa, conmovedora, con un toque de excentricidad a lo Angela Lansbury, y una inolvidable risa feroz y libre. Y la que m¨¢s sabe: de la vida, de la familia, de su futuro. Ella es el verdadero puntal, el cemento que los une. Todo empieza a venirse abajo a partir de lo que le sucede, y poco a poco, el ritmo de los di¨¢logos, picados, vivaces, suena en mis o¨ªdos como un hacha (o varias) echando abajo los ¨²ltimos ¨¢rboles de un bosque.
Roser Batalla, a la que hace tiempo que no ve¨ªa en escena, concentrada en escribir estupendas versiones, tambi¨¦n borda el personaje de Mem¨¦, la madre: deliciosa pero ego¨ªsta, infantilizada e irresponsable hasta la m¨¦dula. Tiene cuatro hijos. Bruna Cus¨ª es Gabi, la hija peque?a. Delicada, sacrificada. Y la ¨²nica que trabaja en la casa. El peque?o, Dani (Ireneu Tranis), por lo visto sale al padre: brutal, ladr¨®n, borrachuzo. La hermana mayor es la efervescente Ver¨®nica (Vanessa Segura): la que huy¨® del redil, se cas¨®, prosper¨®. La que, a su manera, cumple cuando ha de cumplir, ya lo ver¨¢n. Sergi Torrecilla es Salva, el hermano mayor, Marito en el original: el rol que consagr¨® a Lautaro Perotti, que, por cierto, ahora dirige en el Lliure Cronolog¨ªa de las bestias, presentada la pasada primavera en el Espa?ol. Pongamos que Salva tiene un trastorno mental. O, como dicen en Canarias, le falta ¡°una papa pal kilo¡±, que compensa con una afilada intuici¨®n. Quiz¨¢s me equivoque, pero creo recordar al Marito original con un toque ang¨¦lico que te part¨ªa el coraz¨®n. Veo a Salva igualmente desvalido, pero quiz¨¢s m¨¢s oscuro, m¨¢s amargo, con un fulgor insomne y ardiente en sus ojos, consciente de todo lo que le sucede. Torrecilla es un actor brillante, y es su opci¨®n (y la de Tolcachir), pero me gustar¨ªa un poco m¨¢s de fragilidad. El desolador final, contrapesado por el toque de humor negro de Qu¨¦ suerte, de Palito Ortega, sigue siendo un hallazgo. Josep Julien encarna al m¨¦dico con la malicia sibilina del zorro de Pinocho, y Biel Duran, en sustituci¨®n de Marc Rodr¨ªguez, dibuja de maravilla a Ferran, un visitante lleno de encanto que parece un personaje de Mihura. La funci¨®n tendr¨¢ ¨¦xito, pero creo que ganar¨ªa en un espacio m¨¢s peque?o, y el Romea, pese al certero mobiliario de Joana Mart¨ª y la afinada luz de Albert Faura, me queda un poco fr¨ªo.
L¡¯omissi¨® de la fam¨ªlia Coleman. Texto y direcci¨®n de Claudio Tolcachir Teatre Romea. Barcelona Hasta el 9 de diciembre.
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