Lucho Gatica, la voz monumental del bolero
Las canciones del artista chileno, fallecido en Ciudad de M¨¦xico 90 a?os, forman parte de la educaci¨®n sentimental de muchos hispanos
Lucho Gatica, cantante y actor chileno, muri¨® el martes en Ciudad de M¨¦xico, con 90 a?os. Gran triunfador a mediados del siglo pasado, se le identificaba con una manera opulenta de interpretar los boleros.
Nacido en Rancagua, en la zona central de Chile, Luis Enrique Gatica comparti¨® a?os de privaciones con sus siete hermanos: hu¨¦rfano de padre desde temprana edad, dependi¨® de los maristas para su educaci¨®n. Instalado en Santiago, en 1949 su voz llam¨® la atenci¨®n del locutor Ra¨²l Matas, que le present¨® en Radio Miner¨ªa y le introdujo en Ode¨®n, la filial de la multinacional EMI.
Eran los a?os de los tr¨ªos rom¨¢nticos y Gatica actuaba con peque?as formaciones. Tras probar con esa f¨®rmula, en Ode¨®n se arriesgaron a grabarle con orquestas. De hecho, muchos de sus primeros discos estaban recargados de cuerdas y coros: se repet¨ªa el chiste de que eran ¡°contrincantes¡± m¨¢s que ¡°acompa?antes¡±. Sin embargo, su flexible voz le permiti¨® destacar sobre aquel barullo. Su dominio del rubato le permit¨ªa escenificar abismos y cumbres de la pasi¨®n.
Tuvo adem¨¢s suficiente olfato para grabar temas que aportaban sofisticaci¨®n mel¨®dica y una indudable sensualidad al repertorio boler¨ªstico: Piel canela, del puertorrique?o Bobby Cap¨®, Contigo en la distancia, del habanero C¨¦sar Portillo de la Luz o B¨¦same mucho, de la jalisciense Consuelo Vel¨¢zquez.
Ten¨ªa una conexi¨®n especial con los gustos del pa¨ªs azteca: dramas tan apote¨®sicos como El reloj o La barca eran obra del mexicano Roberto Cantoral. Gatica termin¨® instal¨¢ndose en Ciudad de M¨¦xico, entonces verdadera capital del mundo del espect¨¢culo hispanoamericano. Hizo mucho cine en los famosos Estudios Churubusco, tuvo su propio programa de televisi¨®n y registr¨® respetuosas versiones de las canciones de Agust¨ªn Lara, aunque sus verdaderos ¨¦xitos fueron composiciones m¨¢s frescas, como T¨² me acostumbraste, Voy a apagar la luz o No me platiques m¨¢s.
Gatica intent¨® tantear otros mercados, grabando sambas en portugu¨¦s y probando incluso con el ingl¨¦s. Pero, personalmente, ¨¦l estaba m¨¢s orgulloso de discos m¨¢s intimistas, como Lucho Gatica y el folklore argentino. No ocultaba su querencia por la m¨²sica del pa¨ªs rival, que tambi¨¦n le llev¨® a atreverse con los tangos.
El radical cambio est¨¦tico de los a?os sesenta le pill¨® a trasmano, a pesar de que se sum¨® al meloso fil¨®n de Armando Manzanero. Con todo, el impacto de sus boleros hab¨ªa sido tan fenomenal que pudo apuntarse a las sucesivas olas de modas retro, vendiendo dignamente una y otra vez su cancionero dorado. Aquellos boleros formaban parte de la educaci¨®n sentimental de muchos hispanos, como testimoniaba su aparici¨®n en p¨¢ginas de Garc¨ªa M¨¢rquez, Alfredo Bryce Echenique o Mario Vargas Llosa.
Tras un divorcio ¨¢spero, el cantante reh¨ªzo su vida en Estados Unidos, donde su hijo Humberto se establecer¨ªa como ingeniero y productor de primer nivel. Para Lucho Gatica, a partir de los a?os noventa cobr¨® mucha importancia la reconciliaci¨®n con su pa¨ªs natal, que le celebr¨® con medallas, estatuas y conciertos de homenaje hasta que ya no pudo viajar m¨¢s.
Aunque su poderosa voz se hab¨ªa ido deteriorando, en 2013 recurri¨® a la f¨®rmula de los duetos en Historia de un amor, donde le emparejaron con Luis Fonsi, Miguel Bos¨¦, Laura Pausini, Michael Bubl¨¦, Olga Ta?¨®n o Nelly Furtado. Igual que la colaboraci¨®n con la rapera Anita Tijoux, esas aventuras poco aportaron a su formidable discograf¨ªa de los a?os cincuenta y sesenta, resumida en infinidad de antolog¨ªas.
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