El anuncio de la loter¨ªa: delicadeza antes de la barbarie

Las pinturas negras de Goya son el env¨¦s de sus tapices. Le das la vuelta a La gallinita ciega y aparece un aquelarre. Los bailes sonrientes de los majos se convierten en duelos a garrotazos. El Goya viejo le quita las m¨¢scaras y las pelucas a los goyas j¨®venes, y la ingenuidad ilustrada y galante del Madrid del siglo XVIII se convierte en los colgajos sanguinolentos del XIX. Tal y como sucede con la Loter¨ªa de Navidad.

Por estas fechas se presenta el anuncio, que ha superado la jubilaci¨®n del calvo para competir cada a?o en ambici¨®n est¨¦tica y narrativa. Son peque?os cuentos navide?os (el de este a?o, de Javier Ruiz, especialmente dickensiano) muy bien rodados que se convierten en s¨ª mismos en acontecimientos nacionales. La parte mejor de Espa?a, la m¨¢s talentosa y creativa, se esfuerza por agradar y sorprender a todo el mundo, como hac¨ªa el joven Goya con sus tapices de majos. Pero, a las pocas semanas, llega el env¨¦s. El pintor ensordece y se hace viejo de repente y resucita cada 22 de diciembre para llenar Espa?a de pinturas negras. Toda la delicadeza, la humildad y la sensibilidad que se volcaron en el anuncio se transforman en una freak parade donde los ni?os de San Ildefonso son el menor y m¨¢s discreto de los n¨²meros.

El pa¨ªs enloquece por unas horas. Se le deforma la cara y se le rompe la voz. Cava barato chorrea por las aceras en las puertas de las administraciones de loter¨ªa y un mont¨®n de gente celebra descamisada que por fin va a tapar esos agujeros. De todas las religiones espa?olas, la loter¨ªa de Navidad es la m¨¢s pagana, y tal vez la ¨²nica un¨¢nime. Gracias a la tele, puede redimirse de su fealdad en forma de cuento, pero pronto los gritos y la org¨ªa lo echan todo a perder. Disfrutemos del tapiz mientras nos dejen, antes de que descorchen la primera botella de cava en la administraci¨®n de loter¨ªa n¨²mero cual de vaya usted a saber.