Anuncios por Navidad
La publicidad va en paralelo a los contenidos y puede ser maravillosa o un horror
Hubo un tiempo en que los maledicentes proclamaban que lo mejor de la televisi¨®n eran los anuncios. Hace bastante que no veo spots que calen por su originalidad, quiz¨¢s porque con bloques de hasta siete minutos, que suelen sobrecogerte por su elevado volumen, prefiero cambiar de canal o levantarme del sill¨®n para hacer otras cosas.
Ni siquiera las tradicionales publicidades navide?as han estado a la altura en los d¨ªas en que m¨¢s atenci¨®n se les presta. Tras a?os del enigm¨¢tico se?or calvo de la loter¨ªa del Gordo, hemos pasado a anuncios irregulares, que intentan atraer con contenidos extras en Internet y el cartel de quien lo dirige. Tampoco las burbujas del conocido cava catal¨¢n han mostrado glamur ni ilusi¨®n, como contagiado de la calle. As¨ª que sigue imbatible el eslogan turronero de Vuelve a casa por Navidad, y se ha recordado el de la telef¨®nica que marc¨® las fiestas de hace 20 a?os con aquel ni?o plasta empe?ado en llamar a toda la agenda familiar con la matraca del ¡°Hola, soy Edu, ?feliz Navidad!¡±.
La publicidad va en paralelo de los contenidos y puede ser maravillosa o un horror. As¨ª sucede con los cutreanuncios de modestos canales, como ese en el que dos mujeres se miran sonrientes mientras una entrega a la otra, de regalo de Reyes, una maquinilla para quitarse las durezas de los talones, o el remedio contra los hemorroides para el que el sutil publicista decidi¨® que lo mejor era llenar la pantalla con el trasero de una mujer enfundado en unos vaqueros mientras un gran punto rojo parpadeante se?ala d¨®nde le duele.
As¨ª, el protagonismo, un a?o m¨¢s, lo ha tomado una multinacional de la carne con sus intenciones de buen rollo. Con caras conocidas como Carmen Maura, Joan Manuel Serrat o Baltasar Garz¨®n, se suceden las referencias a una Espa?a de excesos en el amor y el odio, pero que en el fondo tiene buen coraz¨®n, incluido el asunto catal¨¢n y al af¨¢n por banderizar los balcones. Lo mejor del anuncio de Isabel Coixet es que invita a re¨ªrnos de nosotros mismos, sobre todo con tanto desquiciado patriotero suelto.
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