Col¨®n, un s¨ªmbolo inc¨®modo ¡®made in Italy¡¯
La pol¨¦mica por las estatuas y las celebraciones del explorador en Estados Unidos arroja una conclusi¨®n: Espa?a es poco reconocida en la aventura
El l¨ªder del PP, Pablo Casado, protagoniz¨® un v¨ªdeo viral el mes pasado al reivindicar la gesta de las carabelas espa?olas comandadas por Crist¨®bal Col¨®n que llegaron al continente americano en 1492 y presumir de ¡°pueblo milenario que ha hecho mucho por la humanidad¡±. ¡°?Qu¨¦ otro pa¨ªs puede decir que un nuevo mundo fue descubierto por ellos?¡±, plante¨® en un acto posterior al 12 de octubre, D¨ªa de la Hispanidad. Pero en esas mismas fechas, en ese ¡°nuevo mundo¡±, se hac¨ªa palpable el creciente rechazo hacia el marino. Cada vez m¨¢s ciudades han dejado de celebrar el D¨ªa de Col¨®n (Columbus Day) para redenominarlo D¨ªa del Pueblo Ind¨ªgena (m¨¢s de 50, de Austin a San Francisco, pasando por Denver o Cincinnati). La mayor urbe de EE UU con su nombre, Columbus, en Ohio, incluso ha dejado de considerarlo festivo desde este a?o. Y hace una semana Los ?ngeles retir¨® la estatua del explorador tach¨¢ndolo de genocida. Nueva York acab¨® salvando la ubicada en Columbus Circle, pero en 2017 estudi¨® catalogarla como ¡°s¨ªmbolo de odio¡±, y en Baltimore unos v¨¢ndalos destrozaron un monumento al genov¨¦s de m¨¢s 200 a?os.
Col¨®n y la conquista, en resumen, se venden cada vez peor en EE UU, pero si el foco se pone en el orgullo espa?ol, lo primero que hay que saber es que para muchos estadounidenses este es un problema de italianos. En las declaraciones p¨²blicas y los an¨¢lisis de los ¨²ltimos a?os sobre toda esta pol¨¦mica prima la italianidad del marino y apenas figuran menciones a los Reyes Cat¨®licos o el Reino de Castilla.
Cuando estall¨® la batalla por la estatua de Nueva York, pagada por empresarios italoamericanos, el alcalde, Bill de Blasio, de ascendentes italianos, dej¨® de ser invitado al pasacalle del D¨ªa de Col¨®n en el Bronx porque le reprochaban su distanciamiento de la figura, como si fuera una peque?a traici¨®n. "Un falso italiano", le lleg¨® a llamar unos de los organizadores.
Porque, para empezar, el D¨ªa de Col¨®n siempre fue una celebraci¨®n italiana en EE UU. Declarada fiesta federal en 1937, sirvi¨® de reconocimiento a la comunidad italoamericana, v¨ªctima durante a?os de delitos xen¨®fobos y de la criminalizaci¨®n por parte de muchos pol¨ªticos. Las entidades italianas salen cada a?o a defender la festividad, que comenz¨® los 12 de octubre pero desde los setenta pas¨® al segundo lunes de ese mes. ¡°La fiesta proporcion¨® una sensaci¨®n de dignidad, teniendo en cuenta la hostilidad y discriminaci¨®n a la que muchos inmigrantes italianos, ciudadanos italoamericanos y cat¨®licos, se enfrentaban. Menos de 50 a?os antes de la proclamaci¨®n de esa fiesta, 11 italianos sufrieron en Nueva Orleans el mayor linchamiento de la historia de EE UU¡±, afirm¨® el mes pasado la Fundaci¨®n Nacional Italoamericana.
¡°Que Columbus Day sea una celebraci¨®n italiana es una muestra m¨¢s del mal negocio que hicieron los espa?oles con la aventura imperial: pagaron un alto coste interno de ruina econ¨®mica, financiera y pol¨ªtica, pero sus efectos en Am¨¦rica son a menudo condenados o, como en EE UU, ni siquiera son reconocidos¡±, lamenta el profesor de la Universidad de Georgetown Josep M. Colomer, autor del libro Espa?a: la historia de una frustraci¨®n.
El made in Italy domina la idea de Col¨®n y el descubrimiento en el imaginario de una parte importante de los estadounidenses. Para Daniel Ure?a, presidente del Hispanic Council, ¡°es una imagen que se ha consolidado con el paso del tiempo en algunos ¨¢mbitos en buena medida por los escasos esfuerzos que Espa?a ha hecho para defender su legado y que su relato sea tenido en cuenta¡±. A¨²n se est¨¢ a tiempo, a?ade Ure?a, de ¡°corregir esta injusticia con la realidad y con la historia. Espa?a deber¨ªa mirar con preocupaci¨®n hacia esta corriente de opini¨®n que busca minar su legado¡±. Al hilo del rebrote de la ¡°leyenda negra¡± sobre Col¨®n, los c¨®nsules espa?oles en EE UU van a intensificar su labor ¡°pedag¨®gica¡± sobre el significado de la herencia espa?ola.
La batalla por la figura de Col¨®n no es f¨¢cil en EE UU, ya que convive con la revisi¨®n de todos esos s¨ªmbolos de la Am¨¦rica confederada que recuerdan y homenajean el pasado de esclavitud del pa¨ªs. Roberto Borrero, presidente de la Confederaci¨®n Unida del Pueblo Ta¨ªno, se expresa rotundo: ¡°Para m¨ª Col¨®n es un s¨ªmbolo de genocidio. No le juzgamos con los est¨¢ndares actuales, ya Bartolom¨¦ de las Casas y otros protestaron en su ¨¦poca por aquellas crueldades¡±. Y a?ade: ¡°Los italianos, que tambi¨¦n estuvieron muy discriminados, lo tomaron como s¨ªmbolo de un logro, pero tienen muchos otros h¨¦roes a los que agarrarse, no necesitan a Col¨®n¡±. Lo ve, tambi¨¦n, un asunto de italianos.
Babelia
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