Las esperanzas tambi¨¦n mueren
Es la recreaci¨®n libre y desbordada de un caso real que sacudi¨® la opini¨®n p¨²blica mexicana en los ochenta: el robo de 140 reliquias por dos estudiantes
En Las estatuas tambi¨¦n mueren (1953), Alain Resnais y Chris Marker reflexionaban sobre la p¨¦rdida de significado que sufre todo objeto sagrado cuando se convierte en pieza de museo. El segundo largometraje del mexicano Alonso Ruizpalacios, que debut¨® con la vigorosa G¨¹eros (2014), se abre con las im¨¢genes de un informativo sobre el aparatoso traslado de una colosal escultura de un dios precolombino hasta el Museo Nacional de Antropolog¨ªa de Ciudad de M¨¦xico. Antes, un r¨®tulo advierte a los espectadores de que lo que van a ver no es tanto un original como una copia. Es decir, la recreaci¨®n libre y desbordada de un caso real que sacudi¨® la opini¨®n p¨²blica mexicana a mediados de los ochenta: el robo de 140 reliquias de las culturas maya, mixteca y zapoteca por parte de dos estudiantes de veterinaria sin pasado delictivo, ni estrategia definida para gestionar las consecuencias de su gran golpe.
MUSEO
Direcci¨®n: Alonso Ruizpalacios.
Int¨¦rpretes: Gael Garc¨ªa Bernal, Leonardo Ortizgris, Simon Russell Beale, Alfredo Catsro.
G¨¦nero: road movie. M¨¦xico, 2018.
Duraci¨®n: 128 minutos.
Si G¨¹eros supuso la revelaci¨®n de un talento con tanto estilo como hondura a la hora de explorar las incertidumbres de una generaci¨®n perdida, Museo ampl¨ªa la ambici¨®n y confirma las dotes de Ruizpalacios para conciliar juego formal, fluidez de tono y profundidad. Gael Garc¨ªa Bernal y Leonardo Ortizgris encarnan a esta pareja de forajidos a la fuerza, que, intentando liberarse del peso de sus entornos familiares, desafiar¨¢n la memoria cultural de su pa¨ªs y emprender¨¢n un viaje que les enfrentar¨¢ a la imposibilidad de su anhelada emancipaci¨®n. Pel¨ªcula de atracos que muda su piel en road movie desesperanzada rumbo a la aceptaci¨®n estoica, Museo hilvana eficaces soluciones formales ¨Cese robo resuelto en im¨¢genes est¨¢ticas que congelan la memoria de Rifif¨ª (1955), la cruda luz que ilumina la escena de la pelea de bar-, reformula ecos de G¨²eros ¨Caqu¨ª no hay viejo roquero cirr¨®tico, pero s¨ª oto?al diva del cine er¨®tico rememorando los viejos, buenos tiempos- y acaba creando elocuentes correspondencias entre sus im¨¢genes: como los visitantes del museo que contemplan vitrinas vac¨ªas, los antih¨¦roes de esta historia tambi¨¦n descubrir¨¢n, a lo largo de su viaje inici¨¢tico, que el valor de algo ¨Cde una identidad, de un entorno, de una familia o de un objeto sagrado- solo resulta evidente cuando se da por perdido. ?Es la fuerza del afecto o son las telara?as de una cultura nacional y familiar lo que impide la huida? Tejida de incertidumbres, Museo deja una certeza: la de la ya imponente altura de Ruizpalacios como cineasta.
Babelia
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