Rafael Tegeo, el primer pintor antisistema ¡®manchado¡¯ por la pol¨ªtica
El Museo del Romanticismo inaugura una retrospectiva de una figura ins¨®lita en el siglo XIX, que destac¨® por sus retratos, su oposici¨®n a Fernando VII y por ser concejal en Madrid
Es probable que usted no haya o¨ªdo hablar nunca de ¨¦l. Es uno de esos pintores comidos por la historia, que aparecen con una fuerza rebelde capaz de hacer un corte de mangas a la academia y al poco desvanecerse entre las p¨¢ginas de los manuales. Rafael Tegeo (Caravaca de la Cruz, 1798-Madrid, 1856) se muestra de vez en cuando en alguna exposici¨®n, salpic¨¢ndola con un cuadro, pero ninguna hasta el momento se hab¨ªa detenido a admirar su extra?a presencia en la historia de la pintura espa?ola. Nunca encaj¨® en ning¨²n molde de la ¨¦poca.
Las cr¨®nicas recuerdan que su fuerte personalidad ¡ªen este caso, eufemismo de honestidad¡ª no se lo puso f¨¢cil a su legado: ¡°Debieron sus obras darle mayor reputaci¨®n que tiene, pero su car¨¢cter brusco y oscuro le perjudic¨® para hacerse valer en vida. La posteridad, por lo general, prefiere perpetuar los nombres que ya vienen ensalzados a meterse en rehabilitaciones¡±. Entre las virtudes del pintor no se hallaba la correcci¨®n pol¨ªtica ni la habilidad social, en un entorno en que ambas eran imprescindibles para lograr el reconocimiento, aunque no fuera merecido. Tegeo se qued¨® sin el que se hab¨ªa ganado.
S¨ª, era un hombre intransigente con el precio del ¨¦xito. ¡°Es muy buen artista, de una calidad muy superior a sus coet¨¢neos y solo equiparable con Vicente L¨®pez, pero nunca lleg¨® a medrar en la corte por el tinte pol¨ªtico al que nunca renunci¨®. Ese compromiso fue m¨¢s una mancha que le perjudic¨® con la aristocracia¡±, explica Carlos Garc¨ªa Navarro, especialista en pintura del siglo XIX en el Museo del Prado y comisario, junto con Asunci¨®n Cardona Suanzes, de la primera exposici¨®n dedicada a quien sus bi¨®grafos han recordado como un tipo muy riguroso y exigente contra la corrupci¨®n.
El Museo del Romanticismo (Madrid) inaugura ma?ana martes la cita que dar¨¢ a conocer la vida y obra de esta rareza pl¨¢stica y pol¨ªtica, del que compr¨® la exquisita La virgen del jilguero en 2017. Un a?o despu¨¦s lleg¨® la donaci¨®n de los dos retratos del matrimonio Galaup. El total de piezas identificadas en instituciones pu?blicas espan?olas no alcanza la treintena y la mitad no se expone al pu?blico. Otro dato importante para tener en cuenta su ausencia. El Prado conserva hasta 15 pinturas y expone una: Pedro Ben¨ªtez y su hija Mar¨ªa de la Cruz (1820). Este museo, adem¨¢s, recibir¨¢ pr¨®ximamente el espectacular Combate de Lapitas y centauros, una donaci¨®n comprometida por el historiador y coleccionista William P. Jordan, antes de su fallecimiento.
Es un rom¨¢ntico templado por el neoclasicismo de Jacques-Louis David. Ajeno por completo a la adulaci¨®n y el efectismo. Modesto y sobrio. Sencillo y ecl¨¦ctico. Su atenci¨®n por el naturalismo en los fondos de los retratados siempre fue lo m¨¢s aplaudido de su trabajo. A pesar de identificarse en aspecto con la escuela espa?ola, prioriz¨® el dibujo y los tonos fr¨ªos para acompa?ar el car¨¢cter de sus austeros retratados de la burgues¨ªa liberal. Como pintor de historia brillant¨ªsimo nadie le ha reconocido. Los responsables de la investigaci¨®n de este ¡°fantasma¡± de la historia del arte destacan el inter¨¦s de Tegeo por hacer estallar el canon en mil pedazos, mezclando g¨¦neros (como el retrato con el paisaje) o rescatando a pintores menos famosos que Rafael y Guido Reni, como Bronzino.
Es un artista plenamente moderno en su comportamiento, en su soberan¨ªa e independencia de la nobleza. Quienes le apoyan en sus compras son liberales como ¨¦l, la nueva clase emergente que terminar¨¢ derrocando a la caspa absolutista. Porque Tegeo qued¨® marcado para siempre en su determinaci¨®n contra el r¨¦gimen de Fernando VII. El artista murciano era, sobre todo, un liberal de los de anta?o: amante de la igualdad, de la libertad y la Constituci¨®n que acababa de echar a andar. De hecho, Tegeo es el primer artista que accede con cargo a un ayuntamiento constitucionalista, en Madrid, el primero en posicionar su ideario pol¨ªtico en p¨²blico y el primero, tambi¨¦n, en ser depurado por ello.
Vivi¨® muy seguro de sus recursos y habilidades, apoyadas por una clientela estable que nunca dej¨® de encargarle retratos. Esto le convirti¨® en el favorito de los liberales ¡ªclientes y afines ideol¨®gicamente¡ª y le permiti¨® trabajar con la tranquilidad y la independencia que dan no depender del dinero p¨²blico de las grandes instituciones. Garc¨ªa Navarro asegura que los retratos de mayor inter¨¦s de Tegeo son los de esa burgues¨ªa rebelde que quiere hacerse con el poder pol¨ªtico del pa¨ªs, porque rompen con el aparato del g¨¦nero.
Su conciencia pol¨ªtica estaba por delante de todo, incluso de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Cuando la repudia y renuncia a seguir siendo acad¨¦mico de honor, la reina Isabel II le escribe para tirarle de las orejas y reclamarle menos vehemencia. Deb¨ªa, seg¨²n la monarca, dar ejemplo a los dem¨¢s. La rebeld¨ªa antisistema nunca ha estado bien vista... por el sistema. Eso no le impidi¨® que la reina, en 1846, le nombrase pintor de c¨¢mara, ya al final de su vida.
Asunci¨®n Cardona escribe en el cat¨¢logo que Tegeo era un hombre de origen humild¨ªsimo, ¡°hecho a s¨ª mismo a trav¨¦s exclusivamente de su esfuerzo, su tes¨®n y pundonor¡±. La directora del Museo del Romanticismo cuenta en su investigaci¨®n que no pudo superar lo que ¨¦l juzgaba una insuficiente consideraci¨®n de su obra. Lo vivi¨® como una afrenta personal. ¡°El desenga?o merm¨® su salud hasta provocarle la muerte¡±, a los 56 a?os, cuenta Cardona. Su fortuna p¨®stuma naveg¨® a la deriva, entre ¡°t¨ªmidos reconocimientos y feroces cr¨ªticas¡±.
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