¡®Roma¡¯, cine puro al servicio de la memoria
La c¨¢mara de Cuar¨®n crea un efecto hipn¨®tico desde el primer plano hasta el ¨²ltimo
Ocurren cosas m¨¢gicas de vez en cuando en el cine. Este a?o he tenido esa infrecuente sensaci¨®n con dos chorros de vida titulados Cold War y Roma. Ambas rodadas con sentido en inolvidable blanco y negro. Una en Polonia, la otra en M¨¦xico. Las dos bucean en recuerdos familiares. Pavel Pawlikowski en la vida de sus padres. Alfonso Cuar¨®n en una ¨¦poca de su infancia, acompa?ado de sus hermanos, sus padres y una sirvienta ind¨ªgena y probablemente analfabeta que vel¨® por todos ellos, que en medio de la desolaci¨®n sentimental, el abandono y la mezquindad que se ensa?aron con ella tuvo fuerzas y generosidad para seguir arropando en todos los sentidos ¡ªla secuencia de los cr¨ªos a merced del encabronado oleaje del mar provoca el escalofr¨ªo¡ª a esa familia burguesa que habita en la ciudad de M¨¦xico.
Roma
Direcci¨®n: Alfonso Cuar¨®n.
Int¨¦rpretes: Yalitza Aparicio, Marina de Tavira, Diego Cortina Autrey.
G¨¦nero: drama. M¨¦xico, 2018. Duraci¨®n: 135 minutos.
Hace tres meses que viv¨ª la gozosa experiencia de ver y sentir Roma en el territorio natural para disfrutar sus esencias, su portentosa fotograf¨ªa, su atm¨®sfera, su m¨¢s que cuidado sonido. O sea, en una sala de cine, a oscuras, sin interrupciones, sin rastro activo de esos malditos y opi¨¢ceos tel¨¦fonos que la inmensa mayor¨ªa del personal considera tan necesarios como respirar cuatro veces por minuto. Y tengo curiosidad por saber cu¨¢ntos espectadores van a acudir a los cinco cines donde se proyectar¨¢ esta pel¨ªcula durante escasos d¨ªas, cuando van a disponer inmediatamente de ella en Netflix, la plataforma que la ha producido. Y ocurrir¨¢ lo mismo, suponiendo que logre colarse durante un tiempo tan breve como simb¨®lico, con la ¨²ltima entrega de Martin Scorsese, que al parecer est¨¢ en la misma l¨ªnea que las intocables Uno de los nuestros, Casino e Infiltrados. Tiempos raros para el gran cine, fuera de su espacio natural y religioso, destinado a ser consumido en la pantalla de un m¨®vil o en artilugios aun m¨¢s prosaicos, que llegar¨¢n.
La c¨¢mara de Cuar¨®n ¡ªmanejada por ¨¦l mismo¡ª crea un efecto hipn¨®tico desde el primer plano hasta el ¨²ltimo. Utiliza un primoroso lenguaje visual para hablar de eso tan simple y tan complejo, tan alegre y tan amenazador, tan luminoso y tan sombr¨ªo, tan cotidiano y tan excepcional, tan apacible y tan violento, tan tierno y tan cruel que definimos como vida. Todo parece fluir con normalidad y alegr¨ªa en esa reconocible familia. Pero aparecer¨¢n inevitablemente las sombras, la incertidumbre, el claroscuro, la indefensi¨®n, la rotura de lo que parec¨ªa estable, la sensaci¨®n y las pruebas de que el para¨ªso puede desaparecer. Y existe una comuni¨®n no subrayada, pero muy intensa, entre esos cr¨ªos y sus padres con la persona que limpia sus desechos, otorga orden a su casa, ejerce de ¨¢ngel protector. No es una persona agraciada ni parece muy lista. Conocer¨¢ el abuso y la traici¨®n por parte de alguien ajeno a la familia, llevar¨¢ en silencio la depresi¨®n m¨¢s feroz, no olvidar¨¢ sus obligaciones profesionales ni morales con esa gente que otorga sentido a su existencia. Es un ser ¨ªntegro, puro, generoso, admirable.
Cuar¨®n tambi¨¦n visita las calles de esa ciudad compulsiva, filma una ¨¦poca que rebos¨® atrocidades, habla del lumpen convertido en un ej¨¦rcito paramilitar, filma asesinatos destinados a la impunidad, describe como yo no hab¨ªa visto jam¨¢s en el cine lo que se debe sentir ante un temblor de tierra, la cercan¨ªa de un incendio, el mar empe?ado en tragarte. Es muy f¨ªsica su expresi¨®n de los sentimientos, pero tambi¨¦n sutil. Y todo en esta pel¨ªcula extraordinaria transmite verdad y complejidad, atributos del gran cine.
Alfonso Cuar¨®n ha demostrado en Hollywood que sabe manejarse entre grandes presupuestos y realizar pel¨ªculas tan atractivas como Hijos de los hombres y Gravity. Le sobran merecimientos para regresar a su tierra y hablar de los recuerdos de su infancia, de esa ¨¦poca trascendental que puede marcar la existencia. Imagino lo que debe haber sentido esa se?ora ind¨ªgena al ver Roma. Qu¨¦ regalo tan maravilloso le ha hecho Cuar¨®n. Y se lo ha hecho a s¨ª mismo. Y a nosotros, los espectadores de su intima epopeya.
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