El gran zoo de papel
Los libros sobre animales, de los pulpos a los caballos, los tigres y las ballenas, se multiplican en paralelo al renovado inter¨¦s de la sociedad por la fauna, su inteligencia, sus sentimientos y su destino
Signo de los tiempos, Cecil, el c¨¦lebre le¨®n muerto por un cazador estadounidense armado con arco de flechas en 2015 en Zimbabue, ya tiene biograf¨ªa. No dir¨¦ yo que sea la biograf¨ªa del a?o, por encima de la Gorbachov (Debate, 2018), por ejemplo, pero Lion hearted -Coraz¨®n de le¨®n- (Nueva York, 2018), de Andrew Loveridge, a¨²n por publicar en Espa?a, ay, es un libro extraordinario. El autor, un experto naturalista especializado en los grandes felinos que dirigi¨® el seguimiento y estudio de Cecil en la sabana durante ocho a?os (¨¦l mismo le coloc¨® el collar con GPS y le puso el nombre), nos cuenta la vida del malogrado le¨®n hasta culminar en el fatal encuentro con el dentista, arquero y coleccionista de trofeos Walter Palmer (que te mate Allan Quatermain es una faena, pero que lo haga un sacamuelas de Minesota con pasta para fardar ante las visitas resulta una verdadera putada). El cazador, relata como si fuera un thriller Loveridge, le dispar¨® una flecha la noche del 1 de julio de 2015, encaramado bastante cobardemente en un machan en un ¨¢rbol, tras atraerlo con una carcasa de elefante como cebo y luego, ya de d¨ªa, remat¨® al abatido rey de la selva con una segunda saeta despu¨¦s de que el felino se arrastrara moribundo y agonizara durante m¨¢s de diez horas.
El libro sobre Cecil, que es a la vez una profunda, emocionante y hermos¨ªsima inmersi¨®n en la vida de los leones ¨Cuno aprende por ejemplo que se los distingue por la pauta de motas del hocico, de donde les brotan los bigotes: ese es el equivalente de sus huellas digitales-, y un canto a su conservaci¨®n, es solo el ¨²ltimo que aparece de una cosecha, una camada ser¨ªa mejor, reciente magn¨ªfica de obras sobre animales (afortunadamente muchas traducidas ya al castellano). El fen¨®meno demuestra que estamos ante un verdadero boom del g¨¦nero, encabalgado (y valga la palabra) en la etiqueta del Nature Writing, del que a veces es dif¨ªcil separarlo. En los anaqueles de las librer¨ªas encontramos hoy t¨ªtulos sobre pulpos, tigres, ballenas, peces, caballos, halcones, y gansos, entre otros muchos inesperados protagonistas, en lo que constituye un verdadero zoo de papel, aunque, por supuesto, dada la extrema sensibilidad actual, habr¨¢ a quienes no les guste el uso del t¨¦rmino zoo.
Los ¨²ltimos a?os han visto la proliferaci¨®n de este tipo de libros (en paralelo tambi¨¦n a las obras de reflexi¨®n ¨¦tica, filos¨®fica y pol¨ªtica sobre los derechos de los animales, que son otro g¨¦nero), como si se hubiera levantado la veda, o abierto la puerta de un arca de No¨¦ literaria. La nueva corriente ¨Cla nueva estampida- incluye obras muy diferentes pero que cabr¨ªa caracterizar por un ¨¦nfasis en lo personal y lo literario, incluso lo po¨¦tico, que va m¨¢s all¨¢ del puro relato cient¨ªfico, del ensayo de ciencias naturales al uso. Eso no quiere decir que no sean obras rigurosas y algunas incluso con revelaciones y descubrimientos de primer orden sobre la biolog¨ªa y el comportamiento de esta o aquella especie (por ejemplo el reciente El ingenio de los p¨¢jaros, de Jenifer Ackerman, Ariel, 2017). Pero en el tono hay algo com¨²n, una emoci¨®n y una sensibilidad que demuestran una profunda empat¨ªa del autor con el sujeto de su trabajo.
Por supuesto no se trata de nada nuevo en ese sentido como son buena muestra grandes cl¨¢sicos ya como Gorilas en la niebla, de Diane Fossey; El peregrino, la arrebatadora obra de los a?os sesenta de J. A. Baker sobre los halcones y que ha traducido recientemente Marcelo Cohen (Sigilo, 2016); Nacida libre, por supuesto, la odisea de la leona Elsa contada por la naturalista Joy Adamson, a la que por cierto mat¨® un le¨®n (que no deb¨ªa haberla le¨ªdo) en Kenia en 1980, o los libros de Gerald Durrell (con su cima literaria de la trilog¨ªa de Corf¨² iniciada con Mi familia y otros animales), por no hablar de El leopardo de las nieves, de Peter Matthiessen (con el que por cierto viajaba el gran bi¨®logo George B. Schaller del que est¨¢ publicado en Espa?a Un naturalista y otras bestias, Alta?r, 2010). Aunque s¨ª lo es, novedad, la cantidad de t¨ªtulos que comparten sensibilidad y esfuerzo por profundizar en nuestra relaci¨®n con los animales. A veces incluso con seres con los que a priori resulta raro empatizar. Como los pulpos que son los protagonistas de El alma de un pulpo, de Sy Montgomery (Seix Barral, 2018), y de Otras mentes, de Peter Godfrey-Smith (Taurus, 2017) o los peces de El ingenio de los peces (es m¨¢s revelador el t¨ªtulo original What a fish knows), de Jonathan Balcombe (Ariel), libros que coinciden en asegurarnos (?y es verdad!) que leerlos cambiar¨¢ la visi¨®n que tenemos sobre unos y otros, pulpos y peces.
?Qu¨¦ tienen los halcones, como los de Baker y Macdonald, que nos llevan a conmovernos tanto? Probablemente la altura y belleza de su vuelo, que insufla met¨¢fora viva en los esp¨ªritus. "El ojo se vuelve insaciable de halcones", escribe Baker.
Montgomery, que describe la verdadera amistad que desarroll¨® con varios espec¨ªmenes, explica que los pulpos no es que se reconozcan a ellos como individuos, ?es que nos reconocen a nosotros!: los experimentos muestran que nos distinguen por la cara y recuerdan si les hemos hecho trastadas o los hemos alimentado; tambi¨¦n les gusta acariciarnos, no en balde tienen ocho brazos (y muy sensibles). Los pulpos miran hacia donde les se?alas, ven la tele (es dif¨ªcil decir si les gusta, supongo que depender¨¢ del canal) y padecen de algo parecido a la demencia senil cuando se hacen viejos, que es muy pronto seg¨²n nuestros est¨¢ndares, tres o cuatro a?os como m¨¢ximo. Balcombe cuenta por su parte que se ha descubierto que la capacidad de sentir dolor de los peces es muy superior (escalofriantemente superior, dir¨ªa uno) de lo que se cre¨ªa, lo que pone en otra perspectiva la visi¨®n de un pez retorci¨¦ndose al extremo de una ca?a, y que muchas especies presentan cuidados parentales.
Esos libros tienen en com¨²n que te hacen sentir simpat¨ªa por sus sujetos (no los autores, que tambi¨¦n) sino los animales. Hay varios pulpos en el libro de Montgomery que te llevar¨ªas a casa. La autora estadounidense tiene otro libro reci¨¦n publicado en Espa?a, sobre otros animales muy distintos ¨Ca estos no los llevar¨ªas a casa-, los tigres. En El embrujo del tigre (Errata naturae, 2018), nos transporta ¡°al lugar donde los tigres se comen a los hombres y los hombres adoran a los tigres¡±, las peligrosas y misteriosas Sunderbans, el delta del Ganges, en la bah¨ªa de Bengala. No se puede hablar de tigres sin mencionar uno de los libros m¨¢s sensacionales sobre ellos de los ¨²ltimos tiempos, El tigre, de John Vaillant (Debate, 2011), que sigue la carrera real de un tigre siberiano devorador de hombres y su persecuci¨®n por la taiga en los a?os noventa adoptando en un pasaje memorable el punto de vista del propio tigre.
En Errata naturae se han publicado tambi¨¦n recientemente obras sobre osos (la sobrecogedora Mis a?os grizzly, de Doug Peackock), aves (el po¨¦tico itinerario inici¨¢tico de Los gansos de las nieves, de William Fieness), lobos (Lobo Negro, de Nick Jans) o bisontes (la conmovedora Los b¨²falos de Broken Heart, de Dan O¡¯Brien). Preguntado su editor, Rub¨¦n Hern¨¢ndez, acerca de qu¨¦ debe tener un buen libro sobre animales, responde: ¡°Ante todo un respeto profundo por ellos, basado en dos nociones: que humanos y animales compartimos un mismo destino y que podemos aprender los unos de los otros. En un buen libro de animales creo que siempre aparecen esas ideas de existencia global compartida y de aprendizaje multidireccional¡±. Hern¨¢ndez destaca que las grandes obras del g¨¦nero cambian nuestra mirada hacia los animales, "aumentan nuestro inter¨¦s por ellos y nuestra compasi¨®n¡±.
Se?alaba E. O. Wilson que todos los ni?os tienen una ¡°fase gusano¡±, en que les gustan los bichos, y que ¨¦l nunca creci¨® para superarla. Quer¨ªa decir el sabio bi¨®logo que los ni?os est¨¢n interesados de manera innata por la naturaleza y que al madurar la mayor¨ªa pierden esa curiosidad y esa fascinaci¨®n. Los buenos libros de animales nos ayudan a recuperarlas.
Otra editorial que ha encontrado un fil¨®n en libros sobre animales es ?tico de los Libros, que tiene en su cat¨¢logo una de las obras m¨¢s hermosas no ya de los ¨²ltimos a?os sino de toda la literatura sobre animales. H de halc¨®n (2014), de Helen Macdonald, relato de la autora de su cr¨ªa y adiestramiento de un azor con el trasfondo de la muerte de su padre: una maravilla de sensibilidad y fuerza dram¨¢tica. ?Qu¨¦ tienen los halcones, como los de Baker y Macdonald, que nos llevan a conmovernos tanto? Probablemente la altura y belleza de su vuelo, que insufla met¨¢fora viva en los esp¨ªritus. "El ojo se vuelve insaciable de halcones", escribe Baker. que los sigui¨® diez a?os y acab¨® literalmente pose¨ªdo, y transformado, por ellos.
Tambi¨¦n publica ?tico los libros de Philip Hoare, el primero de los cuales fue el prodigioso Leviat¨¢n o la ballena, un personal¨ªsimo chapuz¨®n (al autor le encanta nadar) en el reino de los cet¨¢ceos, tanto el natural como el literario, al que han seguido t¨ªtulos como El mar interior y, este mismo a?o, El alma del mar, en los que su inter¨¦s se extiende a las aves y a otras criaturas, incluido ¨¦l mismo. ¡°Creo que nuestro inter¨¦s por los animales es sintom¨¢tico de nuestra desconexi¨®n de ellos¡±, reflexiona Hoare al preguntarle por el actual fen¨®meno editorial. ¡°Miramos documentales de historia natural en televisi¨®n y v¨ªdeos de animales en You Tube como una especie de porno de naturaleza, de la misma manera que el sexo se ha vuelto virtual. Rellenamos la distancia real entre nosotros y el mundo natural volvi¨¦ndolo fantas¨ªa¡±. Hoare, que se pregunta si el Nature Writing no es el nuevo reportaje de guerra, visto c¨®mo est¨¢ la naturaleza, a?ade que los libros ¡°nos dan una relaci¨®n con lo salvaje que la mayor¨ªa no podemos experimentar¡±. ?l, que se ha zambullido entre delfines y cachalotes, desde luego s¨ª. ¡°Cuando miro en el ojo de una ballena, me veo a m¨ª mismo reflejado¡±, asegura.
Entre los extraordinarios libros reci¨¦n llegados, hay que destacar Adi¨®s al caballo (Taurus, 2018), de Ulrich Raulff, un historia cultural del equino con mucha guerra, arte y filosof¨ªa y especial atenci¨®n a lo que ha convertido al caballo en un ser tan ic¨®nico, descrito y redescrito y resemantizado. A retener la frase que menciona Raulff de un recluta ingl¨¦s de caballer¨ªa: ¡°El caballo es por delante y por detr¨¢s muy peligroso, y en el medio, muy inc¨®modo¡±. Otros libros anteriores de caballos han sido la emocionante Seabiscuit, de Laura Hillenbrand (Debate, 2001), Caballo de batalla de Michael Morpurgo (Noguer, 2011) en el que se bas¨® la pel¨ªcula de Spielberg, Mi amiga Flicka, de Mary O¡¯Hara, y el can¨®nico Black Beauty, de Anna Sewell (Lettera, 2005). En el otro extremo del noble bruto, los bichos detestables (no para el autor, que hasta tiene un gusano, una tenia, dedicada con su nombre) de Par¨¢sitos, el extra?o mundo de las criaturas m¨¢s peligrosas de la naturaleza (Capit¨¢n Swing, 2017), del prestigioso divulgador cient¨ªfico Carl Zimmer.
Una recomendaci¨®n para los que sientan algo especial por los animales de sangre fr¨ªa: Cold blood (Penguin, 2014), de Richard Kerridge, entra?ables aventuras con reptiles y anfibios, incluidos tritones. Los tiburones, concretamente el rar¨ªsimo y longevo tibur¨®n boreal, tienen tambi¨¦n quien les quiera y libro: El libro del mar (Salamandra, 2018), del noruego Morten A. Stroksnes. ?V¨¢lganme Tantor y Hathi, no nos dejemos a los elefantes!: El hombre que susurraba a los elefantes, de Anthony Lawrence y Spence Graham (Capit¨¢n Swing, 2017), ofrece interesantes datos sobre la forma de comunicarse de los paquidermos. Ni olvidemos la peligrosa fauna australiana, cuyo gran y divertid¨ªsimo cronista ha sido Kenneth Cook, el autor de los desopilantes y muy emocionantes relatos de El Koala asesino (Sajal¨ªn, 2011) y sus secuelas.
Dos curiosidades pel¨ªn frikis: la historia real de la chica que rescata y adopta una lechuza con la que convive 19 a?os (aliment¨¢ndola con ?28.000 ratones!), Wesley the owl, de Styacey O¡¯Brien (Simon & Schuster, 2009), y la autobiograf¨ªa (!) de Simon el Gato, no mascota sino marinero condecorado (con la medalla Dickin al m¨¦rito animal) y miembro de pleno derecho de la tripulaci¨®n del HMS Amethyst, en el que sirvi¨® realmente, cazando ratas y siendo herido en el puente de mando por la artiller¨ªa china, durante el famoso incidente del Yangs¨¦ (en llamas) en 1949 (Able seacat Simon, de Lynne Barret-Lee, Simon & Schuster, 2016).
Los antecedentes de estos libros sobre animales que llegan ahora se pueden remontar hasta las f¨¢bulas de Esopo (y sus continuadores como Fedro y La Fontaine), Le roman de Renard y El libro de las bestias de Llull, por citar solo algunos. Grandes obras de la literatura universal han tenido por supuesto a animales como protagonistas o grandes secundarios, entre ellas Moby Dick, de Melville, El libro de la selva, de Kipling, Rebeli¨®n en la granja, de Orwell o El viejo y el mar, de Hemingway. Tambi¨¦n otros cl¨¢sicos inolvidables como La llamada de lo salvaje, protagonizada por el perro de trineo Buck, y Colmillo Blanco, por el lobo del mismo nombre, de Jack London. Las historias de animales han tenido asimismo sus cl¨¢sicos populares como Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, o La colina de Watership, de Richard Adams, con sus, respectivamente, gaviotas y conejos reflexivos, a veces exasperantemente reflexivos. El naturalista sueco Beng Berg, el austriaco Hans Hass, Costeau y el brit¨¢nico David Attenborough (del que, por cierto, Ediciones del Viento publica ahora sus memorias Aventuras de un joven naturalista) son otros referentes de los libros sobre animales, como lo son las aventuras de Lassie (el perro empez¨® como personaje de un cuento y luego tuvo novela), El viento en los sauces, de Kenneth Grahame, o las peripecias veterinarias en el campo de Todas las criaturas grandes y peque?as, de James Herriot (publicadas por Ediciones del Viento). Yo tengo una debilidad por El gato salvaje, de Allan W. Eckert (Molino, 1969), la historia de un felino mestizo que me marc¨® de ni?o. Luego he sabido que Eckert, estadounidense, estuvo nominado para el Pulitzer y es autor de un libro sobre el jefe Tecumseh, otro sobre la corte marcial a Daniel Boone y otra historia que Disney adapt¨® para televisi¨®n como El chico que hablaba con los tejones, y que he de pillar un d¨ªa.
Los leones lo hacen hasta cuarenta veces al d¨ªa; las anguilas, una vez en la vida, vaya. El acto sexual del topo puede durar 40 horas, y sin conversaci¨®n.
Ha existido tambi¨¦n una gran tradici¨®n de libros de cacer¨ªas, hoy l¨®gicamente a la baja, con algunas excepciones, aparte de Hemingway, por supuesto: las aventuras inolvidables de los rastreadores de alima?as devoradoras de hombres como el coronel Patterson (el de los leones del Tsavo), John Hunter, Kenneth Anderson o Jim Corbett, del que Ediciones del Viento acaba de editar su cl¨¢sico La sabidur¨ªa de la jungla. Un moderno precedente del inter¨¦s de ahora mismo por los animales que es de justicia citar y m¨¢s por su perspectiva conservacionista es Ma?ana no estar¨¢n, de Douglas Adams con Mark Carwardine, un entretenid¨ªsimo viaje en pos de las especies en peligro de extinci¨®n (Anagrama, 1994).
En Espa?a han escrito de animales, desde perspectivas muy distintas Miguel Delibes, F¨¦lix Rodriguez de la Fuente, muchos bi¨®logos (Tundra tiene una muy buena colecci¨®n de monograf¨ªas) y ¨¦mulos locales de los grandes de la caza mayor anglosajones como Jorge de Pallej¨¢ (luego reciclado en conservacionista), el escritor de Simba y Los b¨²falos del Okavango (Juventud). Actualmente tenemos a autores tan conocidos ya como Javier P¨¦rez de Alb¨¦niz (La guerra del lobo, Capit¨¢n Swing, 2017), Antonio Sandoval (?Para qu¨¦ sirven las aves?, Tundra, 2012) y M¨®nica Fern¨¢ndez Aceytuno (El pa¨ªs de los p¨¢jaros que duermen en el aire, Espasa, 2018), o al sorprendente Francisco L¨®pez Barrios, con sus reflexiones de un pulpo gallego (diferente de los de Sy Montgomery) inspirado en el que un d¨ªa pesc¨® en la R¨ªa de Arousa (Amado pulpo, Dauro, 2017)
La vida sexual de los animales, una de las cosas que nos provoca curiosidad y nos fascina de ellos, es uno de los temas que suele estar presente en los libros del g¨¦nero. Montgomery, por ejemplo, escribe p¨¢ginas sorprendentes sobre la c¨®pula del pulpo y Hoare presencia (y nos cuenta) escenas de tribadismo entre delfines hembras. Uno de los libros recientes m¨¢s expl¨ªcitos sobre el asunto y que incluye multitud de ilustraciones a las que el lector se asoma como un Linneo voyerista es parad¨®jicamente (o no) una obra para p¨²blico juvenil (¡°a partir de 8 a?os y para todas las edades¡±), La vida amorosa de los animales (Takatuka, 2018, hay versi¨®n en catal¨¢n), de la pedagoga sexual alemana Katharina von der Gathen, con dibujos de Anke Kuhl. Repasa pormenorizadamente la forma de hacerlo de los animales, las caracter¨ªsticas a menudo asombrosas de sus ¨®rganos sexuales, e incluso la frecuencia de paso: leones, hasta cuarenta veces al d¨ªa; pandas, una vez al a?o; anguilas, una vez en la vida, vaya; bonobos, continuamente (aunque solo cinco segundos cada vez, mientras que el acto sexual del topo puede durar 40 horas, y sin conversaci¨®n). ?Sab¨ªan que las mariquitas machos tienen el pene provisto de un garfio, que los osos se masturban y que los murci¨¦lagos toman a las hembras cabeza abajo y mientras ellas est¨¢n dormidas hibernando? Asombroso mundo...
"Buscas en ellos una pureza elemental", afirma Fernando Savater
Si alguien sabe de libros de animales ¨Cimposible olvidar el cap¨ªtulo VIII de La infancia recuperada, El acecho del tigre, y las im¨¢genes de caballos de sus libros sobre las carreras - es Fernando Savater. "Me encantan, hubo una ¨¦poca en mi vida que no le¨ªa otra cosa y si no sal¨ªan animales no me gustaba el libro", explica. "Buscas en ellos una pureza elemental, algo muy diferente de lo que ofrece hoy por ejemplo la pol¨ªtica". A Savater le entusiasman los tigres y los libros sobre animales africanos tan vinculados al mundo de la exploraci¨®n y la aventura. "Y los animales marinos, sobre todo grandes y peligrosos, ballenas, tiburones, pulpos", se apasiona. "?Y no nos olvidemos de los dinosaurios!". Cierto, recomendemos un libro: Mitolog¨ªa de los dinosaurios, de nuestro Alan Grant particular, Jos¨¦ Luis S¨¢nz (Taurus). Dice que le ha encantado El libro del mar. "Tiene el mismo esquema de El leopardo de las nieves: un animal al que el autor persigue pero que apenas logra ver". En su impronta de lector figuran libros seminales como Timur el tigre, uno de los t¨ªtulos de la colecci¨®n de biograf¨ªas de animales de C. Bernard Rutley que public¨® en Espa?a Molino y El libro de los animales llamados salvajes (1929), de Andr¨¦ Delmaison, un personaje interesante que hablaba mandinga y wolof, trabaj¨® para el zoo belga, sirvi¨® en Verd¨²n como int¨¦rprete de una unidad de tiralleurs s¨¦n¨¦galais y estuvo adscrito al R¨¦gimen de Vichy (aunque lo rehabilitaron tras la guerra, Legi¨®n de Honor incluida). Savater advierte que la antropomorfizaci¨®n de los animales, de lo que pecan algunos escritores y parte del pensamiento animalista reciente, "es lo contrario de que te gusten los animales, te gustan porque precisamente no son seres humanos. Ahora hay gente que los ve como si fueran personas disfrazadas. No hay que convertirlos en seres con derechos y virtudes como nosotros. No tienen moralidad, est¨¢n m¨¢s all¨¢ del bien y del mal que dir¨ªa Nietzsche, afortunadamente para ellos". De los libros de animales subraya la importancia fundamental de que est¨¦n bien escritos. "Como dec¨ªa con iron¨ªa Borges, en cualquier cosa que se escriba, no viene mal saber escribir".
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