La violencia: un enfoque cient¨ªfico
El bi¨®logo y antrop¨®logo Robert Sapolsky aborda un ameno estudio cient¨ªfico sobre la agresividad mediante un viaje en el tiempo a trav¨¦s de los cambios en el cerebro
El miedo y la violencia son un problema central para la organizaci¨®n de nuestras sociedades, pero las formas de afrontarlo que hemos probado hasta ahora est¨¢n lastradas por un error crucial: ignoran la neurociencia de la agresividad, y por lo tanto son palos de ciego en la jungla de la complejidad humana. Si hubiera una soluci¨®n ¨²nica a ese alarde de desconocimiento, ser¨ªa seguramente el ¨²ltimo libro de Robert Sapolsky, Comp¨®rtate. La biolog¨ªa que hay detr¨¢s de nuestros mejores y peores comportamientos (Capit¨¢n Swing), un verdadero tratado erudito de 982 p¨¢ginas, y que pese a ello ofrece una lectura transparente, profunda y emocionante, llena de chispa y de sabidur¨ªa. Fue declarado el mejor libro de ciencia de 2017 por The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal, y al leerlo se entiende muy bien por qu¨¦.
Sapolsky, nacido en Brooklyn, Nueva York, de padres jud¨ªos emigrados all¨ª desde la Uni¨®n Sovi¨¦tica, es en s¨ª mismo un personaje. Bi¨®logo y antrop¨®logo por Harvard, doctor en Neuroendocrinolog¨ªa por la Rockefeller, profesor de neurociencias en Stanford y visitante anual de Kenia para investigar el estr¨¦s de los monos, sus credenciales cient¨ªficas resultan aplastantes, pero ello no le ha impedido dedicar buena parte de su energ¨ªa y concentraci¨®n, ya desde los a?os noventa, a escribir libros para instruir a la gente y a los poderes que pretenden controlarla, a agresores, agredidas y cualquier lector culto que pueda hacer algo para mejorar las cosas. Su imagen de profeta b¨ªblico, con melena rizada y barba Hammurabi, es la pincelada que completa el cuadro. Pero su ciencia y su escritura son luminosas, en un caso raro y precioso de tercera cultura.
Bien, ?y qu¨¦ dice la ciencia sobre la agresividad? La propia organizaci¨®n del libro nos da una clave para orientarnos. Cuando alguien incurre en un comportamiento violento, la primera pregunta es: ?qu¨¦ ha ocurrido en su cerebro un segundo antes? Esta cuesti¨®n nos introduce directamente en la neurolog¨ªa del comportamiento. Segunda pregunta: ?y qu¨¦ ocurri¨® de unos segundos a unos minutos antes? Aqu¨ª la respuesta debe explorar las se?ales, sonidos u olores que desen?cadenan la agresi¨®n. ?Y qu¨¦ pas¨® de unas horas a unos d¨ªas antes? He aqu¨ª la selva de las hormonas, la explicaci¨®n endocrinol¨®gica de que ese individuo sea especialmente receptivo a las se?ales que vendr¨¢n despu¨¦s.
Siguiendo esta estrategia de desplazar el foco cada vez m¨¢s atr¨¢s, Sapolsky nos conduce por un viaje en el tiempo hasta los cambios en la estructura cerebral que ocurrieron unos a?os antes, de ah¨ª a la infancia del individuo, a su vida fetal, a la cultura en que han vivido sus ancestros y, finalmente, a los millones o cientos de millones a?os de evoluci¨®n biol¨®gica que han conformado el cerebro de su especie. Todos estos aspectos son causas del comportamiento agresivo de la persona, y se exploran en el libro con una apabullante erudici¨®n y una admirable claridad. Al final, resulta que todas esas causas, todos esos pret¨¦ritos, est¨¢n ¨ªntimamente relacionados, como no pod¨ªa ser de otra forma.
Sapolsky es un bi¨®logo, pero no un biologicista, como dicen los cient¨ªficos sociales para descalificar las explicaciones neurol¨®gicas o evolutivas del comportamiento humano. ¡°No se puede empezar a comprender algo como la agresividad, la competencia, la cooperaci¨®n y la empat¨ªa sin la biolog¨ªa¡±, escribe el autor. Pero tambi¨¦n: ¡°Estar¨¢ usted igual de equivocado si solo conf¨ªa en la biolog¨ªa¡±. En realidad, el libro de Sapolsky se puede considerar una demostraci¨®n de que los factores biol¨®gicos y los culturales est¨¢n ¨ªntimamente vinculados, y que establecer un cord¨®n sanitario entre ellos es un error garrafal.
Un buen ejemplo es la estructura cerebral (am¨ªgdala, no confundir con las am¨ªgdalas de la garganta) a la que apuntan todas las evidencias neurol¨®gicas como un nodo central del miedo y la agresividad. Cada especie tiene una serie de miedos innatos. Por ejemplo, los ratones sienten miedo a la luz y a los espacios abiertos, en lo que supone una obvia adaptaci¨®n a su h¨¢bitat natural nocturno y refugiado. Pero el miedo tambi¨¦n se puede aprender a lo largo de la vida. Y la estructura crucial para ello vuelve a ser la am¨ªgdala. Lo innato y lo aprendido, lo biol¨®gico y lo ambiental, son dos caras de la misma moneda. Pese a un siglo de encarnizadas reyertas acad¨¦micas, lo cierto es que no hay ninguna contradicci¨®n entre esos dos vectores del comportamiento.
Otro buen ejemplo es lo que ocurre en el cerebro adolescente, un cap¨ªtulo que interesar¨¢ en particular a padres y profesores (supongo que ser¨¢ demasiado pedir que lo lean los propios ni?atos). La clave aqu¨ª son los l¨®bulos frontales, la parte del cerebro que ha crecido m¨¢s durante la evoluci¨®n humana, y por tanto la ¨²ltima en incorporarse a nuestra caja de herramientas neurol¨®gicas. En lo que supone una especie de homenaje a la (denostada) teor¨ªa de la recapitulaci¨®n de Ernst Haeckel, seg¨²n la cual el desarrollo recapitula la evoluci¨®n, los l¨®bulos frontales son tambi¨¦n los ¨²ltimos en madurar: empiezan a hacerlo justo en la adolescencia, y no acaban hasta ?mediada la veintena! El caso es que, al comienzo de la adolescencia, las zonas antiguas del cerebro que disparan la agresividad y los comportamientos de riesgo est¨¢n ya plenamente formadas, mientras que los l¨®bulos frontales que se ocupar¨¢n de reprimir esos comportamientos son a¨²n inmaduros, d¨¦biles e incompetentes.
Poca gente est¨¢ dispuesta en nuestros d¨ªas a sumergirse en un oc¨¦ano de 982 p¨¢ginas, pero la recompensa ser¨¢ grande para quien lo haga.
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Autor: Robert Sapolsky (traducci¨®n de Pedro Pacheco Gonz¨¢lez).
Editorial: Capit¨¢n Swing (2018).
Formato: tapa blanda (984 p¨¢ginas).
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