El arte de la contradicci¨®n
El ensayo de Iv¨¢n de la Nuez ¡®Teor¨ªa de la retaguardia¡¯ explica la expansi¨®n del arte como una cuesti¨®n de supervivencia que viene de un fracaso anterior
Le¨ª Teor¨ªa de la retaguardia con las previsiones meteorol¨®gicas actualiz¨¢ndose a la velocidad de los sem¨¢foros, tras enterarme por la prensa de que un Banksy previamente adjudicado por 1,2 millones de euros se autodestruy¨® en plena subasta. Dicho escenario se adapta perfectamente a lo que nos describe Iv¨¢n de la Nuez en su ¨²ltimo ensayo,?Teor¨ªa de la retaguardia. C¨®mo sobrevivir al arte contempor¨¢neo (y a casi todo lo dem¨¢s). Bastar¨¢ leer el ¨ªndice para entender que el mencionado subt¨ªtulo va con iron¨ªa. Incluso podr¨ªa ser un gui?o al publicista Paul Arden, cuyos libros son una mercanc¨ªa muy visible en las tiendas de museo, donde proyectos editoriales como Consonni subsisten milagrosamente a una oferta cada vez m¨¢s variopinta y que, sin embargo, da cuenta de d¨®nde est¨¢ el arte contempor¨¢neo.
Resulta dif¨ªcil no sospechar del creciente esplendor del arte a medida que ha ido relacion¨¢ndose con otros ¨¢mbitos: de la pol¨ªtica a la literatura, la m¨¢s fecunda de sus interferencias a juzgar por los ejemplos que aqu¨ª se exponen. Con todo, este ensayo no se limita a describir dicha expansi¨®n en una era dominada por las im¨¢genes y donde el artista ya no es el ¨²nico en dejar su huella, sino que la explica como una cuesti¨®n de supervivencia y que viene de un fracaso anterior. Lo expone Peter B¨¹rger en su Teor¨ªa de la vanguardia, libro que se cita en la primera fase. Seg¨²n este autor, al querer romper las fronteras entre el arte y la vida, los vanguardistas no lograron provocar ninguna revoluci¨®n social, lo que consiguieron fue impugnar al arte como instituci¨®n. Ante semejante derrota, no deber¨ªa sorprendernos que ¨¦ste haya renunciado a pensar el porvenir. En palabras de Iv¨¢n de la Nuez, le ¡°tiene horror al futuro¡± y prueba de ello es que, en los cat¨¢logos, el curr¨ªculo del artista ya empieza a escribirse hacia atr¨¢s: ¡°Hace un moonwalker¡±.
Boris Groys tambi¨¦n tom¨® nota de esa imposibilidad en Sobre lo nuevo, donde defend¨ªa que la innovaci¨®n consist¨ªa no ya en superar lo anterior, sino en desplazar los l¨ªmites de lo que puede o no entrar en museo, partiendo de la base de que solo est¨¢ ¡°vivo¡± aquello que queda fuera. El problema es que una vez ¡°museificado¡±, lo nuevo deja de serlo: ya es pasado. Y as¨ª andamos, con un arte que se actualiza continuamente mientras por otro lado reitera su defunci¨®n. Engorda pero no avanza. No cabe duda de que Teor¨ªa de la retaguardia est¨¢ escrito a la contra y desde un lugar que invita a replegarse, que es como pedirle al arte que asuma al fin sus contradicciones. Algunas son obvias, pero en otras me hubiera detenido algo m¨¢s, aunque ¨¦l las deslice con elegancia. De hecho, esta facilidad de escritura es lo que le permite hilvanar dinosaurios, limusinas y una Venecia fantasma sin recurrir a esas palabrejas de las que abusan los cr¨ªticos (ahora todos desmundanizan). Igual no las necesita. Iv¨¢n de la Nuez va a la suya y con esa misma frescura le reclama al arte que se resit¨²e o se largue definitivamente, mientras nos arranca alguna que otra sonrisa.
Teor¨ªa de la retaguardia.?Iv¨¢n de la Nuez. Consonni, 2018. 136 p¨¢ginas. 15,50 euros.
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