Dos poetas vuelven al verso tras una d¨¦cada de silencio
Luisa Castro y Luis Mu?oz acuden al rescate de la palabra con sus nuevos poemarios
Cuando Luis Mu?oz public¨® hace 12 a?os Querido silencio (Tusquets) pocos pensaron que se iba a tomar el t¨ªtulo tan en serio. M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s regresa con Vecindad (Visor), discreto y elocuente, con su poes¨ªa pr¨®xima, dispuesta a desentra?ar y volver a rescatar palabras zarandeadas por el mal uso. Luisa Castro, por su parte, tambi¨¦n anduvo de retiro. Amor mi se?or fue su ¨²ltimo libro de poemas en 2005, al que sigue ahora Actores vestidos de calle, tambi¨¦n en Visor.
Son coet¨¢neos y c¨®mplices de voces comunes aunque lejanos en sus latitudes. Ella de Foz (Lugo); ¨¦l granadino. Mu?oz, desde las lecciones que imparte en la Universidad de Iowa (EE UU) y Castro en Burdeos, donde dirige el Instituto Cervantes, exiliados de su territorio com¨²n en la lengua, se conjuran por dotarla de sentido en un cosmos po¨¦tico generacional compartido, anterior al del boom millenial presente, pero mucho m¨¢s profundo y reposado.
Luis Mu?oz tiene fijo en la mente un reproche de infancia por parte de su madre: ¡°?Que oportunidad has perdido de callarte!¡±. Se lo ha robado como m¨¢xima para la cadencia de su carrera po¨¦tica. ¡°Mucho querer el silencio, como el t¨ªtulo de mi libro anterior, que parece me lo he tomado a rajatabla. Pero tambi¨¦n he practicado una prueba: poner a los poemas frente al silencio y decidir si son o no mejores que el silencio mismo¡±.
Vecindad surge de una exigente criba en la que las obras elegidas han superado el list¨®n: ¡°En este tiempo he vivido un largo proceso de des-aprendizaje de lo que sab¨ªa acerca de la escritura. Una especie de vaciado. Volver a no saber no solo c¨®mo sino qu¨¦. Lo que me ha resultado curioso es que, en lugar de llevarme lejos, me ha devuelto al momento justo en que termin¨¦ mi libro anterior¡±.
He practicado una prueba: poner a los poemas frente al silencio y decidir si son o no mejores que el silencio mismo¡±, asegura Luis Mu?oz
Una especie de cercan¨ªa dom¨¦stica y filos¨®fica. Ese territorio en que un tendal puede abrir la caja de Pandora y una plancha o cualquier revista, dotar de sentido una rama de la existencia: ¡°Vecindad puede entenderse como una r¨¦plica ruidosa, llena de gente, de cosas, al libro anterior, pero tiene en com¨²n el ¨¢mbito de lo dom¨¦stico infinito¡±, comenta Mu?oz.
Y dentro de ese territorio existe un mimo por el lenguaje gastado, desnaturalizado. Una operaci¨®n de salvamento consciente, encaminada a devolverlo a la esencia de su sentido: ¡°El lenguaje hablado es siempre el m¨¢s vivo y, a la vez, el que necesita de m¨¢s trabajo para devolverle su poder de expresi¨®n y sugesti¨®n. Que las palabras se gasten forma, por supuesto, parte de un proceso natural del uso de la lengua. Pero creo que la tarea del poeta es llevar las palabras comunes a un extremo m¨¢ximo de significaci¨®n, hacer que se abran y produzcan cosas a las que no est¨¢n acostumbradas. Es decir, un intento de operaci¨®n de extra?amiento y de renovaci¨®n del lenguaje com¨²n¡±. Un nosotros, en suma: ¡°Quiz¨¢ sea una reacci¨®n frente al atosigamiento del yo de nuestra ¨¦poca. Puede decirse que es un libro sobre el nosotros, sobre lo que compartimos siendo tan diferentes. Sobre todo aquello que nos hace vecinos¡±.
A ese empe?o de socorro verbal se ha entregado tambi¨¦n Luisa Castro. Como parte de un complot urdido por las l¨ªneas subterr¨¢neas de la interconexi¨®n silente, la poeta gallega ha acudido en auxilio de palabras como ¡®algo¡¯: ¡°Es lo que se produce antes del lenguaje, y lo que nos empuja a hablar. Heidegger dec¨ªa que ese algo es s¨®lo dolor, deseo de no estar solo, de ser abrazado. Por eso nace el lenguaje. Del dolor y de la separaci¨®n. Los amantes hablan, necesitan contarse cosas. Buscan una aspiraci¨®n al otro, y de ah¨ª la palabra¡±, comenta.
Este silencio estuvo muy lleno, muy ocupado. En este hueco he reflexionado mucho. Viene del miedo y la auto exigencia", asegura Luisa Castro
En su caso, el silencio no ha sido s¨®lo po¨¦tico. Tambi¨¦n narrativo. De 2006 es su novela La segunda mujer, que gan¨® entonces el Biblioteca Breve. Despu¨¦s, hab¨ªa que pasar por N¨¢poles, donde dirigi¨® el Cervantes y ahora por Burdeos, para escucharla: ¡°Este silencio estuvo muy lleno, muy ocupado. En este hueco he reflexionado mucho. Viene del miedo y la autoexigencia, ambas cosas. No me veo capaz de ponerme a salvo cuando escribo, as¨ª que no resulta extra?o que me lo piense cada vez m¨¢s. Pero soy un animal literario. Y ese animal ha sufrido el silencio mucho m¨¢s que nadie. El temor reverencial a la palabra lo he vivido intensamente estos a?os¡±.
La tarea del poeta consiste en poner a prueba el lenguaje y viceversa: adivinar su capacidad para quedar a la altura del malabarismo al que somete a las palabras: ¡°Son al tiempo salvaci¨®n y condena. De esta cualidad dual de la palabra es muy dif¨ªcil huir¡±, dice Castro. Por eso, para ella, la imagen del sabio est¨¢ relacionada con quien no sufre verborrea. ¡°Frente a eso, tenemos al charlat¨¢n. La palabra que salva es a veces la m¨¢s trivial, la menos ansiosa. La que no olvida su origen. Yo creo que en este libro se aprecia bien esa cualidad escurridiza e inaprensible del lenguaje¡±.
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